Vida después de la muerte

Forest path in the woods

«Ella estaba muerta y me contó todo lo que pasó en la sala anexa.»

El testimonio vivido por el Dr. Manuel Sans Segarra*, Jefe del Servicio de Cirugía General y Digestiva en el Hospital Universitario de Bellvitge

Mire usted, la paciente vino en una situación tan crítica que hizo un paro cardio respiratorio. Se trataba de una paciente joven del sexo femenino que tuvo un gravísimo accidente de circulación cerca del hospital. La llevaron al hospital y entonces, al trasladarla de la ambulancia al servicio de urgencias, hizo un paro cardiorrespiratorio. Me avisaron enseguida, aquel día estaba yo de jefe de guardia, y el diagnóstico de entrada era de muerte clínica, es decir la enferma estaba con paro cardíaco, paro respiratorio, sin reflejos y sin actividad mental. Y la recuperamos.

Días después, cuando pasé por allí, le dije: «Mire, usted vino en una situación tan crítica que hizo un paro cardiorrespiratorio, le hicimos reanimación del paro y conseguimos…» Y ella me contestó bruscamente: «No es necesario que me cuente nada más, porque yo lo vi todo. Sé exactamente lo que me pasó.»

Clínicamente muerta

En ese momento ella tenía paro cardíaco. Yo le estaba haciendo masaje cardíaco, estaba el anestesista ventilando mecánicamente con oxígeno 100×100 y el electrocardiograma era plano. Es decir, que no había actividad cardíaca, no había riego en todo el organismo, especialmente en el cerebro. Esta enferma estaba clínicamente muerta.

Lo primero que nota la enferma es una salida brusca de su cuerpo en una situación elevada. Observó la posición de su cuerpo encima de una camilla y una serie de sanitarios alrededor. Esto le condiciona una gran sensación de sorpresa, no entiende, no sabe qué es lo que está ocurriendo.

Ante esta situación ella intentó ponerse en contacto con nosotros por los medios habituales de comunicación, el habla… fue imposible. Entonces se acercó y me intentó tocar; su sorpresa fue inmensa porque al intentar tocarme pasó a través mío; les puedo asegurar que yo no noté absolutamente nada. Y esta enferma, en estos momentos, con la objetividad del electrocardiograma plano, se quiso poner en contacto conmigo; me tocó y pasó a través mío. Y no solo pasó a través mío, sino que después me contó lo que pasaba en la sala anexa.

Una explicación exacta y precisa

Teníamos entonces una sala de reanimación de urgencia donde estaban pacientes graves operados, que estaban monitorizados en la sala de cuidados intensivos. Me explicó exactamente todos los enfermos que había y el personal que había. Y más lejos, en el servicio de urgencias, en uno de los quirófanos de urgencias, estaban operando una fractura de cuello de fémur.

Después de hablar con ella bajé al servicio de urgencias, revisé los ordenadores, y era exactamente lo que ella me contó de aquellos momentos, que, no lo olvidemos, estaba clínicamente muerta, con el electrocardiograma plano y con todos los mecanismos de reanimación. Lo que ella me contó era exactamente lo que había estado ocurriendo en aquellos momentos.

Después de estos momentos de sorpresa, ella dice que empezó a notar una sensación de paz, de armonía, de gozo y contactó con unos seres, dice —ella los llama seres luminosos—, de mucha luz, que la orientaron y la ayudaron. Y en aquellos momentos tuvo una sorpresa tremenda, de una gran alegría: contactó con su madre —su madre hacía poco tiempo que había fallecido.

Este fenómeno es frecuente también en la bibliografía mundial: contactar con familiares o personas ya fallecidas, con las que se está afectivamente muy unido, y las encuentran, tienen un contacto visual con ellas.

Luz luminosa

Y posteriormente refiere lo que dicen todos, a través de un túnel, de un puente, ella no refirió esto, sino que vio a distancia una zona muy luminosa que le llamó la atención y, cuando alcanzó esta zona, la sensación de paz, de armonía, de gozo y, especialmente, de amor, llegó a unos dinteles jamás vivenciados en la dimensión humana. En aquel momento ella refiere —también es frecuente—, que, como si fuera una pantalla, tuvo una visión de toda su vida, pasada, presente… y futura: me contó cosas del futuro de su vida, pero sobre esto me dijo que no contara nada. Y encontrándose en esta situación tan placentera, los seres luminosos le dijeron que tenía que volver a su dimensión humana, reintroducirse en el cuerpo, porque no había terminado su ciclo en esta dimensión humana.

Retorno

Ella se opuso, esto también es muy frecuente, decir «yo no quiero volver, yo me quiero quedar aquí». Porque después me refieren que el auténtico vía crucis, el auténtico valle de lágrimas, está en la dimensión humana. El otro lado, dice, «es algo extraordinario».

Se reintrodujo en su cuerpo: algo que a veces resulta violento, depende. Desde el punto de vista cuántico tiene su explicación, depende de que haya una sincronía en la frecuencia vibratoria de las ondas electromagnéticas. Según sea, la entrada puede ser más normal o brusca. Ella entró bruscamente en su cuerpo.

Todas estas vivencias que ella tuvo me las explicó con una vitalidad y una serenidad que invita a vivenciarlo. Me dijo que esto no tenía absolutamente nada que ver con un sueño, sino que es una auténtica realidad, que me explicó hasta el último detalle.

Es decir, se acordaba de exactamente todas las vivencias, cuando una de las principales zonas afectadas por falta de riego cerebral es el hipocampo, una zona del sistema límbico, del cerebro que corresponde por filogenia a los mamíferos, y que es de los que primero se afecta, donde se almacena la memoria. En cambio ella tenía una memoria exhaustiva y perfectamente bien definida en cuanto a todos los detalles.

El método científico

En estos momentos yo no tengo un método científico para poder demostrar lo que para mí es una realidad objetiva clarísima. Lo primero que hice fue abordar las experiencias por el método científico, que las considera un trastorno psiquiátrico, una alucinación. Entonces, pensé, es lo primero que hay que descartar.

Cogí mis historias y me reuní en el hospital con los compañeros del servicio de psiquiatría. Médicos psiquiatras y psicólogos, con los que comentamos este y otros casos; se los quedaron, los estudiaron. Y al cabo de unos días nos reunimos nuevamente y me contestaron lo siguiente:

«Actualmente, en los servicios de psiquiatría vemos alucinaciones o diagnosticamos alucinación, desde el punto de vista psiquiátrico, en pacientes en los siguientes casos: los drogadictos, en donde es muy frecuente. También en el brote psicótico, concretamente en la esquizofrenia, ya sean alucinaciones visuales o auditivas. Pero las alucinaciones que vemos en la clínica tienen otras características: en la alucinación hay unos antecedentes —o drogadicción o brote psicótico—, que es clarísimo y lo diagnosticamos. En segundo lugar, la alucinación es distinta: no hay una alucinación igual en un enfermo que en otro. Y de tus enfermos vemos que todos tienen lo mismo.

En tercer lugar, tienen una estructuración que no es lógica. Tus enfermos tienen una estructuración que es muy lógica, van paso por paso; esta enferma estaba muy sorprendida, quería comunicar contigo. Los pasos que explican tienen una lógica aplastante.

Y finalmente, los diagnosticados de alucinación se olvidan enseguida. Son enfermos que olvidan enseguida estas alucinaciones. Y los tuyos lo recuerdan al cabo de los años. Lo que cuentan tus enfermos, no lo podemos calificar, desde el punto de vista psiquiátrico, como alucinaciones».

Entonces les pregunté: «¿Qué son?» «No lo sabemos», dijeron. Pero descartaron totalmente enfermedad psiquiátrica: «esto es algo distinto, es una cosa distinta; no tiene nada que ver con un trastorno psiquiátrico.»

«¿Cómo me explicáis vosotros, que de unas reacciones bioquímicas neuronales que son partículas, es materia que reacciona entre sí, dé como resultado una actividad anímica que no tiene sustrato material, un pensamiento, un recuerdo… conciencia, memoria, aprendizaje?» Dicen: «no lo sabemos.»

El rigor

Yo no puedo ir a un congreso médico y hablar de estas experiencias cercanas a la muerte. Lo primero que me dirán es: venga, demuéstramelo científicamente; a ver, estadísticas. Yo todo esto no lo puedo dar. Es decir, en este sentido, para mí son una realidad porque las he vivido, he visto como hablan, lo que dicen los enfermos. He visto que tiene mucha explicación con la física cuántica, y que es una realidad, esto es así. ¿Y en qué me ha influido mucho a mí?

Primero, me ha ayudado a valorar el enfermo de una manera integral, para mí el enfermo es mente, cuerpo y conciencia, llámelo como quiera, llámelo conciencia, alma, espíritu… llámelo como usted quiera. También la energía primera puede usted llamarla dios, energía cuántica universal, o divinidades —Brahma, Jehová, etc.— Como usted quiera.

Un sustrato mental en las enfermedades

Es decir, me ha ayudado a valorar al enfermo de una manera integral, y todo esto, al comprenderlo integralmente, a aceptar que más del 90% de las enfermedades, graves y no graves, son consecuencia de la mente. Tienen un sustrato mental; me permiten pues comprenderlo, aceptarlo y ayudarlo mejor.

Y personalmente, me ha mejorado. Me ha mejorado mucho, en el sentido de que, como médico, como profesor universitario, como investigador, pues también me está fundamentando y sigo fundamentándome en el método científico que hay que continuar, es fundamental, Piensen que hace 100 años la vida media era de 40 años, ahora es de 85 años entre nosotros, de las mejores que hay. Y todo esto es gracias al método científico. Hay que apurar a tope el método científico y aprovechar todas las ventajas que nos dé; siempre la parte beneficiosa y positiva y nunca ir en contra del método científico, al contrario, apoyarlo cada día.

En el universo

Pero aparte de esto, hay otra vertiente en el ser humano, y esta vertiente hay que estudiarla, valorarla, descubrirla. Yo la he descubierto en mí. He hecho cursos de meditación profunda y al meditar he logrado ponerme en contacto con mi conciencia no-local. Y esto me da una armonía, una paz gozosa.

Cuando uno medita, pasa por varias etapas. La primera etapa es que uno pierde la conciencia del cuerpo. Es decir, no nota que tiene brazos o piernas. Después viene una segunda etapa en que uno siente una profunda paz, gozo y armonía. Y una tercera etapa de expansión, en la que se abre la conciencia y se da cuenta uno de que forma parte de todo. Una sensación de hermandad, de respeto. Hacia todo, porque formamos parte de todo.

Esto también lo explicó muy bien James Lovelock con el concepto de «Gaia», la Tierra como ser viviente y en donde el universo es una superestructura totalmente interconectada e interrelacionada. Entonces, en esta última etapa de meditación, se expande la conciencia de forma enorme y entonces tienes mucha más información, uno se da cuenta de que forma parte del todo.

Y sobre todo, impera cada vez más esta dinámica mental positiva de altruismo, empatía, bondad… y esto de hacer maldad… Te das cuenta.

De Kant a Platón

Todo eso ya lo dijo Kant, el gran racionalista del siglo XVIII: «Hay dos cosas que me sorprenden enormemente. Una externa, cuando miro hacia arriba y veo la inmensidad del universo. Cuando se ve esta inmensidad con esta perfección, es porque hay unas leyes. Porque si no, por la segunda ley de la termodinámica todo tiende a la entropía, al caos. ¿Por qué hay un orden perfecto? Porque hay unas leyes, y siempre que hay unas leyes, las pone siempre una inteligencia que está por encima. Aquí hay una inteligencia por encima, llámela como como quiera.

Lo segundo que me sorprende es lo que tenemos dentro, estos principios éticos. Ya hablaba de ellos Platón. Y después Jung, y Kant también. Son los arquetipos, estos principios éticos que nos dicen lo que es bueno y lo que es malo. Son los moldes, unas leyes universales que tenemos todos, y que reconocemos cuando hacemos una mala jugada a alguien: tenemos esta sensación de saber que hemos hecho maldad. Y cuando se hace una buena obra uno tiene una sensación de paz, que ha seguido las leyes naturales. En esto me han ayudado mucho las experiencias cercanas a la muerte.

¿Bajo qué situaciones clínicas pueden producirse ECMs?

En cualquier situación de muerte clínica, es decir, de paro cardíaco demostrado con electrocardiograma plano, con un paro respiratorio, es decir, una apnea total; una arreflexia (que no tienen reflejos) y después un coma, que no tienen actividad mental. Cualquier situación orgánica que aboque a una muerte clínica puede condicionar un experiencia cercana a la muerte (ECM).

¿Cuáles son en estos momentos, en nuestra sociedad las causas más comunes que abocan a una muerte clínica? Las enfermedades cardiovasculares, la enfermedad esclerótica, los accidentes vasculares, tanto los accidentes cerebrales —infartos cerebrales, hemorragias cerebrales— como a nivel coronario, cardíacos, infarto de miocardio, son los más frecuentes. Le siguen en importancia los traumatismos, por ejemplo accidentes de circulación. También los intentos de suicidio, nos hemos de preocupar mucho con esto, porque cada vez aumentan más. También por drogas, y también por anestesia.

Recoger todos los casos posibles

Sobre la incidencia de las experiencias cercanas a la muerte en pacientes diagnosticados de muerte clínica, es necesario recoger mucha casuística y esto solo es posible con estudios prospectivos multicéntricos, es decir, que intervengan muchos hospitales.

Tenemos un ejemplo muy bueno, el de Pin van Lommel, publicado en The Lancet en 2010. Él es un cardiólogo holandés que hizo un estudio multicéntrico a partir del año 2001 y llegó a recoger en los servicios de cardiología 344 casos de muertes clínicas, la mayoría cardíacas. Miró la incidencia y tenía una incidencia de aproximadamente un 16% (de ECM).

Después hay otro estudio, también interesante, de Estados Unidos, con 116 casos y da una incidencia del 18%. Es otro de los estudios importantes que existen.

Miedo a la muerte

¿Tenemos miedo a la muerte? Sí, todos lo tenemos. Por varios motivos, el primero porque el paso de la vida a la muerte suele ser doloroso, molesto, desagradable, de gran soledad, impersonal, ¡lo tememos! Un gran accidente, una enfermedad que nos va deteriorando…, es decir, un paso molesto y desagradable.

Después, llama mucho la atención el impacto que les condiciona, sobre todo en el momento en que ven la luz, es decir, la sensación de armonía, de paz y sobre todo de amor. Ellos hablan de amor, una sensación de amor y una sensación de expansión. Es decir, que nosotros tenemos una consciencia local que nos delimita mucho, tenemos un prisma de visión muy estrecho. Y cuando están dentro de las vivencias de las ECM, su visión es tan amplia… dicen que forman parte de todo el mundo, es decir que forman parte del todo, sienten que están integrados.

* En el próximo número, la segunda parte de este trabajo: «La prueba del cielo – Eres inmortal», con Vicente Merlo.

* Vale la pena descubrir el relato que hace este médico y cirujano en pequeños vídeos (ver QR en pág. 97). El Dr. Manuel Sans Segarra es especialista en Cirugía General y Digestiva, profesor de Cirugía de la Universidad de Barcelona en el Campus de Bellvitge y Jefe del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Universitari de Bellvitge.

Ha desarrollado tarea de investigación básica y clínica, con más de 100 publicaciones en libros y revistas médicas de la especialidad, y ha organizado y participado en más de 150 cursos, congresos y seminarios nacionales e internacionales. Alrededor de 20 intervenciones quirúrgicas suyas se han difundido en medios audiovisuales. Es miembro de las Sociedades de Cirugía de Cataluña, España, Francia, Inglaterra y Japón, miembro fundador de la «ISDE» (International Society for Diseases of the Esophagus). Tiene diversos galardones médicos y en la actualidad preside la Sección de Médicos Senior del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona.

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