La cantidad de plantas medicinales que poseen una acción beneficiosa sobre los padecimientos del hígado y de la vesícula biliar es relativamente elevada. Muchas de ellas se conocen desde hace muchos siglos. Otras, en cambio, se han descubierto no hace tantos años, gracias a estudios experimentales, colocando una sonda duodenal y analizando la cantidad y calidad de la bilis emitida tras la administración de toda una larga serie de plantas medicinales, tanto en forma de infusión como de extractos.
Textos: Redacción de Integral,
con informaciones de Frederic Vinyes (médico naturista)
Hígado, vesícula y vías biliares
Hoy en día existe una gran cantidad de pacientes con molestias en la vesícula y vías biliares que se someten a una intervención quirúrgica para librarse de sus padecimientos. Es cierto que gracias a los progresos experimentados en la práctica de la anestesia y en la técnica quirúrgica, se presentan actualmente menos riesgos de que surjan complicaciones que hace unos años. Sin embargo, el número de enfermos operados de la vesícula biliar es tan elevado que muchos son los pacientes que presentan trastornos postoperatorios.
Es el conocido «síndrome post-colecistectomía» del que tanto se habla en medicina y que no pocas veces requiere una nueva intervención quirúrgica.
Fitoterapia, un recurso no agresivo
El tratamiento a base de determinadas plantas medicinales desempeña aquí un importante papel. No hay que olvidar, por otra parte, que la inmensa mayoría de las colecistopatías (padecimientos de la vesícula y vías biliares) se presentan en estado latente y muchas veces se trata, en realidad, de trastornos funcionales crónicos (disquinesias).
Las plantas medicinales que vamos a emplear en estos casos serán aquellas que posean no sólo una destacada acción colerética (aumento de la secreción de bilis por el hígado) y colagoga (aumento o aceleración de la evacuación de la bilis por estímulo de la contracción de la vesícula biliar), sino además, a ser posible, espasmolítica (antiespasmódica), carminativa (que impide la formación o favorece la expulsión de gases intestinales), tonificante (donde determinados «amargos» –ajenjo, cardo mariano, etc.– desempeñan un importante papel) o laxante.
Estreñimiento. Es frecuente que padecimientos de la vesícula biliar se acompañen de estreñimiento; observándose, a menudo, cómo la regulación de las deposiciones intestinales actúa de forma muy favorable sobre la evolución de la enfermedad biliar.
Conviene seguir una serie de normas dietéticas generales, como evitar alimentos grasos, fritos o cocinados con aceites recalentados. Limitar su uso al máximo o poner gran cuidado con las legumbres, las especias fuertes (dosis elevadas), las verduras flatulentas (col, coliflor, etc.) y la fruta en gran cantidad.
La vesícula. Por otra parte, en el caso de una colecistopatía aguda es evidente que no emplearemos plantas medicinales que estimulen una vesícula ya de por sí hipersensible. En tales casos, para combatir el doloroso “cólico hepático” (o «biliar») podremos administrar tintura de Belladona (o medicamentos que contengan su alcaloide atropina) de poderoso efecto espasmolítico.
Trastornos hepáticos. Un apartado importante lo ocupan, actualmente, las enfermedades del hígado, cada vez más extendidas, por cierto, entre la población. Nos referimos tanto a la hepatitis epidémica aguda, como a la hepatitis crónica y a la llamada «esteatosis hepática» (infiltración y degeneración grasa del hígado) tan frecuente en la sociedad occidental de nuestros tiempos, habituada a una sobrealimentación y a un abuso en el consumo de alcohol.
Lo que comemos. Por regla general, el mejor tratamiento, en cales casos, es seguir una serie de normas dietéticas, como evitar alimentos grasos, fritos o cocinados con aceites recalentados. Limitar su uso al máximo o poner gran cuidado con las legumbres, las especias fuertes (dosis elevadas), las verduras flatulentas (col, coliflor, etc.) y el consumir fruta en gran cantidad (lo que no es recomendable en estos casos).
Calor local. Una importante medida práctica es la aplicación, sobre la región del hígado, de calor local, (en forma de saquito de heno, emplasto de patatas, barro caliente, etc.), después de cada comida.
Los medicamentos a que suele recurrir la medicina oficial en estos casos varían, desde las inofensivas sustancias lipotrópicas y el complejo vitamínico B, hasta los peligrosos corticoides y fármacos inmunosupresores, sin que en la mayoría de los casos esté demostrada su verdadera eficacia.
La importante utilidad de las plantas medicinales
Grandes perspectivas poseen, en cambio, ciertas plantas medicinales, entre las que cabe destacar el cardo mariano (Sylibum marianum) que podemos considerar como la planta de elección en el tratamiento de las hepatitis, tanto agudas (víricas) como crónicas, y de la extendida «esteatosis hepática», con las ventajas, frente a otros medicamentos, de estar desprovista de acciones secundarias indeseables (no hay toxicidad). Dentro de las posibilidades fitoterapéuticas del tratamiento de las enfermedades del hígado, vesícula y vías biliares, cabe destacar:
El poder curativo de lo amargo:
AJENJO (Artemisia absinthium)
Sus propiedades medicinales se conocen desde muy antiguo; se trata de un Amarum aromaticum, gracias a las sustancias amargas y aceites aromáticos que contiene. Su empleo como aperitivo, tanto en forma de infusión, como formando parte de determinados vinos o «wermuts» (nombre del ajenjo en alemán) ha gozado desde siempre de una gran tradición.
De su composición química nos interesan principalmente esas sustancias amargas que contiene y que determinan su acción medicinal. Ésta es debida, en el caso que nos ocupa, a una acción carminativa, por una parte, y colerética-colagoga, por otra.
De destacar es también la presencia en pequeña proporción de un aceite aromático (oleum absinthii: 0,2-0,5% en la planta) que produce un beneficioso efecto estimulante sobre el sistema nervioso central y tonificante de la vesícula y vías biliares.
El empleo de dicho aceite aromático en una mayor concentración de la que se presenta en la planta es nocivo para la salud, tal como ocurre en la absenta (bebida alcohólica que por dicho motivo esta prohibida en muchos países).
El ajenjo es un excelente remedio, tanto para combatir los trastornos funcionales de la vesícula y vías biliares como en el caso de una latente colecistopatía, es decir, para el paciente aquejado de molestias debidas a un estómago atónico y con una insuficiente secreción de jugo gástrico.
Son síntomas tras los cuales suele hallarse una colescistopatía latente que, a su vez, suele ser la responsable de pequeños trastornos y molestias después de ciertas comidas (sensación de repleción intestinal, formación de gases, etc.).
Cómo se toma
- Infusión: 1 cucharadita de ajenjo en una taza de agua hirviendo. Se deja reposar unos 10 minutos y se tomará bien caliente después de cada comida, ya que nos interesa principalmente su acción sobre la vesícula biliar y no como aperitivo o tónico estomacal (antes de las comidas).
En cuanto a su característico sabor amargo es inútil tratar de endulzarlo con miel o azúcar, ya que lo dulce con lo amargo no se combina bien. Es preferible dejar su sabor natural, al que pronto uno se acostumbra.
- Tintura (disolución alcohólica): de 10 a 30 gotas, tres veces al día. Normalmente haremos uso del ajenjo, tanto en forma de una cura (toma periódica) de tres a cuatro semanas, como tras un error dietético (comida copiosa, rica en grasas, etc.) o excitación psíquica (estrés, preocupaciones, accesos. de ira, etc.).
Existe además un par de plantas aromáticas condimenticias que pertenecen a la misma familia botánica que el ajenjo. Se trata del estragón (Artemisia dracunculus) de gran aprecio en la cocina francesa, y el abrótano (Artemisia abrotanum). Ambas deberían ser empleadas más a menudo por parte de aquellas personas que padecen trastornos de la vesícula biliar.
CARDO MARIANO (Silybum marianum).
Esta planta medicinal es conocida y empleada con el nombre de »amara» desde antiguo. Reciben el nombre de «amara» una serie de plantas medicinales caracterizadas por su sabor amargo y por la facultad de estimular la secreción de jugo gástrico y desarrollar una acción tónica del organismo en general.
Su uso había decaído en los últimos tiempos, hasta que gracias a una serie de nuevas investigaciones, se les descubrió un principio activo (Silimarina), gracias al cual se considera al cardo mariano la mejor planta medicinal de que disponemos en el tratamiento de las enfermedades del parenquima hepático (en particular las hepatitis).
Han sido demostradas en laboratorio sus virtudes curativas en enfermos del hígado), y por estudios toxicológicos se ha demostrado su inocuidad. En cuanto a su acción farmacológica, cabe mencionar una notable y probada acción protectora hepática a la vez que curativa, por acción directa sobre la membrana de las células del par enquima hepático, es decir, de las células que forman propiamente el hígado.
El cardo mariano estará pues indicado en padecimientos del hígado, como cirrosis hepática, la degeneración grasa del hígado (esteatosis hepática), así como en la hepatitis, tanto aguda como crónica. En este último caso, el paciente, al cabo de un par de semanas de tratamiento con cardo mariano, suele experimentar una notable mejoría de su estado general, recuperando paulatinamente sus fuerzas y aumentando el apetito.
Los trastornos a nivel del estómago e intestino mejoran, disminuyendo, a su vez, la sensación de opresión en la parte superior derecha del abdomen (zona hepática). Las cifras de bilirrubina y transaminasas en suero (valores que suelen hallarse alterados en las hepatitis) tienden a normalizarse, lo que prueba una evolución favorable del curso de la enfermedad.
Cómo se toma
- Infusión: se emplean los frutos de la planta (Fructus Cardui Mariae). La dosis es de 1 cucharadita por taza de agua hirviendo, dejándose reposar de 10 a 15 minutos. Se toma bien caliente y a pequeños sorbos, 3 o 4 veces al día (por las mañanas, en ayunas; media hora antes de la comida y cena, y por la noche antes de acostarse).
Es recomendable añadir a la infusión unas hojas de menta, no sólo para mejorar su sabor, sino también como refuerzo de su acción medicinal.
- Tintura (solución alcohólica): 20 gotas, de 3 a 4 veces al día.
- Extractos farmacológicos: Legalón, Hepafungin, etc.
ALCACHOFA (Cynara Scolymus)
La alcachofa es una verdura bien conocida, de la que se consumen las pequeñas hojitas apiñadas que protegen las flores, el «corazón» de la alcachofa. Sus virtudes como «amara», conocidas desde antiguo, se deben a una sustancia amarga que posee (Cynaropitrina) y que se localiza en las partes verdes de la planta.
Recientemente se aisló una nueva sustancia de sus hojas (Cynarina), y a la cual cabe atribuir:
- Una notable acción colerética, por la que se produce una clara mejoría de los trastornos digestivos (dispepsias), disminuyendo la molesta sensación de repleción (gases intestinales) y las náuseas que aquejan a la mayor parte de los enfermos del hígado y la vesícula biliar.
- Estimulación de las funciones de desintoxicación hepática, de forma parecida a la del cardo mariano, a la vez que favorece la regeneración de las células del hígado y facilita una mayor irrigación sanguínea del mismo.
- Disminución de las cifras de colesterina en el suero sanguíneo, por su acción inhibidora de la lipolisis. Tiene además la ventaja, frente a los derivados del ácido nicotínico (medicamentos que suelen emplearse para combatir hiperlipemias y la arteriosclerosis) de no presentar los efectos secundarios indeseables de éstos.
La beneficiosa influencia que se observa en el tratamiento de colelitiasis («piedras» en la vesícula biliar), se debe precisamente a la estrecha relación que existe entre el metabolismo de la colesterina y la formación de cálculos («piedras») biliares.
CELIDONIA (Chelidonium majus)
Al igual que la adormidera y la amapola, la celidonia pertenece a la familia de las papaveráceas; plantas que se caracterizan fundamentalmente por segregar un líquido (látex) cuando se cortan y presentar gran diversidad de alcaloides, algunos de los cuales son muy activos o tóxicos (como por ejemplo la morfina, obtenida a partir del opio de la adormidera).
Destaca en la celidonia un principio activo (alcaloide) de notable acción espasmolítica, tanto de las vías biliares como de los bronquios. Además, la planta desarrolla un suave efecto sedante.
Para que la celidonia pueda usarse como planta medicinal es indispensable que haya sido recolectada recientemente (no más de 6 meses), ya que con el tiempo sus principios activos pierden eficacia.
Cómo se toma
- Infusión: 2 cucharaditas (hierba entera, desecada y troceada) por taza de agua hirviendo. Se deja reposar unos 10 minutos y se toma bien caliente, tres veces al día, entre las comidas. Normalmente una cura con celidonia dura unas tres semanas.
- Tintura (solución alcohólica): 20 gotas, 3 veces al día. Si queremos conseguir una acción colagoga más intensa, podemos combinar dicha cintura con las de cardo mariano y belladona, y con los aceites aromáticos de la menta.
MILENRAMA (Achillea milefolium)
Es una hierba vivaz de hojas muy aromáticas, también a la familia de las compuestas y una «tonicum amarum» con propiedades antiinflamatorias, carminativas y espasmolíticas. Se emplea como tónico-aperitivo, en ginecología (para combatir espasmos en los órganos sexuales femeninos) y para tratar determinados padecimientos de la vesícula y vías biliares), si bien en este último caso su acción no es tan marcada como la de las demás plantas que hasta ahora hemos visto, por lo que se la considera más bien como planta de «segunda línea».
Cómo se toma
- Infusión: 1 cucharadita (hierba entera cortada a trocitos) por taza de agua hirviendo. Se deja reposar unos 15 minutos y se toma bien caliente (3 tazas al día).
- Otras formas de empleo: como zumo (planta recién recolectada) o como aditivo (decocción) para baños.
Plantas con acción similar a la milenrama son la perpetua (Helichrysum stoechas) y la balsamita o hierba de Sta. María (Tanacetum balsamita).
DIENTE DE LEÓN (Taraxacum officinale)
¿Quién no conoce al diente de león, la pequeña planta que tantos prados cubre de tonos amarillos? En primavera, cuando aparecen sus primeras hojas, todavía tiernas, pueden emplearse en ensaladas por su valor medicinal y por su sabor ligeramente amargo y aromático.
Se creyó, en un principio, que su acción medicinal era debida sobre todo a su gran riqueza en vitamina C y a las sustancias amargas (acción tonificante) que contiene. Investigaciones posteriores mostraron, además, la presencia de sustancias de actividad enzimática que desarrollaban un estímulo o activación del metabolismo celular del organismo en general, destacando éste particularmente a nivel del hígado (aumentando la producción de bilis), de los riñones (aumentando la diuresis, es decir, la cantidad de orina eliminada) y del tejido conjuntivo (constituyendo una de las plantas medicinales adecuadas para el tratamiento de artrosis y otros padecimientos reumáticos).
Podemos decir, pues, que el diente de león presenta una notable acción depurativa, puesto que favorece la eliminación de escorias y restos metabólicos, tanto del hígado como de los riñones. Y todavía podemos añadir algo más: Recientemente se ha demostrado su acción beneficiosa, no sólo en el tratamiento de los padecimientos de la vesícula y vías biliares, sino también en combatir la tendencia o disposición a formarse cálculos («piedras») en la vesícula biliar.
No resuelve los que ya están formados, pero impide la tendencia a formarse otros nuevos, siempre, claro está, que se tome de forma preventiva durante un cierto tiempo. Son las famosas curas de primavera y otoño (de 4 a 8 semanas) que tanto alivio y favor suministran a quien las sigue.
Cómo tomarlo
- Infusión: (Se emplea la planta entera, raíz incluida): 1-2 cucharaditas por taza de agua. Se coloca al fuego dejando que hierva durante 1 minuto y que repose durante unos 10. Se tomarán 2 tazas al día (mañana y noche).
- Zumo: (planta prensada): 1 cucharada disuelta en ½ vaso de agua.
En el próximo número veremos el resto de las valiosas plantas medicinales para el hígado y la vesícula.