Es la primera vez en más de cuatro décadas que abordamos cuestiones cercanas a prácticas sexuales consideradas de tipo recreativo, donde las sensaciones, ideas o sentimientos relacionados con el amor, o con el amor romántico, no son prioritarias.
Textos: Laura Torres, con informaciones de Guillem Maneja Juvanteny y Tina Robbins.
En el «swinging» –intercambio de parejas– ocurre como en otras prácticas, como el poliamor o el cuckolding: no hay lugar para los celos, ni para las expresiones de ternura tal como las conocemos. En cambio sus defensores argumentan que el fomento de la creatividad en la vida sexual es un valor que enriquece las relaciones con nuestra pareja.
Por otra parte, los cambios en la «perspectiva de género» parecen preparar el camino hacia futuros cambios en el sexo reproductivo tal como hoy lo conocemos. El transhumanismo está cada vez más cerca y nos plantea muchos interrogantes.
Una pareja
Este tipo de relación puede darse de forma natural, entre amigos, o bien buscarse en locales situados en las grandes ciudades, donde el anonimato facilita las cosas, ya que prácticas como esta a día de hoy todavía son un tabú para muchos sectores de nuestra sociedad.
Son las seis de la tarde de una bochornoso día de verano y entramos en una casa señorial de la parte alta de la capital catalana donde se practica el intercambio sexual de parejas. Toni y Claudia (nombres modificados) son clientes habituales del local, y nos esperan en el jardín de la casa, al lado de la piscina. La casa está cerrada al público por reformas; tienen la intención de reabrirla cuando termine el actual episodio de pandemia. Hacemos un recorrido por el chalet hasta el terrado; al sentarnos tenemos frente a nosotros unas vistas inmejorables de toda la ciudad. Al fondo, el mar.
Toni (35) y Claudia (33) llevan juntos catorce años, de los cuales siete inmersos en el mundo swinger. «Todo empezó cuando él me explicó una experiencia sexual previa a nuestra relación que había tenido; un trío con dos chicas». El episodio le generó cierta curiosidad, creando un juego entre ellos que les llevó a buscar información sobre el mundo swinger, entonces absolutamente desconocido por los dos. «Descubrimos una página web, nos creamos los sobrenombres, vimos que existían locales y nos lanzamos».
Al principio nunca iban solos a los clubs, les daba respeto, miedo, dicen. «Teníamos miedo de que nos raptaran o nos robaran», explican, riendo. Por eso preferían ir acompañados de otras parejas con quienes previamente habían establecido un contacto.
Entonces utilizaban el correo electrónico para hablar y conversar con otras parejas que habían conocido a través de las páginas web swingers, donde se intercambiaban imágenes y establecían un primer contacto. «El primer día que vinimos a un club nos trajo una pareja con la que hacía tiempo que hablábamos. Era un día entre semana, el local estaba vacío y había muy poca gente, hecho que nos fue bien para entrar en este mundo poco a poco». La pareja asegura que el feeling que se tiene que crear entre los cuatro es muy importante, y recuerdan satisfechos la comodidad con la que se incorporaron a este pequeño universo.
A diferencia de lo que se conoce como «pareja liberal» (con la libertad de ir cada uno a su aire, solos), los swingers siempre se mantienen juntos, en pareja. Es algo que en esta pareja les ha llevado a conocer a mucha gente y a hacer muy buenos amigos. «Cuando empiezas es importante establecer unas normas y hablar mucho. Ser consciente de lo que tu pareja está dispuesta a hacer y de lo que está dispuesta a que tú hagas. Una cosa es jugar con el morbo y la otra, verlo en directo y llevarlo a la práctica», dice Toni.
Al principio sus normas eran no hacer intercambios completos, dejar de lado la penetración y estar siempre juntos. Con el tiempo, aseguran haberse relajado y haber aumentado la confianza mutua. «Ahora ya no tenemos unas normas fijadas porque nos conocemos mucho y con una mirada ya sabes cómo está el otro y si se siente cómodo o tenemos que poner el freno».
«Amigos diagonales»
En estos locales la libertad a la hora de establecer contactos y relaciones es libre siempre y cuando prevalezca el respeto y estén de acuerdo todas las partes involucradas. Suelen disponer de espacios destinados al baile, discotecas, zonas con sofás y mesas para tomar algo, una zona exterior ajardinada y otros rincones adecuados con camas y juegos varios para practicar intercambios sexuales.
Los swingers activos saben que suelen darse relaciones sexuales, pero no siempre es así. «A veces vamos a clubs y otras quedamos fuera con amigos que hemos conocido aquí. Y no tiene por qué pasar nada, o sí… Nosotros decimos que en el mundo swinger haces amigos diagonales, que son tanto para hacer cosas verticales normales como para hacer cosas horizontales en la cama».
Ir a las fiestas en estos clubs no suele ser barato, «entre la cena, las copas, los disfraces –a veces hay fiestas temáticas–, el presupuesto se dispara un poco». Toni y Claudia reconocen que cuando van a un club swinger, entre una y dos veces al mes, les gusta jugar, alimentar el morbo y, al llegar a casa, es cuando aseguran pasarlo mejor. «Al salir de aquí echamos el mejor polvo de la noche en casa, comentando entre nosotros la experiencia y recordando el juego. El revivirlo juntos es para nosotros lo mejor».
Miradas, complicidades y flirteo
Uno de los momentos más esperados cuando se frecuenta un local como este, es el de dar el paso de conocer a otras parejas. Sin embargo, ¿cómo se liga entre cuatro o más personas? «Aquí se liga de formas muy diferentes, con miradas, bailando, buscando complicidades. Ligamos de formas no tan agresivas como en las discotecas, donde hemos dejado de ir porque ya no nos gustan. Hay mucho más respeto en un local swinger que en cualquier otra discoteca», dice Toni.
El intercambio de parejas y los demás
¿Está mal visto? ¿Sabe vuestro entorno, que practicáis el intercambio de parejas? Toni y Claudia se miran y sonríen: «No, no lo saben». En cuanto a los amigos, algunos lo saben y otros no. Claudia recuerda que se lo explicó a una compañera de trabajo y su reacción fue sorprendente: «¡Me llegó a preguntar si se me orinaban encima! El intercambio de parejas no tiene nada que ver con guarradas u otros fetiches, todos respetables, pero no es el caso. Mucha gente asocia que en el aspecto sexual se mezcla todo, y que una vez entras, se tiene que hacer y probar todo. Y no, son cosas que no tienen nada que ver».
¿Anécdotas o experiencias? «Lo peor que nos ha pasado fue conocer a una pareja que nos engañó con las fotos. Nos enviaron imágenes de ellos 10 años antes. Es importante no mentir en eso, porque el contacto, tarde o temprano, se acaba produciendo». «También nos hemos encontrado con algún amigo en páginas web swingers y entonces te preguntas qué hacer. Sabemos quién eres, pero tú no sabes quiénes somos nosotros porque no mostramos la cara en las fotos. Al final fuimos de cara y le dijimos quiénes éramos».
Otros, dicen, se aprovechan de la soltería, y muchos chicos utilizan el mundo swinger para ver qué pueden pescar. «Nos hemos encontrado en varias ocasiones a chicos sin pareja que nos han dicho “os admiro mucho, porque yo no sería capaz de tener pareja y compartirla con nadie’. Para él esto era una alabanza y para nosotros fue sinónimo de cortar la relación. Si no entiendes nuestra mentalidad, ¿para qué te apuntas?».
«Una de las cosas sorprendentes con la que nos hemos encontrado fue una pareja en que el chico podía hacer de todo pero la chica no. Ser swinger implica que tanto el chico como la chica puedan hacer lo mismo, nosotros lo vemos así». La pareja reconoce que cada cual es libre de establecer sus propias normas, y si algunas no las comparten difícilmente habrá entente entre ellos.
Machismo
Las muestras de machismo también están presentes en un mundo donde, aparentemente, parecerían predominar personas con mentes y caracteres más abiertos. «Nos hemos encontrado con parejas en las que jugando, el hombre dice: ‘Cuidado, que se están juntando mucho’ o ‘me está tocando’, refiriéndose a otro hombre, eso corta el rollo completamente», comenta Toni, que asegura que no le atraen los hombres, pero que no por eso tendrá ningún problema. «Pasa más con los chicos que con las chicas. Las chicas juegan mucho más entre ellas y está más aceptado y normalizado que en el caso de los chicos».
Los dos explican que conocen parejas que en las descripciones de las páginas web swinger han tenido que quitar la etiqueta que el hombre es bisexual, porque viendo eso muchas otras parejas no querían quedar. «Es curioso, porque es un mundo muy abierto para algunas cosas, pero a la vez, muy cerrado para otras».
Los dos aseguran que si han llegado hasta aquí, ha sido gracias a la confianza y el diálogo constante, pactando unas normas entre los dos que les han permitido mantener su relación en perfecto estado. Hay parejas que entran en el mundo swinger para arreglar sus problemas y es un error. En este mundo te tienes que adentrar si estás bien. Aquí no se arreglan los problemas que tienes en casa, al contrario», la pareja explican haber presenciado algunas discusiones desagradables relacionadas con cuestiones personales o familiares.
«De todas formas cada persona vive su propia experiencia, y la nuestra no es la única, no existe ningún manual swinger. Cada pareja o cada persona vive este mundo a su manera, con sus normas y con sus reglas. Lo importante es que ambos estén de acuerdo y los dos se sientan cómodos».
Finalmente señalar que el local donde se hizo la entrevista acepta, en algunos días y horarios, la presencia de hombres y mujeres solos (con lo que se entreabre la puerta a la prostitución).
El sexo como a ti te gusta
En los encuentros casuales o las relaciones cortas, suele ser fácil tener clara la motivación. Existe atracción, novedad, ganas de agradar… pero con el tiempo se pierde la frescura y se termina por caer en una cierta rutina.
En el sexo, como en otras cuestiones de nuestra vida, la creatividad y la imaginación son elementos esenciales para mantenernos motivados y con ganas de disfrutar. Pero no hay que practicar necesariamente «swinging» para lograrlo. Basta con poner cierto cariño, por ejemplo en la preparación previa.
Conviene no olvidar la importancia que tienen los detalles, por sencillos que sean. En parejas más consolidadas se olvidan cuestiones importantes, como el ambiente de la habitación o el cuidado corporal. Si uno pone atención se creará una atmósfera más propicia para disfrutar de la relación. Y también se predispondrá a la pareja a disfrutar del momento ¡todo es cuestión de actitud!
Una cena especial, una conversación interesante, un baño relajante, una ducha juntos, un masaje previo, una película erótica… cada pareja debe buscar sus códigos. A veces el ritmo de vida hace que sea un poco más complicado tener ganas y tiempo. Y en personas que trabajan o parejas que ya tienen hijos, todos estos detalles se descuidan mucho. Sea como sea, ¡no olvides pedir con libertad lo que te gusta!