Ayer y hoy
En el Antiguo Egipto se conocían las virtudes nutritivas de la moringa (Moringa oleifera), y también los romanos la usaban como alimento y medicina. Y para purificar el agua para beber. Hoy se sabe que un ser humano podría sobrevivir comiendo las hojas, flores y semillas de moringa, ya que posee de sobra todos los nutrientes que el organismo necesita para sobrevivir confortablemente.
Un contenido asombroso
La moringa es la planta con mayor proteína de la Tierra. El 40% de sus hojas es proteína, y tiene cuatro veces más calcio que la leche de vaca, cuatro veces más vitamina A que la zanahoria, siete veces más vitamina C que las naranjas, cuatro veces más hierro que las espinacas, cuatro veces más betacarotenos que las znahorias, tres veces más potasio que los plátanos… Y tres veces más proteínas que la carne animal y la soja, tres veces más magnesio que las lechugas… Y 46 antioxidantes, así como 36 sustancias antiinflamatorias. Contiene también 18 aminoácidos, de los cuales 9 son los aminoácidos esenciales.
Todo eso en un alimento 100% natural.
La semilla
La semilla contiene un 35-40% de aceite de alta calidad (73% de ácido oleico), similar al aceite de oliva. De la moringa se aprovecha prácticamente todo, pero donde realmente adquiere una importancia decisiva es en la alimentación. El carácter milagroso de su poder nutritivo se debe a que es una especie que exige pocos cuidados. Crece rápidamente hasta alcanzar entre tres y cinco metros en un año y es resistente a la sequía. Es uno de los cultivos más aconsejables para las zonas desérticas o semidesérticas, sobre todo en África.
En la cocina
Todas las partes de la planta, incluida la raíz, son comestibles y hoy ya se preparan platos con las vainas verdes cocidas (son parecidas a las legumbres), las hojas, las flores, las semillas y las raíces de moringa, que también se puede comer cruda y en ensaladas.
El sabor de las vainas verdes maduras es similar a las judías verdes; se hierven en agua con un poco de sal, se abren y se extraen las semillas ya listas para tomar, con un sabor parecido al de los garbanzos. También se pueden consumir tostadas.
Las hojas tiernas se pueden cocer añadiéndolas a los caldos, sopas y potajes. El sabor, cruda o cocida, es ligeramente picante, entre el berro y el rábano. Para aliñarla se puede utilizar el propio aceite, que también se extrae de la planta y que puede sustituir muy bien al de oliva.
En resumen, la moringa puede convertirse en una estrella protagonista de la industria alimenticia y del complemento proteico. Es también uno de los proyectos de desarrollo más importantes para la reforestación de amplias zonas desérticas del mundo.
Biodiesel
En el siglo XIX llegaba aceite de moringa procedente de plantaciones en el Caribe para ser usado tanto en la elaboración de perfumes como para lubricar maquinaria. Los remedios caseros con moringa han pasado de generación en generación en muchas zonas de Sudamérica. La planta es hoy, además, uno de los «descubrimientos» más recientes de la ciencia moderna y de ella se obtiene un biodiesel de gran calidad. En una hectárea de terreno se pueden sembrar entre 700 y 1.100 árboles, que inician producción de fruta para semilla a los 12 meses siembra. Cada árbol produce anualmente unos 4 kilos de semilla (2.800 kg hectárea/año).
En una hectárea de caña de azúcar se suelen producir 630 litros/año de alcohol a partir de la melaza. De la misma área sembrada con moringa se puede producir 8.400 litros/año.