¿Qué comer para eliminar los tics nerviosos?
«Un tic es un movimiento involuntario repetitivo brusco de aparición rápida no controlable y sin finalidad». Así lo define el diccionario. Hoy los vemos globalmente extendidos, y con soluciones que hasta ahora han estado siempre cerca de la psicología y la medicina psiquiátrica, según la intensidad del problema. ¿Podemos hacer alguna otra cosa? Por ejemplo, la comida, ¿tiene algo que ver?
Tipos de tics nerviosos
Los tics nerviosos pueden ser similares a los espasmos, o también sonidos repentinos incontrolables. A veces aparecen incluso en reposo. Se sabe que mejoran tras el descanso nocturno y empeoran en situación de estrés, falta de sueño o fatiga.
- Lostics motores son similares a espasmoscomo, por ejemplo, pestañear mucho, elevar los hombros, girar la cabeza, tocarse la nariz, hacer muecas, etc.
- Los tics vocales se refieren a ruidos y sonidos que produce la persona, por ejemplo movimientos guturales, carraspear, toser sin necesidad.
Según la duración del tic, pueden clasificarse como crónicos, cuya duración puede ser superior a un año, o transitorios.
Entre los tics nerviosos más habituales, encontramos:
- Tocarse la nariz • Tronar los dedos • Rechinar los dientes • Morderse los labios • Encogerse los hombros • Pestañear rápidamente • Mover la cabeza hacia los laterales.
Entre los tics vocales complejos:
- repetición de las palabras y sonidos de uno mismo (palilalia).
- repetición de la última palabra o frase que se haya oído (ecolalia).
- insultos y palabras socialmente inaceptables (coprolalia).
Las causas
Existen dos tipos de tics nerviosos: los de etiología (se generan de forma involuntaria) y los de neurofisiología (se deben a deficiencias en el sistema nervioso o a daños en el cerebro). Los primeros son los más comunes e implican una cantidad limitada de músculos.
Los tics suelen aparecer asociados a situaciones de estrés o de mucha tensión emocional. Existen factores ambientales (estrés, ansiedad, aburrimiento, friustración, insatisfacción) y psicológicos asociados tanto a la aparición como al afianzamiento de los tics. Entre las causas encontramos:
- Tensión excesiva • Inseguridad y temores • Sentimientos de culpa • Carácter obsesivo compulsivo • Ingesta de ciertos medicamentos • Represión de los sentimientos o emociones • Accidentes cerebrovasculares • Efectos colaterales de una cirugía.
La genética es un factor de riesgo, pero no es determinante. Hay líneas de investigación que se centran en los niveles de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina como posibles facilitadores de que aparezcan y no se puedan controlar los tics. Se está intentando comprobar que el exceso de dopamina podría ser un factor desencadenante de tics.
Niños y mayores
La mayoría de las personas han experimentado tics nerviosos en algún momento de su vida. Es común que estén presentes en la infancia, pero que desaparezcan con el paso de los años.
En el caso de los niños, evitaremos situaciones estresantes y castigos. Por el contrario, analizaremos el tic para ayudarle a eliminarlo haciendo que se sienta bien y útil, por ejemplo, ayudándonos en tareas sencillas.
El problema se genera cuando, una vez se llega a la edad adulta, el tic se cronifica, con conflictos en la autoestima y estados de ansiedad.
En el caso de los tics oculares, por ejemplo, las primeras causas serán el estrés y la falta de sueño, pero también la sequedad ocular, vista cansada, alcohol, exceso de excitantes (cafeína) y una mala alimentación.
¿Podemos eliminar un tic nervioso?
El tratamiento depende del tipo de tic y de la frecuencia y consecuencias para la persona afectada.
Si se trata de un tic motor discreto e infrecuente (sin ninguna otra alteración) lo más probable es que el terapeuta no proponga ninguna actuación, pero en caso de tics motores complejos o vocales lo normal es seguir un tratamiento médico para atenuar los síntomas y conductual, mediante psicoterapia.
Al estar relacionados con el estrés y la ansiedad disponemos, junto a las terapias que nos ofrece la psicología, de abundantes recursos al alcance de todos, como el yoga, los masajes y la meditación.
Más de la mitad son leves
En casi la mitad de los casos, los tics son de carácter leve y remiten espontáneamente.
Sin embargo, en caso de una duración mayor de un año, o bien si aparecen nuevos tics para añadir al ya existente, entonces es conveniente una valoración médica. Si se descarta una enfermedad orgánica que lo explique, suele recomendarse un tratamiento psicológico.
En cambio, si está relacionado con otros trastornos, como pueden ser un Trastorno por déficit de atención (TDH) o un Trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el tratamiento es diferente y lo normal es que intervenga un psiquiatra, o bien el neurólogo, el médico de familia y el psicólogo.
Síndrome de Gilles de la Tourette
Dentro de los tics debemos mencionar el Síndrome de Gilles de la Tourette, (es el nombre del neuropsiquiatra francés que lo describió en el siglo XIX). Se trata de un trastorno neurológico de base genética que se manifiesta antes de los 18 años en forma de múltiples tics motores y vocales que perduran más de un año.
Suele iniciarse con movimientos motores involuntarios de la cara, brazos o tronco. El primer síntoma suele ser un tic facial (parpadeo, elevación de las alas nasales, gesticulaciones…), y pueden añadirse otros tics. Estos tics son involuntarios, frecuentes, repetitivos y rápidos. Pueden aparecer también tics vocales (gruñidos, carraspeos o gritos). Suele acompañarse de bajo rendimiento en el caso de escolares o estudiantes y exclusión social.
Farmacología
El tratamiento farmacológico convencional requiere que el médico intervenga y siga el caso. Suelen emplearse neurolépticos; son de absorción lenta y su efecto se nota al cabo del tiempo. Además, si se abandona el tratamiento, hay empeoramiento clínico.
También el metabolismo puede alterarse por la ingesta alimentaria o bien por tratamientos relacionados con otros fármacos que la persona pueda precisar (por ejemplo, los antiácidos).
Para el control de la ansiedad secundaria suelen aparecer además los ansiolíticos y antidepresivos. A pesar de que la respuesta al tratamiento no es inmediata suelen controlarse bien los síntomas.
¿Y la comida?
No deja de sorprender lo poco que se estudia la nutrición en las Facultades de Medicina, siendo un elemento de primer orden –si exceptuamos los traumatismos– en todas las cuestiones de salud. En 1996, Michael Gerson redescubrió que tenemos un «segundo cerebro» en nuestras tripas. Desde entonces puede decirse que vivimos una auténtica revolución psicobiótica, y no sólo relacionada con la microbiota intestinal, sino con todo el organismo.
Mucho más allá de la recomendación de incluir alimentos ricos en fibra natural para evitar enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, hoy se sabe, por ejemplo, que la buena salud depende de biofilms saludables.
Parece exótico, pero pisamos biofilms cada vez que caminamos sobre una roca cubierta de líquenes, y comparten sus características de resiliencia y solidaridad. La actividad de los biofilms es una maravilla de complejidad, que vale la pena descubrir. Entonces las recomendaciones dietéticas os parecerán lógicas y pasarán a formar parte de un estilo de vida saludable:
Evitar excitantes; eliminar el azúcar y reducir la sal; equilibrar la balanza de alimentos crudos y cocinados; reducir al máximo la omnipresencia de ingredientes o platos preparados, así como las proteínas de origen animal… A los pocos días, suelen notarse los efectos. Entonces podemos considerar otras medidas, como la restricción calórica. Todo ello, además de revalorar y apreciar los sabores sencillos, nos llevará, junto al resto de medidas, al fin de los tics.