Carol Louisa «Shakti» Gawain (1948-2018) fue pionera en las técnicas de visualización creativa y desarrollo personal. De ella os presentamos un resumen de su labor, un texto inédito en español y, cómo no, unos ejemplos de visualizaciones.
Selección y presentación: Jaume Rosselló y ejercicios prácticos de visualizaciones escritos por Nuria Torres.
Graduada en danza y bellas artes por la Universidad de California (1970), se hizo célebre con su libro Visualización creativa, subtitulado Usa el poder de tu imaginación para crear lo que quieras en tu vida, publicado en 1978 (en español en Editorial Sirio). Este libro sería un superventas durante casi 40 años y como curiosidad, inspiró una exitosa canción de Des’ree de 1994 (You Gotta Be). Entre sus otras obras están Vivir en la luz, Reflexiones en la luz, Caminos de transformación, Meditaciones y Despertar a la conciencia. De sus libros, traducidos a más de treinta idiomas, se han vendido más de treinta millones de ejemplares.
Gawain fue también cofundadora de una editorial «nueva era», la New World Library. Durante más de veinticinco años, y a través de sus textos y seminarios, ayudó a que miles de personas desarrollen su conciencia en todos los planos del ser (espiritual, mental, emocional y físico), logrando acceder a su sabiduría intuitiva interior y a vivir más conscientemente.
Un combinado de amores
por Shakti Gawain
Creo que somos seres espirituales y eternos que hemos tomado forma física para experimentar un increíble y fantástico (aunque muchas veces difícil) viaje como seres humanos. Estamos aquí para aprender las dos clases de amor que existen: el amor humano, con sus necesidades, deseos y contradicciones y el amor espiritual, con toda su omnipresente benevolencia.
Dos clases de amor
Yo creo que, básicamente, existen dos clases de amor: el amor espiritual y lo que yo llamo el «amor humano». El amor espiritual se manifiesta cuando conectamos con nuestra propia esencia (nuestro espíritu), con la fuerza de la vida y con la unidad. Se trata de una especie de apertura, un sentimiento expansivo de afiliación con toda forma de vida. Es amor incondicional. El amor humano, por otro lado, tiene que ver con nuestras necesidades personales en el plano físico, emocional y mental. El amor humano no es amor incondicional.
Lo que solemos llamar «amor»
Lo que comúnmente llamamos «amor» es una combinación de los dos y aparece de muchas formas diferentes – como el amor entre padres e hijos, el amor entre amigos o el amor romántico de pareja. Mucha gente (especialmente los que están orientados espiritualmente) se concentra en dar y recibir amor incondicional, como si éste fuera la mejor y más pura forma de amor. Para ellos el amor humano es algo inferior. Pero la verdad de la cuestión es que sólo podemos sentir amor incondicional cuando nuestras necesidades físicas, mentales y emocionales han sido cubiertas.
Cuando estamos emocionalmente heridos, cuando no sabemos cómo cuidar de nosotros mismos o cuando no vivimos según nuestro propio sentido de la verdad, el amor espiritual incondicional está bloqueado. Sólo cuando curamos nuestras heridas emocionales y cuidamos de nosotros mismos a todos los niveles podemos empezar a experimentar amor incondicional auténtico.
Amor incondicional y aventura humana
Algunas personas intentan saltarse la experiencia humana. Al pensar que el amor humano es algo menos importante o de inferior nivel, intentan acceder directamente a un «plano superior» de amor espiritual. Pero no podremos reconocer y satisfacer las necesidades de los demás hasta que hayamos aprendido a reconocer y satisfacer nuestras propias necesidades. Debemos aprender a amarnos a nosotros mismos, incluso aquellas facetas que consideramos malas.
Existe mucha gente que intenta amar sin permitirse experimentar malos sentimientos como rabia, tristeza o egoísmo. Estas personas intentan estar permanentemente felices, siempre dando y amando –negándose la posibilidad de tener malos sentimientos–. Pero esta manera de actuar no funciona, porque cualquier cosa que rechazamos de nosotros mismos vuelve, tarde o temprano, para reclamar su lugar.
Todos los sentimientos, todas las energías
Pero si podemos aprender a aceptar –incluso amar– nuestro odio, nuestra dependencia, nuestras necesidades y nuestros miedos como parte de nuestra experiencia humana podremos ampliar esta aceptación y este amor al otro. De eso se trata la auténtica compasión. Cuando lo consigamos podremos conectar mucho más fácilmente con la fuerza de la vida, con el universo y con un tipo de amor espiritual auténtico. Por lo tanto, el verdadero amor espiritual empieza aprendiendo a amar y a aceptarnos a nosotros mismos.
Para amarnos y cuidar de nosotros mismos hemos de conectar con nuestras necesidades, sentimientos y energías. Debemos «permanecer cerca de nosotros» tanto como sea posible. Tanto en cuanto consigamos hacerlo, más conectados con nosotros mismos nos sentiremos. A su vez, conseguiremos conectar con los demás con mucha facilidad y recibir amor de ellos. Para conectar con nuestro yo debemos dedicar una parte del día a nosotros mismos, un tiempo de silencio en el que podamos descansar del ajetreo, para simplemente relajarse y dejarse llevar.
Naturaleza
Intento meditar un poco todas las mañanas, aunque sólo sea durante cinco o diez minutos, para centrarme. Pero lo que me ayuda de verdad es salir un rato. Doy un paseo corto o me siento bajo la sombra de un árbol. El contacto con la naturaleza juega un papel muy importante en mi sentimiento de conexión conmigo misma y con la entidad. También me ayuda a poner mis problemas en perspectiva. Caminar a través de un bosque, contemplar la inmensidad del mar o escuchar cantar a los pájaros me ayuda a recordar que mis problemas y mi ser son sólo diminutas partes de un proyecto mucho más grande. Ese conocimiento puede ser muy tranquilizador.
«Aves del mismo plumaje vuelan juntas»
Esta frase de Swami Vishnudevananda nos recuerda que, una vez contactamos con nosotros mismos, con nuestros sentimientos, necesidades y deseos, lo importante es encontrar a otros con los que podamos ser completamente honestos. El amor depende de la honestidad y del sentimiento de que está bien (y es deseable) expresar lo que va por dentro. Pero, por supuesto, la otra cara de la moneda es que ambas partes necesitan ser receptores compasivos.
Todos necesitamos que nos escuchen. Es por eso que escuchar sin juzgar puede ser uno de los actos más afectuosos que nadie pueda hacer. Escuchar y solidarizarse con la experiencia del otro, incluso en el caso de que nuestra vivencia sea otra, es la clave de una relación afectiva. La auténtica intimidad sólo se consigue cuando las dos personas se sienten suficientemente seguras y comparten lo más profundo de sí mismos –sus esperanzas, sueños, miedos y dolor–. Pero esta seguridad sólo llega a través de la previa aceptación de uno mismo.
Conexión
Una parte importante de nuestro trabajo como seres humanos es encontrar vías de conexión con ese amor fundamental que es la fuerza de la vida. No es tan difícil. Está ahí donde ha estado siempre. Pero muchos de nosotros, de alguna forma, nos hemos separado de ese amor y necesitamos encontrar una práctica espiritual que nos ayude a volver a conectar.
Esta conexión se retoma de la misma manera que conseguíamos retomar nuestra conexión con nosotros mismos –a través de la quietud, abandonando las distracciones y centrándonos. La espiritualidad se encuentra dentro de nosotros, no fuera. Es justamente nuestro estado natural. Todo lo que necesitamos es encontrar lo que nos bloquea y, después, iniciar el proceso de curación.
El primer paso consiste en contactar con nuestro interior más profundo, aceptarlo y amarlo. Algunos consiguen este contacto mediante la meditación. Otros lo hacen yendo a la iglesia, escuchando música o pintando un cuadro. Puede ser cualquier cosa que nos dé un sentido de profunda conexión con la vida.
El siguiente paso es cuidar nuestras propias necesidades emocionales, ya que cualquier clase de amor se basa en el cuidado y estima personal. Cuanto más nos ocupemos de nuestras necesidades emocionales, más fácilmente seremos capaces de amar a los demás y más cerca estaremos del amor espiritual.
Si lo que quieres es que el amor esté más presente en su vida, empieza por amarte de verdad a ti mismo. El amor es algo que no aparece cuando estamos intentando atraerlo. De hecho, muchas veces, cuanto más intentamos amar o ser amados, más difícil es encontrarlo. Aprende a aceptarte y a apreciarte a ti mismo, aprende incluso a amar tus cualidades menos deseables y verás que el amor florece tanto fuera como dentro de ti.
La visualización creativa
Es la técnica de utilizar la propia imaginación para crear lo que se desea en la vida. No hay nada en absoluto nuevo, extraño o desusado en la visualización creativa. La venimos usando todos los días, todos los minutos. Es nuestra natural capacidad de imaginación, la energía creativa básica del universo que utilizamos constantemente, aunque no seamos conscientes de ello.
En el pasado, muchos hemos utilizado el poder de la visualización creativa de un modo relativamente inconsciente. Debido a unos conceptos negativos de la vida profundamente arraigados hemos supuesto e imaginado, de modo automático e inconsciente, las carencias, las limitaciones, las dificultades y los problemas como algo consustancial a nuestra vida. Y, en mayor o menor grado, eso es lo que hemos creado.
Todo consiste en que aprendamos a utilizar nuestra natural imaginación creativa de un modo cada vez más consciente, como una técnica para crear lo que verdaderamente deseamos: amor, plenitud, gozo, relaciones satisfactorias, un trabajo gratificante, poder expresarnos libremente tal como somos, salud, belleza, prosperidad, paz y armonía interiores…, en definitiva, todo lo que nuestro corazón puede desear.
El uso de la visualización creativa es la clave para acceder a todo lo positivo y a los dones que fluyen naturalmente de la vida.
Imaginación
La imaginación es la capacidad de crear una idea, una imagen mental o una sensación de algo. La visualización creativa consiste en utilizar nuestra imaginación para crear una representación clara de algo que deseamos que se manifieste. Luego, seguimos centrándonos en la idea, imagen o sensación de manera regular, comunicándole energía positiva hasta que se convierte en una realidad objetiva… En otras palabras: hasta que conseguimos realmente lo que hemos estado visualizando.
Nuestro objetivo puede ser de cualquier tipo: físico, emocional, mental o espiritual. Podemos imaginarnos a nosotros mismos en un nuevo hogar, con un nuevo empleo o manteniendo una hermosa relación, experimentando una sensación de calma y serenidad o viendo cómo mejora nuestra memoria y nuestra capacidad de aprender. También podemos imaginarnos controlando sin esfuerzo una situación difícil, o simplemente, vernos radiantes, llenos de luz y de amor.
Podemos actuar a cualquier nivel y en todos ellos conseguiremos resultados. Luego, con la experiencia, descubriremos las técnicas e imágenes que, en cada caso concreto, puedan reportarnos mejores resultados.
Para hacer un ejercicio de visualización
Mantener los ojos cerrados e implicarse activamente en el ejercicio. Una sesión de visualización debe finalizarse de modo gradual. Primero, se deja deliberadamente que la imagen se desvanezca. Luego se vuelve a dirigir su atención lentamente hacia la habitación en la que está tendido y, en su momento, abre los ojos.
Pautas para la visualización creativa
1. Tener unos objetivos claros. Ante todo es esencial saber qué queremos conseguir.
2. Generar las imágenes mentales.
3. Mantener la visualización creativa.
4. Revisar las imágenes.
5. Transformar las imágenes.
Ejercicios mínimos de visualización
Estas son técnicas simples que se utilizan para ayudar a concentrarnos mientras minimizamos al máximo nuestros pensamientos, emociones y dolor físico.
1. Liberación de pensamientos
Cierra los ojos… Imagina que estás sentado en la orilla de un río mirando cómo el tronco de un árbol desciende lentamente llevado por la corriente. Durante de 6 a 10 segundos, imagínate que un pensamiento tuyo, una percepción o una sensación, viajan sobre el tronco y luego deja que ambos desaparezcan de tu vista. Vuelve a contemplar e río y espera a que aparezca un nuevo tronco que llevará sobre él un nuevo pensamiento.
También puedes realizar este ejercicio imaginando que tus pensamientos son bocanadas de humo que se producen a partir de un fuego.
2. Interacción entre tensión y relajación
Cierra los ojos… Fíjate en la tensión que hay en tu cuerpo… elije un símbolo para representar la tensión o el dolor que experimentas en este momento, puede ser el hielo… elije otro símbolo que represente el concepto de relajación…
Deja que ambos símbolos interaccionen de modo que, al final, la tensión resulte eliminada.
3. Aparta tu tensión
Cierra los ojos… Imagina un color y una forma para tu tensión o dolor… ahora cambia el color y la forma… aparta estos dos últimos elementos hasta que desaparezcan de tu mente.
4. Tensión muscular
Concéntrate en aquella parte del cuerpo donde sientas una mayor tensión muscular… concede a la tensión una imagen mental, por ejemplo, un peso que te oprime el estómago, una cuerda fuertemente anudada alrededor de los brazos, un candado que cierra tu boca, un torno que te aprieta los hombros (según el lugar donde sientas la tensión)… Intenta ver la relajación de esta imagen. Imagina que estás cubierto ligeramente por una capa de arena tibia… tu pierna derecha… la izquierda… el estómago… el pecho… y los brazos. O imagínate que una cálida manta, lentamente… lentamente, te está cubriendo los hombros.