Desde hace más de 60 años, la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU.) sabe que los cambios que se producen en los patrones climáticos planetarios son completamente naturales y normales. Pero la agencia espacial, por la razón que sea, ha optado por dejar que el bulo del calentamiento global provocado por los seres humanos persista y se extienda, en detrimento de la libertad.
Progresistas y conservadores… con los papeles cambiados
Para ser precisos, en 1958 la NASA observó por primera vez que los cambios en la órbita solar nuestro planeta Tierra, junto con las alteraciones de su inclinación axial, son responsables de lo que los científicos del clima han denominado hoy «calentamiento». En otras palabras, los seres humanos podemos contaminar muchísimo, pero no estamos produciendo un cambio climático.
No estamos calentando el planeta por el hecho de conducir todoterrenos o comer carne de vacuno, aunque ambas cosas sean obviamente nocivas. Pero hasta ahora la NASA no ha aclarado las cosas, y en su lugar ha optado por sentarse en silencio y observar cómo el mundo se divide entre progresistas y conservadores… con los papeles cambiados en este tema.
Es decir, hoy las personas situadas en un marco de izquierdas enloquecen con la creencia de que el mundo se acabará en pocos años por culpa un exceso de ganado o de plástico. Sin embargo…
Un exceso de ganado, o de plástico, o de motores diésel, o de motores en general pueden contaminar enormemente y ensuciar el planeta (¡hace más de 40 años que lo decimos en estas páginas!). Y es decisivo tomar medidas severas sobre ello, porque en conjunto arrasaremos con todo. Y los ecólogos nos recuerdan que «no hay dos planetas».
Pero todo ello, con ser grave, y urgente, no produce el cambio climático.
Insistimos: los humanos contaminamos y arrasamos el planeta, y eso es algo que hay que resolver con urgencia. Pero es bastante presuntuoso pensar que somos capaces de influir en el clima como para que se produzca un cambio tan descomunal.
Entonces, ¿qué está sucediendo?
En el año 2000
La NASA publicó en el año 2000 información en su página web del Observatorio de la Tierra sobre la Teoría del Clima de Milankovitch, revelando que, de hecho, el planeta está cambiando debido a factores externos que no tienen nada que ver con la actividad humana. Sin embargo, más de veinte años después, esta información todavía no se ha hecho pública. Quizá por eso los antiguos «progres» se han convertido en personas políticamente a la izquierda, y andan desquiciados y obsesionados con el clima. Se ha llegado a afirmar que sólo nos quedan 18 meses antes de que el planeta muera por un exceso de dióxido de carbono (CO2).
Sobre el CO2, ver pág. 3 en este mismo número, con los datos presentados por el Dr. John F. Clauser, Premio Nobel de Física 2022. El Dr. Clauser dice:
«La narrativa popular sobre el cambio climático refleja una peligrosa corrupción de la ciencia, que amenaza la economía mundial y el bienestar de miles de millones de personas.
La ciencia climática equivocada se ha metastatizado en una pseudociencia periodística masiva. A su vez, esta pseudociencia se ha convertido en el chivo expiatorio de una amplia variedad de otros males no relacionados.
Todo eso ha sido promovido y extendido por agentes de marketing comercial, políticos, periodistas, agencias gubernamentales y ambientalistas igualmente equivocados. En mi opinión, no hay una verdadera crisis climática.»
La Teoría del Clima de Milankovitch
La verdad está mucho más cercana con la propuesta del astrofísico serbio Milutin Milankovitch, acerca de cómo las variaciones estacionales y latitudinales de la radiación solar que incide sobre la Tierra de diferentes maneras, y en diferentes momentos, tienen el mayor impacto en los cambiantes patrones climáticos de la Tierra.
Las dos imágenes siguientes (de Robert Simmon, NASA GSFC) ayudan a ilustrarlo: la primera muestra a la Tierra en una órbita cercana a cero, y la segunda, en una órbita de 0,07.
Este cambio orbital queda representado por la forma excéntrica y ovalada de la segunda imagen, que se ha exagerado intencionadamente con el fin de mostrar el enorme cambio de distancia que se produce entre la Tierra y el Sol, dependiendo de si se encuentra en perihelio o afelio.
«Incluso la excentricidad máxima de la órbita de la Tierra –0,07– sería imposible de mostrar a la resolución de una página web. Aun así, con la excentricidad actual de 0,017, la Tierra está 5 millones de kilómetros más cerca del Sol en el perihelio que en el afelio.» (Hal Turner).
El mayor factor que afecta el clima de la Tierra es el Sol
En cuanto a la oblicuidad de la Tierra, o su cambio de inclinación axial, las dos imágenes siguientes (Robert Simmon, NASA GSFC) muestran el grado en que la Tierra puede desplazarse tanto en su eje como en su orientación rotacional. A mayor inclinación, las estaciones son mucho más extremas, mientras que a menor inclinación son mucho más suaves.
Una situación similar se da con el eje de rotación de la Tierra, que dependiendo de qué hemisferio está apuntando al sol durante el perihelio, puede afectar en gran medida a los extremos estacionales entre los dos hemisferios.
Basándose en estas diferentes variables, Milankovitch fue capaz de elaborar un modelo matemático exhaustivo capaz de calcular las temperaturas de la superficie de la Tierra remontándose muy atrás en el tiempo, y la conclusión es sencilla: El clima de la Tierra siempre ha estado cambiando y se encuentra en un estado de cambio constante, sin que nosotros, los seres humanos, tengamos la culpa de ello.
Insistiremos de nuevo en la responsabilidad humana para todo lo referente a contaminación, y la urgencia de cambiar de costumbres para respetar la naturaleza. Pero lo que produce el cambio climático está en otra parte.
Una teoría confirmada
Cuando Milankovitch propuso por primera vez su modelo, fue ignorado durante casi medio siglo. Fue en 1976, en un estudio publicado en la revista Science confirmó que la teoría de Milankovitch era correcta y que correspondía a varios periodos de cambios climáticos ocurridos a lo largo de la historia.
En 1982, seis años después de la publicación de este estudio, el Consejo Nacional de Investigación de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. adoptó la teoría de Milankovitch como verdadera, declarando que:
«…Las variaciones orbitales siguen siendo el mecanismo de cambio climático más estudiado en escalas temporales de decenas de miles de años y son, con mucho, el caso más claro de un efecto directo del cambio de insolación en la baja atmósfera de la Tierra».
Una cosa es la contaminación y la destrucción de entorno ecológico producida por el hombre y otra cosa muy distinta es el cambio climático
Si tuviéramos que resumirlo todo en una simple frase, sería ésta: El mayor factor que influye en los patrones meteorológicos y climáticos de la Tierra es el Sol. Y punto. Dependiendo de la posición de la tierra con respecto al sol en un momento dado, las condiciones climáticas van a variar drásticamente, e incluso van a crear anomalías drásticas que desafían todo lo que los humanos creían saber sobre el funcionamiento de la tierra.
Pero en lugar de aceptar esta verdad, los «científicos» del clima actuales, junto con políticos «de izquierda» y medios de comunicación cómplices, insisten en el uso de bolsas de compra reutilizables en el supermercado y no tener un vehículo eléctrico están destruyendo el planeta tan rápidamente que es absolutamente necesario implantar impuestos climáticos globales como solución.
Entonces, ¿por qué esta histeria con el clima?
El debate sobre el cambio climático no trata de ciencia. Es un esfuerzo de la élite por imponer controles políticos y económicos a la población. Y es otra forma de dividir a la población contra sí misma, con unos que creen en el calentamiento global provocado por el hombre y otros que no. Es decir, «divide y vencerás».
No podemos perder la naturaleza y el entorno ecológico, es necesario reducir y reciclar, etc. Y un estilo de vida naturista-vegetariano puede ayudar, pero hacen falta muchas más medidas de todo tipo.
Ahora bien, el cambio climático de verdad es otra cosa. Sobre todo tal y como nos lo presentan, de esta forma tan histérica como están haciendo.
A todos los «expertos» que siguen las consignas del NOM y las élites (Mr. Soros, Forum de Davos, los millonarios y grupos de poder mundial) sólo hay que presentarles propuestas radicales… que no aceptarán, porque lo único que pretenden es tener a la población mundial en un puño autoritario.
Ejemplo de propuesta: «Eliminación de todos los vuelos en avión, todos, hasta que dispongamos de aviones solares (no enchufables: solares)». Se acabaron los viajecitos a Congresos climáticos inútiles. Es un ejemplo, seguro que se os ocurren unos cuantos más…
Una cosa es el cambio climático, un hecho objetivo que parece ser un fenómeno cíclico de la Tierra, y la otra culpabilizar de este hecho a las personas. Los que mandan vienen a decir: no hacéis las cosas bien y estáis llevando el planeta a su destrucción, dejadlo todo en nuestras manos («somos la Ciencia») y os diremos cómo debeis vivir y lo que podéis hacer o no.
Una gran tarea pendiente
El ecologismo radical es aquí la excusa moral para implantar un mundo autoritario que manipulará los ecosistemas e incluso a los seres humanos. La agenda 2030, vista superficialmente, es el sumum de los ideales progresistas, pero son «lobos con piel de cordero». El respeto a la naturaleza y la conservación y fomento de las medicinas naturales que defiende Integral, no va en la línea de este nuevo orden mundial (NOM) que pretenden imponernos. No creer en la calentología no significa no tener conciencia ecológica.
La contaminación provocada por los humanos es un grave problema a resolver: estamos arrasando los parajes naturales y perder lo que queda del actual entorno ecológico. Las cifras del consumo nos dicen que no disponemos de dos planetas Tierra y que hemos de reducir, reutilizar y reciclar. La defensa del estilo de vida naturista-vegetariano puede ser un buen elemento en esta dirección. En cualquier caso, el cambio climático es otra cosa.
Texto original traducido por TierraPura.org. Edición y textos finales: Integral.