Los sabañones eran muy conocidos antiguamente, cuando los sistemas de calefacción no estaban al alcance de casi nadie y el frío del invierno causaba estragos en la salud de muchas personas. Sin embargo, todavía se sigue padeciendo en la actualidad este trastorno circulatorio. La llegada de los fríos Invernales puede coincidir en muchos casos, con su aparición, pero no es el frío la causa directa de sabañones, sino la alternancia de calor y frío. Curiosamente, esta alternancia puede convertirse en el mejor remedio.
Textos: Blanca herp, con informaciones del Dr. Santiago Giol (médico naturista)
¿Qué es un sabañón?
En medicina se dice que “eI sabañón o eritema pernio es una tumefacción más o menos circunscrita de la piel, pruriginosa, a veces flictenular y hasta ulcerada, producida por el frío y que se presenta general mente en los dedos de las manos y de los pies, orejas…”
Para hacer más comprensible esta definición académica diremos que:
- Eritema es un enrojecimiento de la piel. producido por la congestión de los vasos capilares, enrojecimiento que desaparece momentáneamente al dejar de presionarlo con el dedo.
- Pernio o perniosis es aquella afección cutánea producida por el frío.
- Tumefacción es sinónimo de hinchazón, es decir, aumento de volumen.
- Pruriginosa significa que produce picor o comezón.
- Flictenular es una lesión cutánea elemental que consiste en una ampolla o vesícula, llena de suero. La más típica es la producida por quemaduras.
En realidad, el sabañón es una congelación de primer grado. Las congelaciones (lo mismo que las quemaduras) se han clasificado en tres grados según la intensidad de las lesiones producidas en el organismo.
A pesar de la importancia del frío en la aparición de los sabañones, hay otros factores, que también favorecen su aparición:
- La humedad, que facilita la pérdida de calor, afecta sobre todo a los pies con calcetines mojados, puesto que se pierde gran cantidad de calor por conducción a través de la ropa mojada. Por eso se recomienda cambiar lo más pronto posible los calcetines u otras ropas cuando accidentalmente, o por la lluvia, éstas se mojan.
- El viento, que contribuye a la dispersión del calor orgánico.
- Los cambios de temperatura muy bruscos, que no dan tiempo a una correcta adaptación de los vasos sanguíneos.
- El tabaco porque, la acción vaso-constrictora de la nicotina, dificulta la reacción vascular.
- El alcohol, que ocasiona una gran pérdida de calor al producirse una vasodilatación periférica, (dilatación de los vasos superficiales del cuerpo).
- La falta de ejercicio muscular. En tiempo frío, y a la intemperie, no conviene estarse mucho tiempo parado. ya que ello favorece la presencia de sabañones.
Junto a todos estos factores, aparece un factor individual que predispone la aparición de sabañones, afecta éste a personas con retardo circulatorio, que constantemente tienen las manos y los pies fríos.
En la resistencia corporal al frío influye mucho la habituación: las personas acostumbradas a vivir en países fríos, o aquellas que en invierno no se abrigan en exceso, consiguen una adaptación vasomotriz, lo cual hace que el organismo se adapte a cambios extremos de temperatura sin verse afectado.
Prevención de los sabañones
Las personas que padecen sabañones con frecuencia no deben considerarlos corno una molestia meramente local, sino corno expresión de un desequilibrio general del organismo. Por este motivo es aconsejable, de forma preventiva, la tonificación general del mismo mediante la gimnasia, los baños de sol, la alimentación adecuada, etc.
La gimnasia, el deporte, el ejercicio muscular reglado, al estimular la circulación de la sangre y tonificar al organismo, contribuyen a prevenir los sabañones. Los baños de sol constituyen, asimismo, un tratamiento preventivo eficaz, siendo también curativos cuando se aplican sobre el sabañón instaurado.
En todas las épocas, pero sobre todo en invierno, debernos suprimir aquello que dificulte la circulación de la sangre: zapatos estrechos, calcetines o medias apretadas, guantes excesivamente justos, etc.
Corno recomendación local, para evitar la presencia de sabañones, frotar las manos, pies, orejas, etc. de forma vigorosa cuando notemos su enfriamiento.
Tratamiento
EI remedio tradicional para el tratamiento de los sabañones ha sido siempre el baño alternativo frío y caliente. Puede sorprender que la causa de la afección sea, en apariencia, la misma que se aplique para curarla. ¿Por qué, si nos acercarnos con las manos o pies fríos a un foco de calor fomentarnos la aparición de sabañones y si sumergirnos alternativa mente las manos o zonas afectadas en agua primero fría y después caliente, lo que hacernos es combatirlos?
Importa constatar que, en este segundo caso, al sumergir la mano en el agua, el calor es húmedo, mientras que en el primero el calor es seco, lo cual favorece. la desecación de los tejidos, contribuyendo a la mortificación de las células, lo que da lugar a la aparición de sabañones. Para curar los sabañones conviene actuar de la siguiente forma:
- Preparar un recipiente, adecuado para tratar la parte afectada, con agua fría (a temperatura de salida del grifo).
- Preparar otro recipiente con agua caliente, al límite de lo tolerable y procurar que se mantenga a esta temperatura añadiendo agua caliente a medida que se enfríe. Mejoraremos las características del baño, si en lugar de agua sola utilizarnos una decocción de hojas de nogal obtenida al hervir durante 15 minutos seis cucharadas de hojas por cada litro de agua. Son precisamente las propiedades astringentes de dichas hojas las que favorecen la curación de los sabañones, incrementando el efecto de este baño alternante caliente frío.
- Frotar con las manos a tratar y, a continuación, sumergirla en el recipiente de agua caliente. Mantenerla allí durante unos tres minutos.
- Pasado este tiempo, introducir lazo na afectada durante 30 segundos en el recipiente de agua fría.
- Repetir la operación tres veces como mínimo.
- Terminar con un baño caliente de medio minuto.
- Hacer todo lo expuesto como mínimo tres veces por día.
Cuando los sabañones están agrietados o ulcerados es muy eficaz untarlos con zumo de limón, el cual une a sus efectos como desinfectante el activar la cicatrización de las grietas o úlcera. Es conveniente untar el sabañón tres o cuatro veces al día hasta que cicatrice.
Asimismo, el aceite de almendras dulces, por su efecto emoliente al relajar y ablandar el eritema, favorece la curación. Debe aplicarse localmente, untando la zona afectada por el sabañón.
Aromaterapia en caso de sabañones
- Si tienes los pies muy fríos al llegar a casa, date unas friegas con una mezcla a base de 10 ml de aceite de pepita de uva y 5 gotas de árbol del té. También puedes aplicar una gota de aceite esencial puro sobre los sabañones y frotar con mucha suavidad para no irritar todavía más la zona.
- Para activar la circulación, puedes darte un masaje con una mezcla a base de 50 ml de aceite de almendras dulces, 5 gotas de aceite de germen de trigo, 10 gotas de romero, 10 de pino, 5 de pimienta negra y 5 de jengibre.
- También es recomendable una compresa, con agua caliente y 5 gotas de cualquiera de estos aceites esenciales.
Aceites esenciales recomendables: Árbol del té • Manzanilla • Eucalipto • Milenrama • Geranio • Pimienta negra • Jengibre • Lavanda • Pino • Lima • Romero.
Acción del frío sobre la piel
El frío actúa sobre las arterias y venas produciendo una vaso-constricción, es decir, una disminución del diámetro de los vasos, lo cual en realidad es un mecanismo de defensa para disminuir las pérdidas de calor del organismo, y que a su vez produce una isquemia (dificultad en el aporte sanguíneo). Todo ello hace que se presente anoxia en los tejidos orgánicos, es decir, disminuye, por falta de circulación sanguínea, el porcentaje de oxígeno necesario para mantener los tejidos en perfectas condiciones.
En una segunda fase, la piel toma un color rojo azulado, con frialdad e insensibilidad, y sigue disminuyendo la irrigación sanguínea. A continuación, las partes más afectadas aumentan de volumen por presentación de edemas (acumulación excesiva de líquidos) debido a que los capilares (vasos de pequeño diámetro a través de cuyas paredes se efectúan los intercambios entre la sangre y los tejidos) se dilatan, facilitando el estancamiento de la sangre (estasis).
En una tercera fase, la piel alcanza una frialdad y palidez extremas. Adquiere un color blanco y es insensible, pues está anestesiada por el frío. A veces se acompaña de una sensación como de pinchazo con múltiples alfileres. Si acercamos la zona fría a un foco de calor radiante, favorecemos la presentación de una hiperemia (aflujo mayor de sangre a las arterias) asociada a un enrojecimiento de la zona afectada, favoreciendo el que se instaure la lesión (sabañón) por alteración de las células de los tejidos afectados.