Aplicar mascarillas, utilizar champúes adecuados y seguir una serie de cuidados mínimos nos ayuda a proteger nuestro cabello de las radiaciones solares y la contaminación.
El cabello ha ejercido desde siempre una gran fascinación y es un reflejo de nuestra personalidad. lodos deseamos conservar el cabello con todo su color, su brillo y sus ondas. Pero en verano el pelo sufre más agresiones por factores externos –sol, arena, sal y cloro–, que lo desvitalizan y resecan, le hacen perder brillo y vuelven sus puntas más quebradizas.
Es evidente que la exposición solar es beneficiosa para nuestro organismo, aunque hay que saberla dosificar. En general, somos bastante conscientes de que debemos proteger la piel de nuestra cara y de nuestro cuerpo para evitar un envejecimiento prematuro de la misma. Sin embargo, nos olvidamos muchas veces de que el cabello también precisa de una serie de cuidados regulares.
Conviene tener en cuenta que una de las principales causas del envejecimiento del cabello es la exposición natural a los factores externos, que se ven multiplicados cuando hay exceso de sol o de contaminación.
La luz solar favorece la pigmentación de la piel, aunque también decolora el cabello y degrada la estructura de la queratina, por lo que el pelo pierde brillo y se vuelve frágil. El cloro de las piscinas lo reseca y le hace perder elasticidad.
Si no lo cuidamos perderá vida, lo que puede provocar una caída prematura.
Para lavarlo se emplearán únicamente champús neutros o ligeramente ácidos ya que el cabello tolera los valores de pH entre 5 y 7 sin que se altere su estructura. Pero cada tipo de cabello necesita un cuidado especial, pues no es lo mismo tenerlo seco que graso. Ni siquiera es lo mismo tenerlo rubio o casta1io. Veamos las principales diferencias:
Cabello graso. Suele ser de origen hereditario, aunque se agrava con el estrés. Precisa lavados frecuentes aunque suaves, ya que de otro modo se estimula la secreción de sebo. Lo ideal es alternar champús de uso frecuente con otros específicos para cabello graso a base de plantas especiales para regular el exceso de sebo. Las más frecuentes son:
- Saponaria, lava sin alterar ni agredir el cuero cabelludo.
- Tormentila, cierra los poros y recubre el pelo.
- Capuchina, estabiliza el flujo sebáceo.
- Bardana, regula la producción de sebo.
- Espino blanco, calma el picor. A su favor, el cabello graso dispone de una protección natural frente al sol y otros agentes «agresores».
Cabello seco. La escasa producción de sebo puede deberse a causas químicas, como el uso demasiado frecuente de tintes y decolorantes. Hay que lavarlo con un champú adecuado, dos o tres veces por semana. El cabello seco agradece los champús a base de:
- Aceite de coco, que devuelve el brillo y el esplendor al cabello.
- Aceite de avellana, lo fortalece.
- Aceite de almendras, lo nutre y lo suaviza.
Algunos champús incorporan en su fórmula derivados de la leche y lecitinas que reconstruyen los tallos capilares. En verano, es el tipo de cabello que necesita más cuidados: habrá que aplicar abundantes mascarillas y aceites o lociones protectoras del cabello.
Cabello normal. Es el menos «normal» de todos. Las glándulas sebáceas producen la cantidad adecuada de grasa, cuando lo normal es que haya una tendencia al exceso o al defecto. Este cabello tiene pocos problemas a la hora de encontrar un champú adecuado, ya que pueden usarse, entre otros:
- Camomila, hamamelis o hipérico, que suavizan e hidratan.
- Salvia, que sanea el cuero cabelludo.
- Aceite de coco o jojoba.
Consejos para un cabello sano
Mantener nuestro cabello sano no requiere más que una serie de cuidados regulares que se incrementarán durante el verano para protegerlo de las intensas radiaciones solares.
► Cepillar cada noche la cabeza para eliminar el polvo y activar la circulación del cuero cabelludo.
► Utilizar un champú adecuado. Enjuagar abundantemente y terminar el lavado con agua fría para dejar el pelo más brillante.
► Empezar a peinar por las puntas y seguir luego por las raíces.
► Secar los cabellos al aire libre o con un secador a temperatura suave.
► Usar una buena crema suavizante.
► En verano, aplicar una mascarilla, al menos una vez por semana.
► Usar pañuelos o gorras para protegerse del sol si tenemos que hacer una exposición prolongada.
► También se puede tomar un complejo vitamínico adecuado para el cabello que contenga aminoácidos, vitaminas, hierro y zinc.
Mascarillas caseras
La mascarilla capilar reestructura el pelo tras la exposición al sol. Si bien las mascarillas comerciales se aplican después del lavado, en el caso de las caseras es recomendable ponerlas entre la primera y la segunda enjabonada, ya que son más difíciles de aclarar. Se dejan actuar de 10 a 20 minutos, con la cabeza cubierta con una toalla caliente.
Cabellos normales
Aceite de almendras dulces
Medio yogur
Miel
Mezclamos dos cucharadas soperas de aceite con medio yogur y añadimos una cucharadita de miel.
Cabellos grasos
Aceite de jojoba (en su defecto usaremos leche)
Avena molida
Vinagre
Las cantidades variarán en función de lo largo que tengamos el cabello. En general suele ser suficiente una dosis equivalente a medio yogur.
Mezclamos el aceite con la avena hasta obtener una pasta fluida y añadimos entonces unas gotas de vinagre. Si utilizamos leche en lugar de aceite de jojoba, usaremos el vinagre en el agua del aclarado.
Cabellos secos
Manteca de karité (o aceite de aguacate)
Aceite de coco
Miel
Mezclamos la manteca de karité con el aceite de coco y añadimos una cucharadita de miel.
Si el cabello está muy desvitalizado o castigado, podemos añadir también una yema de huevo.
Dra. Rosa Blasco (máster en medicina estética)