Flores y abejas
El polen es el resultado de la secreción de los órganos masculinos de las flores y su función es la de fecundar la parte femenina. Su color varía según la especie floral. El polen que utilizamos como suplemento dietético es el que recolectan las abejas, que para poder facilitar su transporte lo humedecen con néctar y saliva, amasándolo en forma de pequeñas bolitas, cada una de ellas compuesta por 4 millones de granos de polen.
Las abejas contribuyen a la polinización y reproducción de muchas especies, y son importantes en el mantenimiento del ecosistema. Una vez cosechado el polen, las abejas lo llevan a la colmena, lo depositan en las celdas, lo recubren con miel y lo utilizan como alimento para las abejas obreras, ya que la reina se nutre exclusivamente de jalea real.
Para recolectar el polen, los apicultores colocan unas rejillas a la entrada de la colmena y al pasar por las aberturas de dichas rejillas, a las abejas se les cae en un cajón un 5-10% de su cosecha. Una vez recogido se seca para evitar que fermente o que se forme moho, (en un polen bien conservado, las bolitas no se deben pegar entre sí). Por último, se guarda en frascos de cristal y se conserva al abrigo del calor y la humedad.
Revitalizante y reconstituyente
El polen es un complemento ideal para aumentar la energía física y mental. Aporta una gran cantidad y calidad de nutrientes fácilmente asimilables, gracias a la predigestión enzimática de la saliva de las abejas. Es ideal en casos de debilidad digestiva, convalecencia, astenia, y en fases concretas de la vida como la infancia, el crecimiento, el embarazo y la lactancia.
Contiene un alto porcentaje de carbohidratos, combustible que nuestras células convierten fácilmente en energía; más de un 20% de proteínas completas de todos los aminoácidos esenciales y una gran cantidad de vitaminas y minerales indispensables para una correcta función celular, muscular y esquelética.
Entre sus micronutrientes abundan la vitamina E y la provitamina A, que tiene un importante efecto regenerador sobre la piel y mucosas, especialmente del tracto intestinal.
El polen contiene casi todas las vitaminas del grupo B, favorables para elevar el estado de ánimo, aumentar la capacidad de trabajo intelectual y reforzar la memoria. La vitamina B9, junto con el hierro, estimula la producción de glóbulos rojos, aumentando la hemoglobina y mejorando los estados de anemia.
Este superalimento tiene también propiedades antibióticas y antisépticas, mejora las defensas y protege al organismo de ataques de virus y bacterias.
Para la vista. Parte de la provitamina A presente en el polen se encuentra en forma de retinol, componente de la púrpura retiniana, sustancia sensible a luz que nos permite la visión. También aporta rutina, un bioflavonoide que aumenta la resistencia de los capilares y el zinc, mineral esencial para la salud ocular y que además es necesario para mantener la próstata sana y el correcto funcionamiento del sistema inmunitario.
Consejos y dosis
Para aprovechar plenamente los beneficios nutricionales del polen se recomienda tomar una cucharada sopera en el desayuno, mezclado con agua, zumo natural, yogur o leche vegetal. En casos específicos se puede aumentar hasta 2 ó 3 cucharadas al día repartidas en dos o tres tomas. En los niños de 3 a 5 años, la dosis se puede reducir a una cucharadita de postre. Para preservar sus propiedades no se debe mezclar con líquidos a temperaturas superiores a los 30ºC. También hay que considerar que para notar sus efectos se necesitan al menos 3 meses.
Las personas alérgicas al polen lo pueden tomar con toda seguridad, ya que al ser procesado por las abejas pierde sus alérgenos.
Textos: Carlotta Bernardini (dietista y naturópata)