El arte japonés de la belleza imperfecta
«En el panteón de los valores estéticos japoneses,
el Wabi-Sabi ocupa una posición similar a la que tienen
los ideales de belleza y perfección de la antigua Grecia en Occidente.»
LEONARD KOREN
«Demasiado bonito queda feo» me respondió un día un albañil que se hallaba trabajando en mi casa, cuando le señalé una pequeña imperfección que me pareció ver en el marco de una ventana.
Había algo juguetón en su actitud, pero era un buen profesional a quien le gustaba hacer bien su trabajo. Tiempo después descubrí que las palabras de Simón, el albañil boliviano al que debo las reformas del que ahora es mi acogedor hogar, reflejan a la perfección una antigua filosofía japonesa.
Se trata de toda una concepción estética y al mismo tiempo una filosofía de vida englobada bajo la expresión «Wabi-Sabi».
La naturaleza y lo perecedero
Wabi-Sabi hace referencia a la belleza de lo imperfecto, de lo perecedero, de lo incompleto. Esta concepción, como tantas otras cosas en la cultura japonesa, está inspirada en la observación de la naturaleza.
Nada es perfecto en la naturaleza, o por lo menos no en el sentido geométrico-euclidiano en que lo concebimos la perfección en occidente, pues la naturaleza está llena de asimetrías; nada es imperecedero en la naturaleza, pues todo en la vida nace y muere, y está en cambio permanente; nada en la naturaleza está completo o acabado, pues la idea de completitud es tan sólo una abstracción creada por la mente del ser humano.
La expresión Wabi-Sabi es la unión de dos palabras originalmente independientes y que pasan a usarse para nombrar esta estética que surge como oposición al perfeccionismo chino del siglo xv1. Ésta se ha inspirado en elementos tan diversos como la ceremonia del té, el arte japonés de la composición floral (ikehana), los haikus y el teatro Noh.
Nos adentraremos (en esta y en las próximas revistas) en este universo sutil y a la vez lleno de espontaneidad, donde la naturaleza ejerce de maestra en el arte de vivir y nos muestra un nuevo camino hacia la belleza y la armonía. Porque cuando comprendamos el valor de lo imperfecto y lo efímero estaremos preparados para disfrutar, momento a momento, el milagro de existir.
Melancolía
La estética del Wabi-Sabi tiene mucho de melancólico y otoñal. Es una estética que trabaja con materiales orgánicos, que envejecen con el uso, que de algún modo tienen vida propia. La madera, el cáñamo, el metal oxidado, las telas rústicas, la cerámica. No se busca que las superficies de los objetos sean pulidas, limpias y regulares, sino rugosas, imperfectas y crudas.
El hecho de que las cosas no sean permanentes, de que estén condenadas a desaparecer o a transformarse, las impregna de un melancólico atractivo.
La palabra sabi se usaba para describir la belleza callada y sutil de la poesía japonesa de los siglos XII y XIII, que transmite una sensación otoñal en consonancia con un temperamento más bien sombrío. Así pues, la palabra tiene un eco melancólico y evoca imágenes naturales de una delicada sutileza, como la de un gorrión buscando alimento sobre un montón de hojas caídas en otoño.
La palabra wabi, por su parte, evoca humildad y austeridad, esa especie refinada de pobreza que nace de una indiferencia hacia la riqueza y la ostentación.
Dos definiciones de Wabi
«Wabi es la sensación que nos provoca el cielo una tarde de otoño, la melancolía del color, cuando todo sonido ha sido silenciado. Esos momentos en los que por alguna razón que la mente no puede explicarse, las lágrimas comienzan a caer incontrolablemente.»
KAMO NO (HOMEI )
«Wabi es la expresión de la belleza como manifestación de la energía creativa que fluye a través de todas las cosas animadas e inanimadas. Es una belleza que, como la naturaleza misma, es a la vez oscura y luminosa, triste y jubilosa, dura y dócil. La belleza de esta fuerza natural no es perfecta, sino siempre cambiante y fuera del alcance.»
MAKOTO UEDA
La elegancia de la sencillez, la belleza de lo fugaz
Cuando los términos wabi y sabi se unen, lo hacen para describir una elegancia humilde, para dar nombre a cierto tipo de simplicidad muy especial.
El arte Wabi-Sabi, como portavoz artístico del movimiento zen, se funda en las ideas de simplicidad, humildad y moderación y nos enseña a descubrir la belleza sencilla de las cosas, con toda su imperfección y fugacidad. Nada en la naturaleza tiene un carácter permanente, de ahí viene ese halo de melancolía que envuelve la belleza. Pero se trata de una melancolía que eleva el estado mental de aquel que la contempla, pues provoca un anhelo espiritual que nos hace crecer.
Todo cuanto existe en el universo está en constante movimiento y cambio. Nada es eterno, nada existe desde siempre ni para siempre, todo tiene un comienzo y un fin. El arte Wabi-Sabi es capaz de encarnar o sugerir el esencial y evidente hecho de la impermanencia y por eso desencadena en el espectador una contemplación serena que va unida a la comprensión de la fugacidad de todo cuanto existe. Al ser conscientes de esta fugacidad contemplamos la vida desde otra perspectiva.
Alguien puede llegar a conmoverse al contemplar una sencilla flor colocada en un viejo florero de bambú, pues puede llegar a presentir en ella un reflejo de la existencia y de nuestro destino como seres humanos.
Textos originales: Gottfried Kerstin.