Conversamos con Vilma Montoliu
Divina mente es una guía para aprender a trabajar la «autoestima holística», es decir, el amor a uno mismo desde el cuerpo, la mente y el alma, así como el optimismo.
Estas dos actitudes vitales son fundamentales para vivir de forma consciente y plena, y Vilma Montoliu nos enseña a dominarlas para que formen parte de nuestra vida con naturalidad y sin esfuerzo. La intención es aprender a llevar un estilo de vida consciente y que juegue a nuestro favor.
Textos: Vilma Montoliu. Entrevista: redacción de Integral
El objetivo de este libro es despertar el poder innato que todos llevamos dentro a través de herramientas, prácticas y formas de pensar que fortalecen la autoestima y el optimismo. La intención es que como seres humanos nos sintamos empoderados y capaces de tomar decisiones libres. Conversamos brevemente con la joven autora.
—¿Cómo empezó su interés por la naturopatía?
—Cuando yo era pequeña, mi madre sufrió una depresión que la llevó a ella y a mi padre a hacer un gran cambio en su forma de vivir. Más adelante, cuando ese cambio personal les llevó a un cambio profesional, decidieron montar un herbolario, hecho que llevó a mi padre a estudiar Naturopatía y yo le pedí estudiarlo junto con él.
—¿Por qué trabajar en la autoestima holística? ¿Qué podemos obtener?
—Porque es la forma definitiva de realmente conseguir quererte y tener una imagen positiva de ti, cuidando de los cuatro planos que nos mantienen como seres humanos: el físico, el mental, el emocional y el espiritual. Somos la unión de estas cuatro partes y hay que aprender a quererse y a cuidar de cada una de ellas.
—¿Qué nos aconsejaría para empezar?
—Hay que revisar cómo nos pensamos a nosotros mismos. Es importante mejorar lo máximo posible nuestro diálogo interno.
—En el libro habla de dos escalones, ¿en qué consisten?
—Primero, la autoestima holística que, como bien ha dicho, su objetivo es aprender a querernos, pero después el segundo escalón es el de una mirada optimista de la vida. Es imposible ser optimista si no hemos aprendido primero a querernos, porque ¿cómo me voy a creer que me merezco cosas buenas, si no me quiero?
—¿Por qué la belleza es tan importante —quizá revolucionaria?
—La belleza es importante porque nos nutre y nos humaniza, para valorar la belleza hay que tener cierta sensibilidad y la sensibilidad es un regalo maravilloso que tenemos como humanos y que revoluciona nuestra vidas.
Vilma Montoliu nació en 1997 en Barcelona. A los dieciocho años se diplomó en Naturopatía Holística y empezó a estudiar Historia del Arte. Los cuatro años de carrera representaron un enorme punto de inflexión en su vida, tanto en el aspecto personal como en el laboral. Durante sus estudios de Historia del Arte continuó formándose en técnicas de meditación y de gestión emocional. Más adelante se diplomó como coach especializada en Respiración Consciente y Gestión de las Emociones. La posibilidad de probar y equivocarse muchas veces la llevó a descubrir sus pasiones: el bienestar integral, el crecimiento y conocimiento personal, la comunicación y el arte en todas sus vertientes. Su objetivo es acercar a la gente a la meditación y al bienestar emocional desde una óptica amable y amorosa. En Divina mente ofrece recursos para una visión optimista de la autoestima hacia una vida plena, más libre y alegre.
Gratitud
Según la neurociencia, el sentimiento de gratitud disuelve los miedos, la angustia, la rabia, y te ayuda a parar estados mentales tóxicos. Imagina que cada vez que piensas o ves algo de ti que no te gusta, automáticamente agradeces estar vivo, poder leer o tener un techo. Nuestro cerebro no puede experimentar a la vez la gratitud y la angustia, así que siempre depende de nosotros hacia dónde inclinamos la balanza.
El sentimiento de gratitud activa las áreas de recompensa del cerebro, generando sensaciones de bienestar y de placer en nuestro cuerpo. Liberamos hormonas felices como la dopamina o la oxitocina. Por eso las personas que vivimos agradeciendo experimentamos más emociones positivas y mayor satisfacción con nuestra vida.
Pon tu corazón sobre el papel
Creo firmemente en el poder de las palabras: pueden hundir a las personas o alzarlas hacia su mejor versión. Y no las usamos siendo conscientes de lo que pueden originar en la gente. Soy muy sensible y para mí el tono que usamos para comunicarnos, los silencios, los dobles sentidos y el leer entre líneas es fundamental.
La palabra escrita tiene un impacto muy directo en el cerebro, especialmente si lees o escribes sobre papel. Está demostrado científicamente que las áreas cerebrales que se activan en la lectura en papel son distintas a las que se activan cuando lees en pantalla.
Curioso, ¿verdad?
Autoestima holística
«La belleza no es de quien la posee, sino de quien sabe amarla y admirarla». (Hermann Hesse)
Cuando paseas y ves un jardín hermoso, la belleza del jardín habla de ti, no del jardín. Porque tienes la sensibilidad de darte cuenta de lo extraordinaria que puede llegar a ser la naturaleza. Todo lo que vemos fuera es un reflejo de lo que tenemos dentro. Si aprendemos a no juzgar y a enfocarnos en las cosas buenas y positivas, haremos lo mismo con nosotros.
Nuestros cuatro planos están relacionados. Si hay en tu vida algún evento que afecta al plano emocional, este acabará afectando al plano físico, mental y espiritual. Te pongo un ejemplo fácil. Cuando tenemos estrés en el trabajo suele suceder:
1. Plano físico: las cervicales te duelen.
2. Plano emocional: estás más irritable.
3. Plano mental: tienes pensamientos relacionados con la preocupación.
4. Plano espiritual: te sientes desconectado, perdido y sin rumbo.
Experiencias vivenciales
Todo en la vida es fluctuante: los ingresos, la fama, el peso, el amor, las relaciones, el estado de ánimo, etc. Todo fluye y todo fluctúa. Y la autoestima no tiene porqué ser diferente. La autoestima también fluctúa porque es imposible desvincularla de los acontecimientos de la vida.
Pero mi objetivo es que aprendamos a cuidarla diariamente, como hacemos con nuestros dientes al cepillarlos. Es muy importante darnos cuenta de ello porque sirve para descargarnos de responsabilidad. En la vida, no todo dependerá de nosotros, pero sí podemos trabajar en la actitud.
Si no te amas y estás desilusionado con la vida, no te permitirás soñar… (porque, total, ¿para qué?), y eso te llevará a una espiral autodestructiva que hará que no sientas ninguna ilusión por la vida.
A mí me ayudó mucho darme cuenta de una cosa: prácticamente todo lo que ves lo ha creado una persona como tú. Los coches que te llevan arriba y abajo, los ordenadores que te permiten trabajar, los libros que lees, el ascensor que te hace la vida más cómoda, el café o el té que tomas y te pone de buen humor, la ropa que vistes, la música que cantas, la casa en la que vives… Todas esas cosas primero habitaron en el cerebro de alguien. Una persona con inseguridades y experiencias vivenciales como las tuyas.
Culpabilidad incontrolable
¡No te culpes por cuidarte! A menudo me encuentro con que, cuando hablamos de cuestiones que requieren dedicarnos tiempo y espacio a nosotros mismos, nos invade un sentimiento de culpabilidad incontrolable. La vocecita interior empieza: «No sé por qué estoy practicando yoga, debería estar ocupándome de la comida de los niños», «Estoy malgastando dinero yendo a terapia, no mejoraré», «No debería estar tumbado en el sofá, sino trabajando», etc. La vocecita interior tiene muchos argumentos. Es como si todos viviéramos con un abogado en nuestra cabeza. Un abogado maligno que nunca está a nuestro favor. Y es que a veces somos nuestro peor enemigo.
El patrón del pensamiento
Debemos darnos cuenta del patrón de pensamiento que hay detrás del sentimiento de culpa. Si comprendemos el patrón, podremos desmontarlo. El abogado maligno es una parte de nosotros que no debemos ignorar, sino que el objetivo es integrarlo de manera positiva. ¿Por qué te sientes culpable cuando te cuidas? Probablemente porque crees que no estás haciendo algo productivo o porque crees que deberías invertir todo tu tiempo en los demás o en tu trabajo.
En el caso de las madres, veo que las acompaña un gran sentimiento de responsabilidad y temor que las hace sentirse muy mal si se priorizan, aunque sea solamente un día.
Te voy a ir planteando mitos sobre la autoestima, el autocuidado, el merecimiento y la culpabilidad, y los vamos a ir desmontando juntos.
• Mito 1: Si me cuido, soy una persona egoísta. Si no te cuidas a ti mismo, ¿cómo vas a poder cuidar de los demás?
• Mito 3: Pasar tiempo conmigo es una pérdida de tiempo. Invertir tiempo en tu soledad te ayudará a conocer tus deseos. Si conoces tus deseos, podrás ser una versión de ti auténtica y harás sentir bien a los demás.
• Mito 8: Toda mi vida he tenido la autoestima baja, así voy a quedarme. La neuroplasticidad es la capacidad que tiene nuestro cerebro para crear nuevas redes neuronales. Si empiezas a cambiar la forma en la que te
piensas, cambiará la forma en la que te percibes. Todo se puede cambiar.
• Mito 14: Cuidarme es comprarme cosas bonitas. Las conductas adictivas (las compras, el sexo, la bebida, la comida basura, etc.) nunca serán una manera de cuidarte. Son actitudes escapistas.
Somos energía
Los humanos tenemos costumbres que adquirimos sin darnos cuenta y que dañan mucho la frecuencia vibratoria.
Las muchedumbres. Efectivamente, si eres una persona sensible ya lo habrás notado. Los espacios llenos de gente dañan tu energía severamente. En mi caso, las multitudes pueden llegar a afectar fuertemente mi salud física hasta el punto de provocarme temblores y terribles dolores de cabeza. Pero no te preocupes, puedes seguir yendo al concierto de tu grupo favorito. Solo que tenemos que hacerlo tomando ciertas precauciones.
La música que escuchas. La música también tiene una frecuencia específica. Tiene que ver con el contenido de la letra, pero también con los ritmos y los instrumentos escogidos. Ten en cuenta que, en general, muchas de las cosas que nos rodean accidentalmente no están hechas para ayudarnos a tener una energía limpia y que trabaje a nuestro favor.
La soledad. Vivimos en una sociedad ultraconectada gracias a la tecnología y a la vez muy solitaria. Aparta la mirada de las pantallas, levanta los ojos y busca conexiones humanas reales. No tengas miedo a las personas. Si hablas de cómo te sientes, si te abres, conseguirás que los demás te comprendan y puedas llegar a sentir conexiones profundas y especiales. Esto no sucede con todo el mundo, pero si te pasa con una sola persona, cuídala hasta la saciedad.
Gratitud
Según la neurociencia, el sentimiento de gratitud disuelve los miedos, la angustia, la rabia, y te ayuda a parar estados mentales tóxicos. Imagina que cada vez que piensas o ves algo de ti que no te gusta, automáticamente agradeces estar vivo, poder leer o tener un techo. Nuestro cerebro no puede experimentar a la vez la gratitud y la angustia, así que siempre depende de nosotros hacia dónde inclinamos la balanza.
El sentimiento de gratitud activa las áreas de recompensa del cerebro, generando sensaciones de bienestar y de placer en nuestro cuerpo. Liberamos hormonas felices como la dopamina o la oxitocina. Por eso las personas que vivimos agradeciendo experimentamos más emociones positivas y mayor satisfacción con nuestra vida.
Una actitud optimista
En la segunda parte encontraremos recursos.
Nadie se merece ser una víctima. Nadie se merece ser un quejica. Nadie se merece estar amargado. Entonces, ¿por qué no nos quitamos de encima esa tríada? Todas las personas tenemos pensamientos negativos. No importa cuánto tiempo hace que te trabajas o que practicas un estilo de vida optimista, seguro que en algún momento se te cuela algún pensamiento desafortunado. Aceptémoslo porque no pasa nada. No eres menos optimista o espiritual por ello. Simplemente, eres un ser humano maravilloso con una mente que a veces tiene pensamientos intrusivos. Nos pasa a todos, tranquilo. De hecho, al día generamos miles de pensamientos y el 95% de estos son repetitivos.
El paso más importante
Aprender a controlar el bucle negativo o disco rayado es el paso más importante.
1. Entiende profundamente que no nos podemos pelear con la realidad. La vida no está configurada para responder a tus expectativas.
2. Muévete. Nada desenquista mejor el pensamiento negativo que el movimiento del cuerpo: date un paseo, sal a correr, haz algún tipo de ejercicio y aprovecha para llevar la mirada hacia el horizonte. La inactividad corporal provoca un descenso de la serotonina, una hormona que necesitamos para mantenernos más alegres y optimistas.
3. ¿De quién es la voz que oyes dentro de tu cabeza? En ocasiones, la voz negativa y limitante que nos visita es la de algún pariente: una madre controladora, un padre malhumorado, un abuelo neurótico, etc. No tenemos que culpar a nadie, pero sí darnos cuenta de todo aquello que cargamos y que, en realidad, tampoco es nuestro.
4. Piensa en todas las veces que te encontraste en una situación similar y pudiste superarla sin problema.
5. ¿Qué es lo mejor que podría pasar? O ¿qué es lo peor que podría pasar? Hazte estas preguntas y observa.
Observar tus pensamientos
No eres una víctima de tu madre gordofóbica o perfeccionista o ansiosa o depresiva o controladora, etc. Tampoco juzgamos a tu madre por sus estructuras de pensamiento. Simplemente aprendemos a responsabilizarnos de nuestras creencias y pensamientos, porque ellos crean nuestro cosmos y nos merecemos ser personas optimistas, saludables y querernos mucho.
El cerebro está formado por 100.000 millones de neuronas. Al nacer, cada neurona de la corteza cerebral tiene 2.500 sinapsis o conexiones. A los tres años, el número aumenta a 10.000 conexiones. No obstante, con el paso de los años las conexiones suelen reducirse a la mitad.
Las conexiones que no usamos se acaban muriendo. Sin embargo, está en tu mano aprender a estimular y a mantener ágil el cerebro, escogiendo qué rutas neuronales quieres que teja y cuáles no. Además, trabajar en tu mente te ayudará a mantener una edad cerebral joven.
Vamos a crear la red neuronal del optimismo:
Me gustaría que tuvieras un amuleto. Podría ser una pulsera o un anillo. Tiene que ser un objeto pequeño que puedas ir cambiando de la mano derecha a la mano izquierda. También podría ser una piedrecita que pudieras guardarte en el bolsillo, e ir cambiándola del bolsillo derecho al bolsillo izquierdo. Te estará sonando raro, pero ahora cobrará sentido. Cada vez que te des cuenta de que tienes un pensamiento negativo, cámbialo automáticamente por otro optimista. Entonces, cambias tu amuleto de un lado a otro.
El cerebro reacciona más rápido a los cambios cuando estos son dados en movimiento. ¿Sabías que muchos actores estudian el guion mientras corren o caminan? Esto ayuda a fijar las palabras. Aquí nos sucede lo mismo. No solamente se trata de cambiar el pensamiento inmediatamente, sino también de llevar a cabo algún cambio físico».
«Fíjate en las palabras en negrita: nunca, jamás, seguro, no, nadie, etc. Podrías intentar disminuir el uso de estas palabras tan categóricas y no sentenciar las cosas como blancas o negras. Especialmente cuando estamos compartiendo puntos de vista que difieren de los de otras personas. No usar expresiones categóricas nos ayuda a entablar un mejor diálogo interno y externo».