09-05-24. El World Economic Forum o Foro Económico Mundial (Davos) impulsa la prohibición. Según el digital España Noticias, el Foro Económico Mundial impulsa una solicitud a los gobiernos para que prohíban al público en general cultivar sus propios alimentos en casa, argumentando que «están provocando el cambio climático». Es decir: tu huerto contamina. El mundo al revés.
Según los llamados «expertos» (Universidad de Michigan) pagados por este «estudio» reciente del FEM, los investigadores aparentemente descubrieron que la «huella de carbono» de los alimentos cultivados localmente está «destruyendo el planeta».
Como resultado, el FEM y otros fanáticos globalistas del clima exigen ahora que los gobiernos intervengan y prohíban a las personas cultivar sus propios alimentos para «salvar el planeta del calentamiento global».
La investigación indicó que recurrir a productos del huerto a la mesa provoca una huella de carbono mucho mayor que las prácticas agrícolas convencionales, como las granjas rurales. Y se ha publicado en la revista Nature Cities.
El «estudio». En este estudio se analizaron diferentes tipos de granjas urbanas para ver cuánto dióxido de carbono (CO2) se producía al cultivar alimentos. Según el estudio, en promedio, una porción de alimento elaborado en granjas tradicionales genera 0,07 kilogramos (kg) de CO2.
Sin embargo, los investigadores financiados por el FEM afirman que el impacto sobre el medio ambiente es casi cinco veces mayor: 0,34 kg por porción en los jardines urbanos individuales.
El primer autor del artículo, Jake Hawes, afirma: «El contribuyente más importante a las emisiones de carbono en los sitios de agricultura urbana que estudiamos fue la infraestructura utilizada para cultivar los alimentos, desde camas elevadas hasta cobertizos de jardín y caminos; en estas construcciones se invirtió mucho carbono en su construcción».
Esas granjas incluían algunas en Europa, de Estados Unidos y del Reino Unido. Los investigadores dicen que realizaron una evaluación integral del ciclo de vida de la infraestructura, el riego y los suministros del sitio.
Hawes y su equipo agruparon los sitios de agricultura urbana en tres categorías: huertos individuales o familiares, incluidas las parcelas; jardines colectivos, como jardines comunitarios; y granjas urbanas más grandes y orientadas al comercio.
Los investigadores también encontraron otros factores que, según afirmaron, son «peligrosos» a la hora de impactar en la crisis climática. El compost y otros insumos sintéticos mal gestionados contribuyen al «calentamiento global». Sin vergüenza alguna, tal cual.
Además, advirtieron que la fruta era «8,6 veces más ecológica» cuando se cultivaba de forma convencional que en una ciudad. Y las verduras, según afirman, son 5,8 veces mejores para el medio ambiente «cuando se dejan en manos de los profesionales». (No informan sobre posibles subvenciones de las fábricas de pesticidas).
Podrás tener cuatro tiestos. Por otra parte, siempre según sus datos, «dos tercios de la huella de carbono de las parcelas son creadas por el propio jardín». Así que insisten en que la gente debería limitarse a mantener plantas dentro de sus casas, así como a cultivar alimentos en sus jardines (prácticamente a escala individual, se entiende). No hay reparos para reverdecer los espacios interiores: «esto reduce la ansiedad por vivir en la ciudad y el estrés emocional».
Además, poder cuidar las plantas del interior de sus oficinas y hogares podría ser parte del diseño de interiores y una ligera mejora en la calidad del aire.
Sin embargo, los alarmistas climáticos no van a dar tranquilidad a los habitantes de las ciudades. Según los investigadores del FEM, la ecologización de los espacios interiores también puede tener un coste medioambiental.
Citan las emisiones de carbono de los camiones que transportan plantas, macetas de plástico y fertilizantes sintéticos. Estos, dijeron, «están hechos de petróleo y la recolección de componentes del suelo como la turba puede destrozar hábitats de formación lenta».
¿Es una broma? Susan Pell, directora del Jardín Botánico de Estados Unidos en Washington, DC, minimizó la narrativa. Pell sostiene que el público en general debería al menos poder cultivar plantas en macetas en casa, incluso si no pueden comprarlas. Sólo necesitan «considerar el daño ambiental de la jardinería de interiores», afirma.
La noticia llega en medio de una creciente guerra contra el suministro de alimentos para (supuestamente) luchar contra el calentamiento global. Catorce ciudades estadounidenses importantes se han fijado un “objetivo” para cumplir con los objetivos de la agenda verde del WEF al prohibir la carne y los productos lácteos para 2030.
Lo que plantas, lo que comes, cómo te mueves. El problema de la obligatoriedad. El acuerdo también busca prohibir la propiedad privada de automóviles e imponer otras restricciones a las libertades públicas para cumplir los objetivos Net Zero del FEM.
Las ciudades estadounidenses han formado una coalición llamada «Grupo de Liderazgo Climático de Ciudades C40» (C40) que ha establecido un «objetivo ambicioso» para cumplir «los objetivos del FEM» para el año 2030.
Para cumplirlos, las ciudades del C40 se han comprometido a que sus residentes cumplirán con esas reglas obligatorias:
0 kg [de] consumo de carne, 0 kg [de] consumo de lácteos, 3 prendas nuevas por persona al año, 0 vehículos privados en propiedad, 1 vuelo de ida y vuelta de corta distancia (menos de 1500 km) cada 3 años por persona.
Lo más curioso es que en la revista Integral nos gustaría animar todas esas medidas (lo venimos recomendando desde hace décadas)… pero con una sonrisa, como una opción, debería tratarse de una elección libre, de una opción personal.
Primeros pasos en EEUU. A principios de mayo, la fiscal general demócrata anti-Trump de Nueva York, Letitia James, avanzó esta agenda al presentar una demanda contra el mayor productor de carne de vacuno del mundo. James está demandando a JBS-USA porque la compañía no ha cumplido su llamado compromiso Net Zero.
El fiscal acusa a JBS de «contribuir a las emisiones globales de gases de efecto invernadero» mientras «las familias continúan enfrentando los impactos diarios de la crisis climática». James arremetió contra la industria agrícola y argumentó que la producción de carne de vacuno tiene la mayor «huella de gases de efecto invernadero» de todos los principales productos alimenticios.
James también afirmó que la agricultura animal representa el 14,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Pedir que la mayor parte de la población deje de comer carne no es realista, aunque sin duda sería beneficioso para todos. Dicho de otro modo: se da, como vemos, una mezcla de deseos escondidos por parte de las élites en el poder junto con otros nobles propósitos. Los del Nuevo Orden Mundial parecen enloquecidos con su presión a los gobiernos. Lo de prohibir el cultivo de alimentos es algo más que un resbalón: ¿pretenden que todos los alimentos sean transgénicos, patentados por ellos? ¿Alguien puede creer en los alimentos industriales con el argumento de que «son seguros»?