Prepararemos el organismo igual que la naturaleza se adapta para esta nueva estación que nos acerca al invierno. Según la Medicina Tradicional China, sustituir los alimentos picantes por los ácidos, practicar ejercicio suave y cuidar el equilibrio emocional son algunas de las claves.
Cuando llega el otoño, nuestro cuerpo termina un ciclo y se prepara para otro tipo de actividad, como en la Naturaleza. Las plantas cambian de color y se secan, los árboles pierden sus hojas. La invitación al reposo parece acompañarse de un descenso de temperatura, y vivimos una mayor diferencia entre el día y la noche. Además, puede darse una mayor sequedad. Hemos preparado algunos consejos para prepararnos y disfrutar de una buena salud.
1. Equilibrio de líquidos
Se pueden tomar por las mañanas 1 o 2 vasos de agua natural con limón o miel. Si has tomado una gran cantidad de fruta fresca y verduras durante el pasado verano, pueden aparecer debilidades en el sistema digestivo y provocar un cúmulo de humedad que se manifestará ahora (diarrea, hinchazones, gases, dolores). Para evitar la intolerancia hacia algunas frutas y verduras, lo mejor es comer con moderación, preferentemente crudas y del tiempo.
Entre las frutas y verduras que refuerzan tu inmunidad están la granada, las nueces, las judías azuki y los boniatos. Entre los cereales, la avena, el mijo, el kamut y el trigo espelta, que podemos tomar en forma de muesli (copos) o en sopas o cremas (tanto en copos como en harinas integrales de cultivo ecológico).
2. Alimentos más ácidos y menos picantes
Elimina el calor excesivo de tu dieta para compensar los cambios de temperatura entre el día y la noche. Elegiremos algunos alimentos Yin para lubrificar al cuerpo, especialmente los pulmones. Los alimentos picantes y «calientes» pueden perjudicar la salud dispersando el chi pulmonar. Así pues, reduce el consumo de pimiento picantes, cebolla, jengibre, puerro, especias… Incluso el ajo, al que volveremos con el invierno.
Convienen, en cambio, alimentos ácidos como cítricos, manzanas, peras, ciruelas, granadas, uvas, castañas, albaricoques, castañas de Indias, rábanos blanco, nísperos, piñas, papayas o caquis.
3. Aprovecharemos los frutos secos
Los frutos secos otoñales son nutritivos y protectores y ricos en minerales y componentes antioxidantes. Hablamos de almendras, piñones, castañas, avellanas, pistachos y nueces. A la hora de comprarlos, es mejor elegir menor cantidad y que sean de buena calidad.
4. El descanso. Poner orden en tus horarios
En otoño la naturaleza tiende a la dispersión, por lo que es muy importante tener un horario regular, sobre todo al levantarse y acostarse. No te vayas a dormir muy tarde, así podrás recuperar chi pulmonar y levantarte pronto. El ritmo irregular produce un gasto energético que es mejor evitar.
Orienta la cabecera del dormitorio hacia el norte siempre que sea posible. No conviene dormir con todas las ventanas completamente cerradas.
5. Piel seca
En otoño la sequedad y la temperatura afectan especialmente a la piel y al cabello. Aparecen afecciones por la inflamación de las zonas mucosas, como las vías respiratorias, los ojos, la zona vaginal e incluso en el intestino.
Los cambios ambientales bruscos y la sequedad aumentan los problemas cutáneos como inflamaciones en la piel, dermatitis por sequedad (es un buen momento para usar cremas de caléndula o aloe vera) y también alergias, caída del cabello y tanto diarrea como estreñimiento.
6. Adáptate y evitarás enfermedades
Como a principio de otoño la temperatura del agua es relativamente próxima a la temperatura corporal, se recomienda ducharse con agua caliente o tibia, pero terminando siempre con agua fría y seguidamente secarse o abrigarse bien. Así se evitan enfermedades relacionadas con el frío, como los resfriados, bronquitis y neumonía.
En general, ducharse o bañarse con agua fría mejora la circulación sanguínea entre la piel y los órganos internos, evita el endurecimiento de las arterias y suele prevenir trastornos cardíacos e hipertensión. ¡Es una buena costumbre!
7. Ejercicio al aire libre
Ya lo sabéis, solo hay que ponerlo en práctica: yoga, chikung, taichi, caminar al lado del mar o por la montaña. En cantidad e intensidad según las condiciones físicas de cada persona.
8. Desconectar
Cada día tienes que darte un pequeño respiro. No te dejes llevar por la rutina, lo más fácil es caer en las viejas trampas de estar permanentemente conectados a algo, a las pantallas …y al trabajo. Da un paseo de 30 minutos después de la cena. Si alguna vez una situación te supera, recuerda mantener la mente fría durante un minuto y luego siéntate en cuclillas durante 5 minutos.
9. Cuida los pensamientos que levantan el ánimo
La tristeza y la fatiga son muy habituales en esta época. Al disminuir la luz del sol y reducirse las actividades físicas, los niveles de las sustancias bioquímicas como la melatonina, la serotonina y la adenosina cambian, lo que afecta a tu bienestar, ya que provoca apatía, depresión o sensación de cansancio.
Conviene alimentar la mente con pensamientos positivos y serenidad. Tenerla ocupada con cosas que te hagan vibrar positivamente.
10. Ríe
Ríete mucho. La risa es una medicina muy eficaz y completa, que reduce el nivel de estrés (cortisol) y aumenta nuestra capacidad pulmonar. También estimula la actividad de los linfocitos (sistema inmunológico) y mejora nuestro sistema circulatorio. Ríe tanto como te sea posible, tómate la vida con humor. Además, como la risa se contagia, si compartes una sonrisa, regalas salud.