Algunos ingredientes aportan a la dieta efectos destacadamente medicinales e incorporarlos a nuestros platos puede prevenir o contribuir a reducir ciertas dolencias. ¡Hemos de prestar más atención al poder curativo de los alimentos!
Textos: Blanca Herp con informaciones de Laura Torres y Jaume Rosselló.
Auténticos superalimentos para la salud
En los últimos años se habla a menudo de «superalimentos». Algunos vienen de lejanas tierras o incluso a veces se ofrecen, para añadir a nuestros desayunos o tentempiés, molidos en una bolsita. Encontraremos entre ellos excelentes y nutritivos nuevos alimentos: moringa, semillas de chía, los frutos del baobab…
La intención de este artículo es recordar que cerca de nosotros existen excelentes alimentos cotidianos con efectos nutricionales «súper». Son los alimentos de toda la vida, algunos nuevos y son también plantas medicinales, pues muchos de ellos poseen sustancias y asombrosas propiedades que ejercen una acción medicinal. La investigación fitoquímica y clínica va comprobando el saber popular. Estos «superalimentos» contienen nutracéuticos, una palabra con la que conocemos compuestos nutritivos que también actúan como medicamento, con una acción específica sobre un proceso biológico o enfermedad.
Es fácil incluir en la dieta alimentos con todas esas propiedades medicinales y siempre será más cómodo, más barato y más interesante que consumir medicamentos o suplementos con la ventaja añadida de que… ¡no tienen efectos secundarios, ni existe el riesgo de sobredosis!
Con ellos se puede realizar una verdadera terapia nutricional, como si se tuviera el botiquín en la despensa, para luchar contra las infecciones, el sobrepeso o el exceso de colesterol, entre otras posibilidades.
¿Cuáles son esos otros «superalimentos»?
Cada día se descubren nuevas propiedades de los alimentos y, como son tantos, no podríamos tratarlos todos en unas pocas páginas, pero hemos recopilado algunos de los más importantes.
No podemos dejar pasar la oportunidad, de todas formas, de mencionar también algunos alimentos como las frutas cítricas (limón, naranja, kiwis), los frutos secos (nueces, piñones), el sésamo, el aceite de oliva virgen extra, las semillas de lino y el aceite de linaza. Al menos citarlos, porque poseen muchas propiedades beneficiosas para la salud. Y también el apio (que aparece en otro lugar de esta misma revista), los germinados, el cacao, las espinacas, la soja…¡Hay bastantes más superalimentos de los que podríamos imaginar!
Uva. Destaca su acción protectora cardiovascular, ya que previene la cardiopatía coronaria y la insuficiencia venosa. La uva es muy rica en resveratrol, antocianinas, cinamatos y flavanoles, de intensa acción antioxidante. Los compuestos antioxidantes están más presentes en el pellejo que en la pulpa y también más en las uvas tintas que en las rosadas o blancas. Permanecen también en las uvas pasas y en el mosto. También en el vino (sobre todo en el vino tinto, pero cada año que el vino envejece pierde hasta un 25% de resveratrol).
Por otra parte, las pepitas de uva (ricas en procianidinas) y el aceite que se extrae de ellas poseen las mismas propiedades y se han recomendado también como antiedematosas, para mejorar la cicatrización de las heridas, como protector hepático y para reducir los cambios naturales del envejecimiento. El aceite de pepitas de uva es muy rico en ácidos grasos esenciales y tocoferol (vitamina E).
Tomate. Según algunos estudios, los compuestos del tomate pueden ayudar a reducir el riesgo de padecer determinados tipos cáncer, especialmente de próstata y de pulmón. Además, ayuda a mejorar los resfriados y la bronquitis. El pigmento rojo que contiene es un carotenoide denominado licopeno, que se absorbe mucho mejor cuando ha sido sometido a calor, ya que se isomeriza y se hace mucho más disponible para el organismo. Por eso la salsa de tomate concentra, y hace más asimilable, esta sustancia que el tomate crudo.
El consumo regular de tomates, crudos y cocidos, aporta un nivel más que suficiente de licopeno, si bien hoy, con la manipulación genética (la introducción un gen de levaduras que retarda el proceso de maduración) se obtiene un mayor contenido en licopeno. Si se padece ácido úrico o problemas renales, mejor quitar la piel a los tomates (contienen una notable cantidad de ácido oxálico).
Plátano. La riqueza en potasio del plátano ayuda a regular la tensión arterial, hoy se sabe que comer dos plátanos al día puede reducirla en un 10%. Es rico en vitamina B6 (que reduce el contenido de homocisteína en el organismo) y en fibra dietética y reduce ligeramente el colesterol nocivo LDL.
Brecol. Tanto el brécol (bróquil o bróculi) como la coliflor son alimentos ricos en fibra, betacaroteno y vitamina C, y poseen además sustancias como el selenio, el diindolilmetano y el sulforafano, que pueden ayudar a alejar el riesgo de sufrir cáncer, ejercen un efecto anti viral y estimulan la inmunidad.
Los efectos beneficiosos del brécol se han comprobado especialmente en casos de cáncer de próstata y de pulmón. Algunos de estos compuestos, como la vitamina C o el sulforafano, disminuyen considerablemente cuando se someten a altas temperaturas. Para conservar sus propiedades lo mejor es cocinarlo poco (al vapor, unos 7 minutos), saltearlo o hervirlo brevemente.
Calabaza. La calabaza es muy rica en carotenos: de ahí su color y su notable acción antioxidante y preventiva de las enfermedades degenerativas. Sus pepitas son las que han demostrado ejercer una mayor acción medicinal. Favorecen la micción y a partir de ellas se elaboran medicamentos y suplementos para tratar la hiperplasia benigna de próstata.
Se ha demostrado también su acción beneficiosa en casos de infecciones urinarias, incluso en las graves (pielonefritis), y ayudan a la expulsión de parásitos intestinales.
Se pueden comer como tentempié entre comidas (son excelentes en las ensaladas). Una poca cantidad (de 5 a 10 g) ya protegen de los males de la próstata. En caso de infestación por parásitos, se toman de 100 a 150 g. El aceite de las semillas se encuentra en forma de suplemento.
Aguacate. Es muy rico en ácidos grasos insaturados (ácido oleico, esteroles) y en vitamina E (tocoferol). Se recomienda para reducir el colesterol por la alta calidad de sus grasas.
Su pulpa se puede aplicar en eccemas, irritaciones, esclerosis, para mejorar la cicatrización de heridas y también en el cuero cabelludo (se considera que estimula el crecimiento del cabello).
Arándanos. Las deliciosas bayas del arándano, también denominadas mirtilos, sirven para preparar compotas, mermeladas y jugos. Junto a su elevado valor nutritivo, son un gran remedio para la insuficiencia venosa (varices, hemorroides) y para tratar la degeneración de la retina que presentan, por ejemplo, las personas con diabetes de larga evolución. Por otra parte, sus hojas, no comestibles, ejercen un notable efecto antidiabético.
Ricos en taninos, los arándanos sirven también para el tratamiento de la diarrea. Y en zumo o tisana (infusión o decocción), tomados en gargarismos, alivian la faringe en caso de bronquitis, anginas o resfriados.
La dosis medicinal de los arándanos es de entre 20 y 60 g al día. Se pueden tomar frescos, en jugo o en infusión de sus bayas secas.
Arándanos rojos. El arándano rojo (Vaccinium macrocarpon), es un pariente cercano de nuestro arándano, pero originario de EE.UU. Es un superalimento rico en proantocianidinas (especialmente peonidina y petunidina), polifenoles con acción antioxidante y taninos. Se emplea para elaborar mermeladas y aderezos culinarios.
Existen estudios iniciales que señalan que el arándano rojo puede inhibir la adhesividad de las bacterias en las mucosas del organismo, especialmente en la vejiga urinaria y en la uretra.
Se emplea como tratamiento preventivo de cistitis, vejiga irritable y personas nerviosas con micción frecuente o con infecciones de repetición (como es el caso de personas con sonda urinaria). Y en las personas con incontinencia puede reducir el olor amoniacal de la orina producido por un exceso de urea.
Se pueden consumir en cápsulas, pero también los frutos enteros (30 g diarios o más en el tratamiento de las infecciones urinarias), en forma de jalea, mermelada o jugo (de 30 a 300 ml diarios en caso de infección urinaria).
Setas shitake. De origen japonés, las setas shitake (Lentinus edodes) hoy ya se encuentran sin dificultad en nuestros mercados, porque se cultivan aquí. A partir del shitake se elaboran numerosos medicamentos naturales. Por su notable contenido en lentinanos se ha recomendado como estimulante del sistema inmunitario y podría ayudara reducir el riesgo de sufrir cáncer. Además, es un reductor del colesterol y rejuvenecedor en general.
Ajo. Es el rey de los superalimentos, ya que sus virtudes medicinales son tantas que han merecido libros y numerosos estudios científicos. Los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea se atribuyen en gran parte al consumo de ajo.
Su efecto se debe a la presencia de una sustancia, la alicina, que se transforma en aliína, más potente, mediante la oxidación. Sus componentes azufrados y la alicina mejoran la circulación, estimulan la inmunidad e incluso se considera que pueden ayudar en la prevención de determinados tipos de cáncer. Numerosos estudios avalan su eficacia relativa en casos de cáncer de próstata, de estómago y colorrectal.
Resulta útil para reducir el colesterol, los triglicéridos y la aterosclerosis, y con ello el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular. Actúa además como un excelente antimicrobiano, efectivo incluso en el tratamiento complementario del sida y en las afecciones por hongos. Estimula el sistema inmunitario y es un excelente pectoral en casos de bronquitis, ya que fluidifica las secreciones y aumenta la expectoración.
La dosis preventiva de la mayoría de estos trastornos es de un diente crudo de ajo al día, pues el cocido pierde hasta un 90% de su efectividad medicinal.
Pomelo. El pomelo es rico en vitamina C, fibra y potasio, además de nutracéuticos como naringina, limonina, quercetina, kaempferol y turanocumarinas (bergamotina). Se recomienda para reducir el colesterol y la aterosclerosis, en caso de psoriasis y para prevenir el cáncer y el asma. Tanto la fruta como las semillas inhiben un proceso hepático del llamado citocromo p450, lo cual en general estimula la acción y permanencia de medicamentos muy variados. Por ello, hay que comprobar que el consumo de esta fruta no interaccione con el efecto de determinados fármacos que se pudieran estar tomando. Las semillas ejercen una acción antiinfecciosa.