Creo que todos somos conscientes de que el mindfulness no es una panacea, pero es incuestionable que en estos tiempos difíciles y convulsos que nos ha tocado vivir, su práctica puede ayudarnos enormemente. Ello es especialmente aplicable a aquellos colectivos más vulnerables, como el de los adultos mayores.
La calma
Envejecer estando a la altura de ello, es decir, con aceptación, curiosidad, agradecimiento e ilusión, ya es de por sí un reto. En la vejez, a menudo nos asaltan sentimientos de incerteza, miedo, fragilidad. No es una etapa fácil de nuestro ciclo vital, pero es, sin dudar, una de las más fascinantes, desde nuestra adolescencia no nos habíamos enfrentado a un periodo tan cambiante y lleno de desafíos.
Así pues, tendremos que trabajar a conciencia para lograr vivir nuestra ancianidad de forma plena, con alegría y llenos de confianza. Entrenar el músculo de la atención es básico para conseguirlo y requiere perseverancia, atención y compromiso personal. Calmar la mente, tranquilizarnos, relativizar, tener conciencia del momento presente, con aceptación y amabilidad, son los pilares para reducir el estrés y la ansiedad y poder lidiar mucho mejor con todas las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestro día a día.
Mindfulness
Los beneficios del mindfulness se encuentran ampliamente documentados en distintas publicaciones de medicina y psicología. Tanto el mindfulness como el yoga forman parte de los llamados programas de envejecimiento saludable y activo que promueven la salud física y mental, así como los valores de la gente mayor. Estos programas se están llevando a cabo con mucho éxito, en diferentes ámbitos y en distintos países del mundo.
Son muchos los estudios que demuestran cambios en el cerebro, principalmente en el área frontal izquierda, región que está asociada al afecto positivo y la regulación de las emociones. Entre otros, el estudio del año 2005 de la doctora Sara Lazar, profesora de la Facultad de Medicina de Harvard, que descubrió un aumento de la ínsula, región implicada en la percepción de sensaciones internas y que se considera básica para percibir las emociones. Según la doctora Lazar, el mindfulness puede compensar algunas de las pérdidas debidas a la edad, ya que la corteza y la ínsula suelen empezar a deteriorarse a partir de los 20 años. Afirma que “la meditación puede tener un efecto muy serio en el cerebro que va mucho más allá de sentarse y meditar, lo que puede tener un impacto muy positivo en la vida cotidiana”.
Endorfinas y emociones
Además reduce la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, y estimula la producción de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad. La práctica del mindfulness nos ayuda a regular nuestro estado emocional, nos da calma aportando una perspectiva de la vida, nos ayuda a relativizar, de manera que no nos tomemos las cosas de una forma tan personal.
La calidad de vida de los practicantes mejora claramente, por ejemplo, emocionalmente disminuyen los sentimientos de soledad —que suelen ser muy comunes en edades avanzadas—. Aprendemos a disfrutar de los pequeños regalos que la vida nos ofrece a cada momento, y descubrimos de nuevo, como un niño, las maravillas del mundo que nos rodea. Todo ello mejora también la calidad del sueño, lo que repercute positivamente en el sistema inmunológico, asimismo también han podido apreciarse efectos antiinflamatorios.
En el mindfulness aplicado a la gente mayor nos centramos siempre en sus habilidades más que en las limitaciones lógicas que puedan tenerse por la edad. Como muy bien indica Jon Kabat-Zinn “en la medida en que respiras, hay en ti, independientemente de lo que ocurra, más cosas buenas que malas”. Se trata de potenciar la confianza, la autoestima y los recursos naturales innatos que todos poseemos, para vivir una vida más rica, más plena y más feliz, en un mundo en constante cambio y que, a veces, percibimos como hostil.
M.Teresa Palomas
Docente de Hatha Yoga, especializada en Dru Yoga / Instructora de Mindfulness
- Para saber más en: Mindfulness para mayores (Ed. Kairós) y Yoga y meditación para gente mayor (Ed. Siglantana).
- Más sobre mindfulness en Integral 458, 466, 470, 509 y 523.
Cómo estimular la glándula timo
la glándula que reduce el estrés y mejora las defensas
Desperezarse es un buen ejercicio matutino (ver Integral 450 y 471), que nos estimula, incluidas las defensas. Y estimulando el timo contribuimos a potenciar nuestra salud por dos vías: favorecemos la relajación y activamos el sistema inmunitario. Con este sencillo ejercicio*, lo puedes practicar como una meditación.
El estrés puede ser unas de las principales causas de un sistema inmunitario débil. Esto es debido a la afectación que sufre la glándula del timo durante periodos de tensión o agobio. La glándula del timo, también conocida como “la glándula de la felicidad”, se encarga de la producción y de la maduración de los linfocitos T, células indispensables para combatir los ataques de posibles patógenos.
Cuando estamos estresados, el timo se resiente y disminuye la producción de las células combatientes de las gripes y los resfriados.
Ejercicio para estimular el timo
Podemos aprender a estimular el timo para que ayude al organismo a obtener más células “buenas” y mantener así el sistema inmunitario fuerte y sano.
- Primero, debemos saber dónde está el timo. Lo encontrarás en el esternón (es el hueso plano que está en medio del pecho).
- Ahora, pasaremos a su estimulación. Para estimular el timo simplemente has de darte ligeros golpecitos con el dedo anular, índice y/o corazón de tu mano derecha o izquierda en el timo.
- Puedes estar entre treinta segundos y dos minutos dando los pequeños golpecitos.
- También puedes contarlos. Entre 30 y 40 golpecitos es suficiente.
- Aprovecha para conectar con la respiración, sentir tu cuerpo y regalarte un momento de pausa a lo largo del ajetreo diario.
Con informaciones de Vilma Montoliu (naturópata).