Hemos rescatado para los lectores algún fragmento de las célebres «Notas agrícolas» que Serafín Sanjuán, con la colaboración de Alvaro Altés, elaboró durante la primera época de la revista. Serafín fue el pionero de la agricultura biológica en España, y Alvaro el compañero entrañable gracias al cual pudimos dar a conocer todo ello en la revista.
En el mes de noviembre…
El otro lado de las energías
En noviembre nos encontramos en las antípodas de mayo, cuando las fuerzas vitales alcanzan en la tierra su mayor desarrollo. En mayo se trata de crear y de conservar ese flujo impetuoso de vida. Todas las actividades se dirigían hacia afuera; los campos y los jardines exigían intervenciones constantes. Los beneficios del trabajo al aire libre compensaban los excesos de trabajo, las tensiones, etc.
Noviembre nos impone la tarea de ejercitar la paciencia en las dificultades de la vida. La naturaleza cansada retira sus fuerzas «sustentadoras» abandonando al hombre. Lo que ahora le espera son los trabajos pospuestos para más tarde. Se realizan en casa, en un espacio reducido. Estamos entonces más cerca los unos de los otros. Lo adquirido en mayo nos sirve ahora para darnos paciencia y nos ayuda a llevar los fardos de la vida, cosa que tan sólo se consigue si se está bien equilibrado.
Las dificultades que uno toma sobre sí, conscientemente y con paciencia, se aclaran pronto; su significado y su bendición interna, tan a menudo escondidas, se nos revelan entonces.
En noviembre el ser humano se concentra en sí mismo. La meditación sobre el año transcurrido en el huerto, en el establo y en la familia nos fortificará para emprender nuevas tareas.
Rosas
Un proverbio chino dice que «siempre queda algo de fragancia en la mano que da rosas». Empieza por tanto a plantar tus rosales si quieres ofrecer rosas cuando llegue la primavera. En las zonas muy frías de España se plantarán en noviembre, antes de que el suelo se haya helado, o de marzo a abril, cuando la tierra esté en condiciones de ponerse a trabajar. En las regiones templadas los plantaremos de mediados de diciembre a finales de febrero.
Los rosales cultivados en macetas se pueden trasplantar en cualquier época mientras la tierra no esté helada. El rosal acepta suelos ligeros, medianos y compactos siempre que los cuidemos adecuadamente. Prefiere los lugares soleados y protegidos de los fuertes vientos.
El rosal se sumerge primero todo él, sin sacar el musgo y la turba que protege sus raíces, en agua durante 2 ó 3 horas. Si continúa con la corteza verde arrugada se le deja durante toda una noche.
Se hace un hoyo de 60 cm. de profundidad y 60 de lado. Se llena el fondo con 20 cm. de tierra rica y abonada con compost bien hecho; se cubre con un dedo de tierra, con el fin de evitar que las raíces no entren enseguida en contacto con el abono.
Después de quitar el musgo al rosal se podan ligeramente las raíces, ya que por las heridas recientes nacerán nuevas raíces; se eliminarán igualmente las puntas secas y rotas.
Se colocará el rosal en el hoyo teniendo en cuenta que el injerto quede justo por debajo de la superficie del terreno. Se extienden horizontalmente las raíces, se llena el hoyo hasta la mitad de tierra apretándola con las manos contra las raíces, y se llena de agua el hueco que queda.
Una vez filtrada el agua, se acaba de rellenar el hoyo dejando una pequeña cavidad alrededor del agujero, donde iremos echando agua despacio hasta que quede el suelo bien empapado. Una vez plantado podamos ligeramente el rosal.
Jardín de plantas medicinales
En clima templado es buen momento de proveer nuestro jardín de plantas medicinales, para poder disfrutar en primavera de su fragancia y sus virtudes. Se pueden transplantar de esqueje la salvia, el romero, el saúco, el cantueso, la maría luisa y la santolina y por división de mata el tomillo, la melisa, la ortiga dioica, la ortiga blanca, el tanaceto, la ajedrea y el ajenjo.
Es el momento de sembrar las semillas de borraja (Borrago officinalis) de flores azules o blancas –la de flor blanca se cultiva en las huertas porque tiene mejores pencas–. Cuando llegue el invierno y en las cercanías de Navidad, observarás que, debido al frío, la planta se desarrolla en forma de roseta, sus hojas se han vuelto más vellosas y carnosas a la vez que más tiernas.
Ortigas
Si dispones de un cuadro de ortiga dioica cada tres años deberás abonarla en otoño con pequeñas ramas y hojas de abedul o de otros árboles. No deben segarse el primer año de su plantación o siembra; luego se puede hacer tres veces al año. Calcularemos el tamaño de la tabla de ortigas acorde con las necesidades que vayamos a tener. Un poco de abono verde entre las líneas es siempre favorable dado que las orugas de determinadas mariposas las necesitan, y precisamente estas mariposas tienen relaciones de simbiosis con la ortiga.
Si las queremos reproducir por semilla las pondremos a fermentar en agua de lluvia de dos a tres meses, lo que favorece su poder de germinación, así como la vitalidad de la futura planta. La sementera se puede efectuar en otoño o en primavera. Para una gran extensión es preferible emplear esquejes que se trasplantan en líneas de 6×4 cm.
Transcurridas tres semanas estarán ya vigorosos para trasplantarlos en el campo, lo que suele realizarse a mediados de julio en el marco de 30×10 cm. Sus efectos son muy beneficiosos en el corral. Para ello cortaremos los tallos jóvenes o que tengan semilla y los mezclaremos con los demás elementos de la comida.