A comienzos de la década de 1970, la estadounidense Karen Silkwood (Texas, 1946-Oklahoma, 1974) comenzaba a trabajar en una planta de preparación de combustible nuclear. Activista social, denunció los graves problemas de seguridad de dicha empresa. Murió en un accidente de tráfico con solo 28 años bajo circunstancias sospechosas.
Manipulación de combustible nuclear
Silkwood se había afiliado al Sindicato de Empleados Atómicos (Atomic Workers Union). Más tarde, el sindicato le asignó la tarea de investigar cuestiones relacionadas con la seguridad de la planta y la salud de los empleados. Descubrió numerosas violaciones de las normas de seguridad y de protección de la salud en toda la planta, propiedad de la compañía Kerr-McGee y situada cerca de Crescent (Oklahoma, EEUU). Denunció la exposición de los trabajadores a sustancias radiactivas, el almacenaje incorrecto de residuos, etc. Silkwood se convirtió en una activista radical muy conocida en los años setenta y la compañía Kerr-McGee fue demandada por contaminación al medio ambiente y falta de seguridad para sus empleados.
Una lista detallada
En el verano de 1974, Silkwood entregó a la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos una lista detallada de violaciones de normas de seguridad. Declaró ante la Comisión que ella misma había estado expuesta a la radiación en una serie de incidentes que la compañía nunca había explicado. Se comprobó que los guantes que había utilizado estaban contaminados con plutonio. No obstante, aunque parezca extraño, la compañía no había registrados índices de pérdidas ni había dado ninguna explicación que respondiera a cómo habían sido contaminados estos elementos de trabajo. Además, se encontró plutonio en su propia casa, en la cocina, en el baño y en el dormitorio.
Sin formación adecuada
Entre las numerosas irregularidades denunciadas estaba también una deficiente capacitación de sus empleados, que con frecuencia realizaban tareas para las que no estaban preparados, o que la compañía no cumplía los estándares de calidad en la producción del combustible, o que incluso habían falsificado datos de las inspecciones.
La compañía intentó desacreditar a Silkwood por todos los medios, y llegaron a decir que se había contaminado a propósito con la intención de perjudicar a la compañía.
«Que parezca un accidente»
El 13 de noviembre de 1974 Karen Silkwood falleció en un accidente automovilístico bajo circunstancias altamente sospechosas, mientras acudía a una reunión con su novio Drew Stephens, un reportero de The New York Times y un dirigente sindical en Oklahoma City. Se creía que llevaba consigo documentos que probaban acusaciones por falsificaciones de controles de calidad de barras de combustible nuclear. Ella misma había declarado con antelación que tenía reunida numerosa documentación para apoyar las acusaciones en el juicio.
Algunas personas que la vieron antes de coger el coche para acudir a la reunión testificaron que ella llevaba consigo una carpeta y un paquete con documentos. Sin embargo, nada de esto fue hallado después del accidente. Según la versión oficial, el accidente se debió a que simplemente se quedó dormida, y para esto se apoyaron en algunos medicamentos que ella tomaba y que podían producir somnolencia.
Sin embargo, para buena parte de la opinión pública, Karen Silkwood fue asesinada para silenciar sus acusaciones contra la compañía. Investigadores independientes dicen que el coche fue golpeado por detrás haciéndole perder el control. También dicen que justo antes de chocar ella preparó su cuerpo para atenuar el impacto, lo que sería imposible si estuviera dormida.
El desenlace
Este caso impactó a la opinión pública norteamericana y sirvió para alertar sobre los peligros de la energía nuclear, así como plantear dudas sobre el comportamiento irresponsable y poco ético de las empresas de este sector.
En 1975 Kerr-McGee cerró definitivamente la planta.
Durante años la familia de Karen Silkwood sostuvo un litigio jurídico para exigir responsabilidades a Kerr-McGee, apoyándose sobre todo en que la autopsia de Silkwood revelaba que estaba contaminada con plutonio. Finalmente en 1986 las partes llegaron a un acuerdo, y la familia recibió una indemnización de 1.380.000 dólares, pero a cambio la compañía no reconocía ninguna culpabilidad.
En el cine
La historia de Karen Silkwood fue llevada al cine en 1983, con una película llamada Silkwood, dirigida por Mike Nichols y con Meryl Streep de protagonista en el papel de Karen; Kurt Russell interpretó a Drew Stephens y Cher a Dolly Pelliker. La película tuvo bastante éxito y recibió cinco nominaciones a los Óscar de ese año.