El cultivo en montón

Hermann Andra observó cómo crecían las hierbas en el montón de compost. Parecían arbolitos. Aquí se hinchaba una calabaza amarilla. Allí abundaban unas caléndulas que nadie había plantado. ¿Podría cultivarse en montones de compost? Esta idea le impulsó a experimentar durante varios años en Alemania y Brasil. Obtuvo excelentes resultados, corroborados por otras personas en América tras su publicación en 1962.

TEXTOS: HANS BEBA Y HERMANO ANDRA

Hans Beba ha realizado numerosos experimentos, como recoger en un verano cuatro tipos diferentes de lechuga en el mismo lugar y dos veces judías de mata baja, coliflor y colirrábano en el clima centroeuropeo. Según él, con casi 200 m2 se autoabastece y hasta tiene excedentes.

La superficie del montón es mayor que la del suelo y por lo tanto la penetración del aire, del agua y de la luz es mayor en esa tierra rica. Todas las hortalizas están muy sanas y no necesitan tratamiento alguno. Es pues, una solución para los suelos malos, muy arcillosos, pedregosos o enfermos.

LA ELABORACIÓN DEL MONTÓN

Se delimita la base cuadrada del montón con estacas y cordel, por ejemplo con 1,5 m. de ancho y 6 m. de largo, y mejor si está orientado en dirección N-S. Con una pala se levanta la capa de suelo superficial aglutinado por las raíces, de unos 15 cm. de profundidad, en trozos que se dejan a un lado.

Entonces se amontonan ramillas de todas las clases, provenientes de las podas de los árboles y arbustos frutales y de una longitud máxima de 30 cm., y tallos de girasol, tomateras y patateras viejas, etc., en forma de un pequeño montón redondeado de casi medio metro de altura, situado en el centro y a todo lo largo de la zona delimitada, que concluya a medio metro de los extremos distales.

Encima de este material leñoso se ponen los trozos de suelo con la hierba hacia abajo, y algunas paladas de tierra que se aplanan para lograr una superficie homogénea. La siguiente capa se intenta hacer de unos 25 cm. de grueso con hojas caídas húmedas (por ejemplo de haya, tilo, abedul, arce o castaño) intercalando algunas paladas de tierra; y al final se añaden 5 cm. más de tierra recubriéndolo todo, que se golpea ligeramente también para aplanarla.

Luego se añaden 15 cm. de estiércol descompuesto y lleno de lombrices de tierra (los 8 ó 10 cm. superiores pueden ser de turba bien mojada con agua de lluvia, caso de disponerse de ella). Por último se tapa todo con una capa de 15 cm. de compost bien tamizado y mezclado con suelo, que se rastrilla para nivelarla y darle forma.

La altura final sobre el suelo de alrededor es de un metro. Para andar por los lados se ponen piedras planas o tablas.

LA IMPLANTACIÓN DE LOS CULTIVOS

En el momento de concluirlo ya se puede sembrar y plantar, pero si ha coincidido esto con el final de la temporada, se deja tal cual, cubierto con un plástico. Se calentará, y en la primavera siguiente, tras darle una pasada de garfio (un pequeño cultivador manual de tres dientes) podrá plantarse antes y todo crecerá más rápido. Entonces su altura habrá disminuido.

En febrero se comienza a sembrar zanahoria, lechuga temprana, guisante de mata baja, espinaca, perejil, lepidio, etc. Luego se trasplanta lechuga, remolacha, colirrábano, coliflor temprana, apio temprano, coles tempranas y rábanos, etc.

Los marcos son los recomendados habitualmente o algo mayores. Se planta la espina dorsal y se continúa con las líneas sucesivas, descendiendo por las curvas de nivel marcadas con una cuerda tensa. Los orificios para las semillas se hacen en el compost con un palo de medio metro provisto de una manija. Se cubren con el mismo compost.

Hay que mantener húmedo el montón y desherbarlo regularmente, pero un acolchado impide que crezcan hierbas y mantiene la humedad.

Es mejor plantar las patatas en un montón exclusivo para ellas. Una vez brotadas se colocan en el fondo de un agujero de 15 cm. de profundidad. No habrá que aporcarlas.

También conviene dedicar a las fresas un montón aparte o sus estolones estorbarán a otros cultivos. Se colocan en un marco de 30 x 75 cm., sobre un montón que haya estado sembrado el verano anterior con una leguminosa como abono verde, cortada y enterrada fresca cuando llegó a flor.

Las fresas se dan muy bien en un montón que haya tenido hortalizas durante cuatro años; entonces se cubre con un poco de compost y ahí pueden estar durante dos años.

Un montón tiene una vida de 5 ó 6 años o más, pero para mantener su alta producción ha de sembrarse con un abono verde o abonarse de vez en cuando con compost, que puede haber sido enriquecido con materiales orgánicos particulares.
La capa de hojas se descompone en 2 ó 3 años dando calor, y luego éste lo produce el núcleo leñoso inferior, que tarda de 5 a 6 años en descomponerse totalmente.

Entonces disponemos de una capa humífera de 35 cm de grosor en la que crece todo, pero no tan rápidamente por faltarle el calor. Por eso hay que reconstruir el montón al menos a los 6 años.

Al montón que ha quedado libre de cultivos en primavera se le pasa el garfio, se cubre con compost tamizado mezclado con roca basáltica en polvo (2) y todo esto se rastrilla para incorporarlo.

Entonces se siembra o planta de nuevo. Al segundo año se advierten crecimientos mayores y salen menos hierbas en esa especie de selva.

El montón libre en otoño se acolcha con compost a medio descomponer. En primavera se apartan los materiales gruesos y se mulle con el garfio. No hace falta añadir compost en primavera sino sólo rastrillar un poco de basalto. Al no hacer falta cavar, no se molesta a los microbios. Y estas labores no sufren retraso en las zonas húmedas y frías al no pisarse la tierra.

Cuando se desee mejorar una tierra en general con este método, conviene sustituir el núcleo leñoso –que tarda más en descomponerse– por material más foliáceo. A los pocos años los montones pueden aplanarse a la mitad de su altura y plantarse árboles y arbustos frutales.

Entre éstos pueden hacerse nuevos montones, aunque entonces la capa de compost junto al suelo inferior enriquecido alcanzará unos 70 cm. de espesor y sobre ella todo crecerá bien.

LA ASOCIACIÓN DE CULTIVOS

No conviene mezclar coles o pepinos con otros cultivos asociables como lechuga, apio, remolacha, zanahoria o tomate, porque se extienden y necesitan mucho espacio. Es mejor situar la familia de las coles en el borde exterior en vez de en el centro del montón. Luego a 20 ó 25 cm. hacia arriba puede sembrarse una línea de zanahorias. Para localizarlas se intercala cada 20 cm. la semilla de un rábano, pues éste no tarda en salir.

Quince cm. más arriba otra línea de cebollas, y luego otra de zanahorias. Así la mosca de la zanahoria es repelida por el olor de las cebollas, y a la de la cebolla le repele el de las zanahorias. No hace falta aclarar las zanahorias pues tienen un suelo bien mullido, pero va bien cosechar la mayoría pronto, porque en otoño esta línea ocupará hasta 15 cm. de anchura.

Más arriba se plantan lechugas, y las que estén en la cresta serán sustituidas por tomateras a mediados de mayo.

El otro lado del montón se puede plantar igual, alternando cebollas y zanahorias, y colirrábano o judía verde en el borde. Las tomateras centrales se plantan a mucha profundidad: con dos o tres hojas tapadas, por cuyas yemas emitirán raíces laterales, y a 80 cm. de separación, con un apio, dos puerros o algo de perejil enmedio, que mejorarán el crecimiento y el aroma de los tomates. Para que no asciendan más de un metro se despunta el tallo principal. Así se han logrado más de 50 kg. por planta.
Tras cosechar las lechugas, en su lugar se pueden poner hileras de apio alternando con coliflor enana.

Las cebollas se retiran a finales de julio y las coles a medida que se necesitan. En octubre la valerianela sustituye a las zanahorias, y los tomates se van cosechando a medida que maduran, hasta que vienen las primeras heladas.
Guisantes y judías no se deben juntar… hay numerosas atracciones y repulsiones, y a cada cual toca observarlas. Pasemos ahora a un tema importante.

EL COMPOST (3)

Siempre hace falta compost y uno ha de ingeniárselas como sea para conseguir más materia orgánica. ¡Pero se desprecia tanta en nuestra vecindad!

Un montón de compost puede hacerse de 1,80 m. de anchura y la longitud que permita la cantidad de materiales. Se comienza extendiendo una capa de estiércol de 20 cm. de grosor, bien húmedo, y se esparce sobre ella un activador microbiano para compost (4).

Esta capa se recubre con tierra y sobre ella se hincan estacas cada 60-80 cm. para que al extraerlas una vez acabado el montón dejen orificios de aireación que aceleren la descomposición. Se añaden 20 m. de restos vegetales de la cocina y el huerto, tan desmenuzado como sea posible, sobre todo el material compacto, como los tronchos de coles.

Se humedece bien y se vuelve a repetir esta secuencia de tres capas una y otra vez hasta alcanzar la altura de un metro o casi. Entonces el montón se recubre con estiércol y hierba cortada o paja.

Su temperatura ascenderá a 60 ºC y morirán las bacterias patógenas y las semillas que hubieran; se mantendrá durante 3 ó 4 semanas humeando mientras se reduce mucho su altura. Sólo a las 4 ó 5 semanas vendrán las lombrices de tierra en cantidades pasmosas. Y a los 4 ó 6 meses tendremos un compost excelente.

Es interesante tenerlo maduro para junio-julio, cuando abundan más los materiales para hacer un nuevo compost, el cual por la mayor temperatura veraniega puede estar listo en otoño para construir nuevos montones de cultivo. El compost apilado en otoño no se calentará tanto y por ello tardará más en descomponerse; no se toca durante todo el invierno y en marzo o abril se vuelve a colocar en capas de 20 cm. (cada capa se activa).

Por este procedimiento se tiene un montón de compost en vez de dos o tres. Cuando alcanza casi el metro de altura se cubre con un plástico y a las 3 ó 4 semanas se ha convertido en la mejor tierra de semillero. Sirve para cubrir los montones de cultivo que tienen más de tres años.

«¡Qué júbilo siento cuando soy capaz de experimentar la sencilla alegría de la persona que puede servirse en su mesa una col que ella misma ha cultivado! En ese instante no sólo gozo de la col, sino también de todos los buenos días… la bella mañana en que la planté, las agradables tardes en que la regaba y cuando con placer observaba su desarrollo». (Goethe).

(1) Refundido por Alvaro Altés del folleto Hügelkultur. La versión inglesa puede conseguirse de Waerland Verlagsgenossenschaft eG. D· 6800 Mannheim l (Alemania RF).
(2) El basalto en polvo puede conseguirse de empresas de áridos como la de Narcis Bota (c/. Major, 8. Rludarenas. Girona).
(3) Ver el artículo «El compost en el huerto familiar» de María Müller, en el n.º 22 de Integral.
(4) Puede sustituirse por un compost bien hecho que nos facilite un amigo.

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