Entre 2016 y 2020 la producción mundial de litio se ha duplicado hasta alcanzar las 82.000 toneladas el pasado año y va camino de convertirse en uno de los materiales tangibles (commodities) más solicitados del mundo. ¿Por qué?
Baterías eléctricas
La razón de este renovado interés por el llamado «oro blanco» es su importancia para las baterías eléctricas. El litio –uno de los elementos más pequeños de la tabla periódica– es un material altamente reactivo y, sobre todo, ligero, lo que lo convierte en un componente ideal para las pequeñas baterías de teléfonos móviles, ordenadores portátiles y altavoces inalámbricos… o de gran formato, como las que usan los coches eléctricos.
Ha sido el abaratamiento de estas últimas –desde 2013, el coste ha caído un 80%– lo que ha provocado que los vehículos eléctricos hayan empezado a competir realmente con los propulsados por combustibles fósiles, haciendo que la demanda de litio se dispare.
Ocho kilos de litio por batería
Aunque depende del tipo de vehículo, una batería de ion de litio suele contener alrededor de ocho kilos de litio y, pese a que los fabricantes trabajan por reducir esa cantidad, todo apunta a que la creciente demanda va a empezar a comprometer las cadenas de suministro. Primero, porque no todos los países cuentan con reservas de este metal –el conocido como triángulo del litio, en la confluencia entre Argentina, Bolivia y Chile, posee cerca de la mitad de las reservas probadas– y, segundo, porque su extracción no es nada sencilla en la mayoría de casos. Sí lo es en los salares y desiertos de Latinoamérica, pero no en las minas de roca dura o pegmatita que aparecen en otras partes del mapa del litio del mundo.
Impacto ambiental
Su impacto medioambiental tampoco puede ser pasado por alto. Además de la gran cantidad de agua que requiere su extracción –en Argentina, por ejemplo, el ganado de algunas regiones ha empezado a morir por la sobreexplotación de los acuíferos–, el minado del litio, un material tóxico, también puede afectar a los ecosistemas si se producen fugas.
La preocupación es tal que en España, que alberga en Extremadura una de las mayores reservas de este material de Europa, las autoridades nacionales, autonómicas y locales no se ponen de acuerdo sobre la conveniencia de explotar dos yacimientos que ya están preparados para empezar a funcionar. La Comisión Europea, que depende del suministro de China y Latinoamérica, considera el litio una materia prima estratégica, y Madrid quiere convertir a España en el hub de las baterías en el continente, pero la población local y las entidades ecologistas y del tercer sector temen que la explotación afecte al medioambiente.
Respecto a los principales productores mundiales, Australia (49%), Chile (22%), China (17%), Argentina (8%) y Brasil (2%) minaron el 99% de todo el litio que se puso en circulación en 2020, tal y como muestran los datos del Servicio Geológico de EEUU. Pekín, que solo cuenta con un 7% de las reservas que se registran en el mapa del litio del mundo, ha invertido decididamente en los últimos años para hacerse con el control de la cadena de procesamiento y manufacturación de este mineral, que tras su extracción necesita ser refinado, procesado y empaquetado en baterías. Así, de las 200 megafábricas cuya construcción está planteada hasta 2030, 148 están en China.
Componente alcalino
A mediados del siglo XIX, las sales de litio se utilizaban para curar y prevenir enfermedades como el reumatismo y la gota. Muchos de los beneficios asociados a las aguas termales de los balnearios estaban vinculados a la propiedad alcalina del agua. Cuándo el litio se aisló, confirmaron que era el elemento que daba alivio y se empezó a añadir en los spa.
El litio se clasifica como una sal metálica. Es suave y se puede cortar con un cuchillo.
Otros usos
Es también utilizado en la elaboración de un minúsculo tipo de vidrio flexible que tiene una importante aplicación médica. Los cirujanos lo utilizan porque les permite tratar ciertas áreas sin necesidad de mucha manipulación. Se trata de trozos de vidrio de aproximadamente un milímetro en los que se puede introducir algún medicamento que se liberará lentamente una vez que se introduce en el cuerpo. Es una tecnología muy útil para tratar daños en cartílagos en caso de osteoartritis o lesiones deportivas.