El propóleo

En invierno, debido a la bajada de defensas que el frío nos provoca, son frecuentes las infecciones respiratorias y digestivas. La más común de ellas es la gripe, una enfermedad benigna en la mayoría de casos que puede llegar a acarrear complicaciones asociadas en enfermos inmuno-deprimidos y personas de avanzada edad.

Debemos que tener en cuenta el hecho de que para tratar estas patologías, generalmente de origen vírico, los antibióticos no son eficaces y aunque lo fueran no deben tomarse a la ligera a menos que se trate de una infección importante, y siempre bajo prescripción facultativa, ya que tienen algunos efectos secundarios, como la alteración de la flora intestinal. Además, el uso generalizado de antibióticos está creando en las bacterias una resistencia frente a estos fármacos que los convierte en inútiles en caso de necesitarlos, algo que está ocurriendo en la actualidad y que empieza a preocupar a los médicos.

Para hacer frente a este tipo de afecciones, existe un excelente remedio natural carente de contraindicaciones: el propóleo (propolis).

 

Antibiótico natural

El propóleo es una sustancia pegajosa que producen las abejas a partir de ciertas resinas y otras sustancias procedentes de las plantas, principalmente flores y yemas de los árboles. Se utiliza como material de sellado, pues lo colocan entre las arnas de las colmenas para proteger a la miel y las larvas de hongos y parásitos.

Según se ha podido comprobar, esta especie de resina posee características antibióticas, bacteriostáticas y bactericidas, frente a microorganismos patógenos como estafilococos, estreptococos, salmonelas y E. Coli. Estas propiedades se deben a su contenido en ácido benzoico, ácido cafeico, ácido ferúlico, galangina y pinocembrina.

También posee propiedades antifúngicas sobre la Candida albicans y otros hongos, y parece ser que influye en la estimulación de la respuesta inmunitaria favoreciendo la fagocitosis, la formación de anticuerpos y la resistencia global del organismo frente a las infecciones.

Por estas características, el propóleo es un suplemento dietético muy recomendable cuando existe una disminución de las defensas, tanto como preventivo como en el tratamiento de gripes, resfriados, amigdalitis, faringitis, gastritis, aftas, infecciones bucales y cutáneas, hongos en el cuero cabelludo o en las uñas, etc.

El propóleo contiene aceites esenciales con acción analgésica por lo que también se puede utilizar localmente para tratar odontalgias.

Dosis y precauciones

El propóleo se encuentra fácilmente en establecimientos de herbodietética.

Se presenta de varas formas: sin procesar o en bruto en forma de trozos de resina, o bien procesado en comprimidos, cápsulas, jarabes o extracto fluido.

Se puede tomar solo o combinado con plantas inmuno-estimulantes y antisépticas, como el tomillo y la equinácea.

En caso de infecciones bucales y faríngeas, la manera más indicada para tomarlo es chupar un trocito de resina, o un comprimido de 3 a 6 veces al día.

Para hacer enjuagues o gárgaras en infecciones bucales, odontalgias, amigdalitis o faringitis, se diluyen 40 gotas de extracto fluido en un poco de agua. También se puede aplicar directamente en la zona afectada sin diluir con un algodoncito o bien empleando el spray, varias veces al día.

La dosis recomendada de extracto fluido son 20 gotas 2 ó 3 veces al día, preferiblemente con el estómago vacío y si lo tomamos en cápsulas son de 3 a 6.

El propóleo es un producto inocuo a las dosis recomendadas, pero su uso muy continuado o en gran cantidad, en algunos casos puede producir diarreas. El uso tópico puede producir alergias en personas muy sensibles.

El hecho de que el propóleo sea eficaz para tratar infecciones que no revisten gravedad, no debe suponer que deba emplearse como sustituto de los antibióticos cuando estos sean necesarios.

Daniel Albors Pericás

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