Éste es el título de un libro de éxito, obra del médico y naturista alemán Dr. Adrian Schulte. No explica los tipos de heces, pero las podemos ver en este artículo. Schulte muestra un camino idóneo para poner de nuevo en forma los intestinos y un sinfín de detalles importantes relacionados con las heces, uno de los resultados finales de nuestras digestiones y que dice mucho de nuestro estado de salud.
Textos: Redacción de Integral, con textos de Adrian Schulte* e informaciones recogidas por Blanca Herp.
Lo que esconde el retrete
Los primeros inodoros se patentaron a mediados del siglo xix en Norteamérica y enseguida llegaron a Europa a través de Inglaterra. Con este invento prácticamente se fue al traste la posibilidad de deducir la salud intestinal a partir de nuestras deposiciones. Flota o apesta; flota y apesta. Con los modelos de sanitarios al uso no se puede obtener más información. Posiblemente, uno de los argumentos de su inventor fuera evitar que los hediondos excrementos que es capaz de evacuar un intestino enfermo estuvieran en contacto con el aire apenas una fracción de segundo antes de disiparse en el éter. No obstante, pese a la brevedad de este intervalo, la aparición de ambientadores, desinfectantes y pastillas de olor ideados para el interior del inodoro ha aumentado de forma incansable. Me pregunto por qué a nadie le parece extraña toda esa parafernalia.
En los países de habla alemana, el váter de plataforma plana ha perdurado durante más tiempo. En este, la materia fecal se ve y se huele antes de desaparecer con una cascada de agua por la canalización. Pero sólo existe en estos países.
Papel higiénico
Cuando el inodoro de cuenco profundo no nos ayuda, queda la posibilidad de recurrir al papel higiénico para saber algo sobre la salud intestinal. Sería estupendo no necesitarlo. Exactamente: no necesitar papel higiénico. Todos hemos conocido esa sensación en algún momento, aunque no suele darse demasiado a menudo. Pero, cuando ocurre, nos sentimos verdaderamente bien, como si el mundo estuviera en orden. Un intestino grueso intacto recubre las heces con una capa de moco para que el ano no se ensucie, y, en el caso de nuestro amigo de cuatro patas, damos por supuesto que así debe ser.
Cada persona consume unos quince kilos de papel higiénico por término medio al año y nos parece lo más normal del mundo. Quizá se nos pase por la mente la selva tropical, pero ¿nuestra propia salud?, en eso no pensamos.
Tal vez en un futuro próximo ni siquiera esté disponible el papel higiénico, a pesar de que aún nos ofrece importante información sobre nuestra salud intestinal, por la sencilla razón de que los sofisticados procedimientos de enjuague e irrigación están conquistando el mercado. Muy a menudo, solo de este modo se consigue una perfecta higiene de la zona anal.
El intestino regula las funciones inmunológicas y hormonales, mantiene a raya a las bacterias, corrige los desequilibrios y lo hace, a menudo, sin protestar.
¿Cómo debería ser?
Pero vayamos al meollo del asunto: ¿Cómo distinguiremos una deposición excretada por un intestino sano? ¿Cómo debe oler? ¿Y cuál debería ser su forma?
La mayor parte de la gente no tiene la más remota idea. Solo mira el interior del retrete cuando va a vomitar.
Ninguna otra excreción corporal nos da tanto asco como una deposición y, en realidad, no es para tanto. Voy a describir su contenido. Tal vez el hecho de comprender mejor de qué consta te ayude a evitar esa sensación tan desagradable.
Una parte se compone de residuos alimenticios que no podemos digerir y que no han sido afectados por los procesos bacterianos propios del intestino. Una dieta rica en fibra aumenta esta proporción y, en consecuencia, también la cantidad de heces.
También encontramos mucosa muerta, puesto que se renueva constantemente, como sucede con la piel. La superficie de mucosa que recubre el intestino ocupa 300 m2. La del intestino delgado, en concreto, se renueva cada dos o tres días. Nada menos que una cantidad equivalente a 300 m2 de mucosa desaparece por el inodoro con asiduidad.
A todo esto, cuando el intestino se inflama o se irrita, segrega aún más mucosa, como sucede con una quemadura solar en la espalda, donde la piel se renueva más deprisa hasta el extremo de desprenderse a tiras. Y entonces aumenta la materia fecal, así que evacuamos más.
Otro de los componentes son las bacterias: vivas y muertas. Si empezáramos a buscar a nuestro alrededor equipados con un microscopio, constataríamos que hay bacterias por doquier: en la mesa, la silla, el suelo, sencillamente, en cualquier sitio, y suponen una buena tercera parte de los residuos digestivos que defecamos. El intestino grueso –que casi pertenece al mundo exterior y por eso fomenta el crecimiento de gérmenes– está colonizado por grandes cantidades de bacterias y hongos.
Así pues, la mucosa muerta, las bacterias y los restos de alimentos no digeridos conforman «eso» que hacemos desaparecer sin mirar ayudados de un tanque de agua. Si nuestra digestión es saludable no hay razón para que dé asco, y tampoco huele. Solo resulta repugnante cuando el intestino no funciona del todo bien, y los procesos de fermentación y putrefacción convierten las deposiciones en una masa más o menos sólida y pegajosa que despide un olor nauseabundo.
Color, olor y frecuencia
En cuanto al color, hay muchas variaciones saludables; todo depende de los alimentos que hayas ingerido. Desde el marrón claro al oscuro, pasando por las tonalidades verdosas fruto de una comida a base de espinacas, el rojizo que confiere la remolacha roja o incluso el negro, producido por una morcilla. Pero atención: unas heces verdes sin la espinaca, rojizas sin remolacha o negras sin haber comido morcilla son claros indicios de una afección grave.
Por el olor se sabe enseguida cuándo algo no va bien; de hecho, la deposición casi no debería oler. ¡Si desprende un olor agrio, fétido o putrefacto no es saludable en absoluto! Su consistencia también nos aportará información. Una caca muy dura y tuberosa es tan poco normal como una acuosa o muy blanda.
La frecuencia con la que defeca una persona es el único criterio por el que se determina la salud del intestino. Y es un error. Cinco veces diarias es excesivo y una vez a la semana insuficiente. Sería idóneo ir al baño una vez al día por la mañana y hasta dos veces también, siempre que las heces sean normales, según las características ya mencionadas.
Ahora supongamos que eres una de esas pocas personas con un intestino feliz: tu deposición es regular, está bien formada, casi no huele y echas mano del papel higiénico solo porque te divierten los chistes impresos en el mismo, o porque te encanta su estampado floral. Si es así, no es necesario que sigas leyendo.
Pero quizá haya alguien en la familia o en tu círculo de amigos que no tenga la misma suerte y te gustaría darle unos buenos consejos o, sencillamente, quieras saber cuál es el problema de tu compañero de trabajo, porque hace unos días entró en el lavabo un poco antes que tú y, durante la media hora siguiente, te sentiste como si hubieras sido víctima de un ataque con gas tóxico. Seguimos pues con la lectura.
Un proceso maravilloso
El proceso digestivo se puede comparar con una línea de montaje de cualquier fábrica. En cada sección del ciclo hay uno o más trabajadores, y las heces serán aquí el producto acabado. Cuando todo va bien en la fábrica, el resultado es un producto de calidad. Por el contrario, si es defectuoso de alguna manera, será necesario dirigirse al fabricante y averiguar en qué punto concreto de la cadena se ha producido el desaguisado. Esta es precisamente la propuesta (del libro): identificar algunos fallos que podrán subsanarse con métodos sencillos, como descubrir el efecto de la leche en las digestiones. Otros son más complicados, e incluso habrá que considerar la asistencia médica y, si fuera el caso, exámenes clínicos y asesoramiento especializado.
La escala de heces de Bristol
Como decimos, las heces son un buen indicador del estado de nuestro intestino y de nuestra salud. Nos pueden indicar infecciones bacterianas, problemas metabólicos, hormonales… Existe una correlación directa entre la forma/consistencia de las heces y la cantidad de tiempo que ha pasado en el colon (debido a factores como la hidratación, estreñimiento, alimentación equivocada, etc.)
La escala de heces de Bristol es una tabla visual empleada en medicina, destinada a la clasificación de las heces humanas en 7 grandes grupos. Fue desarrollada por S. Kewis y K. Heaton en 1997.
Como podemos ver en la tabla, las heces que emite una persona son un pequeño mundo. Pueden variar a lo largo del día e incluso en un breve espacio de tiempo. Esta diversidad fue estudiada hace solo algo más de veinte años, de forma que se ha establecido una escala que nos permite identificar el tipo de heces de cada persona y que nos informa sobre su estado de salud.
El estudio
Inicialmente estos dos investigadores querían conocer la velocidad del tránsito intestinal con el objetivo de desarrollar una escala, que fuera sensible a los diferentes tiempos de tránsito. Con la ayuda de 66 voluntarios omnívoros de entre 15 y 62 años; que no hubieran tenido antecedentes en los últimos tres meses de toma de antibióticos ni ningún problema médico de significancia o que tomaran anticonceptivos en el caso de las mujeres, fueron sometidos durante 9 días a un seguimiento, en el que alimentados con una dieta normal, deberían de emplear unos diarios un tanto especiales, donde deberían de anotar el número de veces que defecaban, así como la forma o apariencia de cada deposición en una escala de hasta 7 puntos.
Una vez, pasados los días de control, los voluntarios se sometían a otro proceso de 9 días, pero que consistía en la toma de un fármaco laxante o de un antidiarreico, siendo ambos grupos llevados a la máxima dosis tolerada, para ver cómo reaccionaba el tránsito intestinal y por tanto las veces que defecaban y las formas que obtenían. Como resultado obtuvieron la famosa escala de 7 puntos.
Tipo 1: Trozos duros separados, como nueces, difícil de excretar.
Son aquellas heces que han pasado un mayor tiempo en el tracto intestinal y en general, tienen un paso más complejo. Son una señal de estreñimiento, deshidratación… con dietas pobres en fibra, en general propias de una vida poco saludable.
Puede indicar una inflamación del intestino delgado. Si faltan algunas bacterias, al organismo le resulta imposible retener el agua en las heces. Estos trozos de caca son pequeños, sólidos y duros, normalmente de 1 a 2 cm de diámetro. Debido a su solidez, pueden ser muy dolorosos de expulsar. Son típicas en personas que han sido sometidas a un tratamiento de antibióticos y personas que toman poca fibra.
Tipo 2: Como una salchicha, pero hecha de grumos.
Este tipo está formado por muchas heces del tipo 1 que se unen y forman una sola. Tienen un diámetro de entre 3 y 4 cm y, a menudo, causan estreñimiento al permanecer en el tracto intestinal durante mucho tiempo (incluso más de una semana). Expulsar este tipo de hez es difícil y doloroso debido a su solidez y a su tamaño, que excede el de la apertura anal. Son típicas en personas que sufren de Síndrome del Intestino Irritable.
Tipo 3: Con forma de morcilla, con grietas en la superficie.
Este tipo de hez es similar al número 2, pero se procesa más rápido, (por lo general entre una y dos semanas) y también es, por lo tanto, indicativo de estreñimiento y síndrome de intestino irritable.
Es uno de los estados que podríamos considerar más normales, aunque no sea óptimo.
Tipo 4: Como una salchicha; o serpiente, lisa y blanda.
Este tipo está cerca de la perfección (¡Felicidades! ¡Es la mierda ideal!) Suaves y lisas, estas deposiciones salen como una serpiente (diámetro de 1 a 2 cm), propio de dietas saludables, equilibradas e hidratadas, en las que habitualmente se defeca 1 vez al día.
Tipo 5: Trozos o bolas de masa pastosa con bordes definidos, que son defecados fácilmente.
Es la más cercana a la caca perfecta, con un diámetro entre 1 y 1,5 centímetros, es típico de alguien que defeca dos o tres veces al día después de las comidas importantes del día. Las futuras heces, más bien blandas, pasan de forma bastante fácil por el sistema digestivo.
Tipo 6: Fragmentos o pedazos blandos y esponjosos, con bordes irregulares y consistencia pastosa.
Propios de una diarrea en potencia, con trozos blandos y esponjosos y con bordes irregulares. Además, puede que te sea muy complicado limpiarte después solo con papel. Este tipo de heces son indicativo de hipertensión y estrés. También pueden ser indicativos de que se ha estado aguantando a ir al baño, porque no lo tenía cerca.
Tipo 7: Acuosa, sin trozos sólidos, totalmente líquida.
Lo más similar a la diarrea común. Puede darse en conjunción con el estreñimiento, que acompaña a las heces de tipo 1. A menudo la sufren los niños y los ancianos. Dieta de arroz blanco o agua de arroz, y demás remedios conocidos. Pero sobre todo, si es habitual, revisión completa del estilo de vida y tipo de alimentación.
Tiempo. Por normal general, tardamos entre 18 y 72 horas para digerir los alimentos y formar la caca. Cuando tenemos diarrea, es porque las heces se han procesado rápidamente y el intestino no ha tenido tiempo de extraer tanta agua como debería. En el otro extremo de la escala, no defecar en 72 horas, es indicativo de estreñimiento y puede estar vinculado a otros problemas.
En resumen, para las heces del tipo 1 y 2, que indican estreñimiento, el tiempo de excreción es muy lento, con dificultad de expulsión y un número pequeño de deposiciones. Y así hasta las del tipo 7, que indican diarrea, en donde el tiempo de evacuación suele ser muy rápido.
Composición. La caca perfecta se compone de:
- Agua (aprox. 75%)
- Materia sólida (aprox. 25%)
A su vez, la materia sólida puede desglosarse en:
- Bacterias muertas
- Materia alimentaria indigesta (fibra y celulosa)
- Colesterol
- Otros cuerpos grasos
Validación de la escala
Al desarrollar la escala, observaron que el tránsito intestinal lento era sorprendentemente común en la población campesina que comía una dieta rica en fibra, algo que no extrañará a los lectores de la revista. Estas mismas personas eran también más «resistentes», con una complexión delgada o normal y asimismo propensas a los cálculos biliares de colesterol.
Posteriormente, para validar los resultados, se realizó el estudio en la ciudad de Bristol con 838 hombres y 1.059 mujeres y se observaron que el tipo de defecación más habitual era el tipo 4, que las deposiciones sin prisas se asocian al tipo 3 o 4 y que las deposiciones de urgencia en el 80% son de tipo pastoso (6-7).
La facilidad de uso de la escala ha hecho que se haya ido incorporando a la práctica clínica para la evaluación de aquellos pacientes con síndrome del intestino irritable, pacientes con HIV e incontinencia fecal. diferentes adaptaciones de la escala adaptados a los grupos de población de cada país. Los resultados son muy similares o prácticamente iguales a los originales.
El color de las heces
Además del tamaño, la forma y la consistencia, el color de las heces también es un indicador del estado de tu organismo. La caca normal y sana es marrón claro o marrón medio.
Café. Es el color normal de la caca y se debe a la bilis excretada por el intestino.
Verde. Si no fuera debido a una comida con muchas hortalizas, puede ser que la comida haya pasado muy rápido por el intestino delgado.
Amarilla. Suele ser grasosa, fétida, contiene grasas en exceso porque el cuerpo no las absorbe bien. Posible síntoma de celiaquía (intolerancia al gluten). La caca de color amarillo también puede indicar que la vesícula biliar no funciona bien.
Negra. Si no se ha comido tinta de calamar, ni tampoco se ha ingerido un exceso de hierro, cuidado, porque podría ser señal de hemorragia interna o algún trastorno severo.
La caca con un color muy oscuro tirando a negro o a rojo indica que puede haber sangrado en el tracto gastrointestinal o anal. En esos casos es aconsejable que acudas a tu médico de inmediato. Sin embargo, otras causas del color oscuro de tu caca pueden ser el hecho de que estés tomando ciertos medicamentos y suplementos para tu salud o que hayas comido regaliz negro.
Muy clara o blanquecina, Las heces muy pálidas, marrones, grises o blancas puede ser causadas por la falta de bilis, aunque pueden ser también el resultado de tomar antiácidos o tener problemas como la cirrosis, la hepatitis y la enfermedad pancreática. Es decir, hay medicamentos que la provocan, y también puede ser señal del colédoco obstruido. Si tu caca es muy pálida y blanquecina, acude a tu médico cuanto antes.
Roja o con manchas rojas, Visita al médico tan pronto puedas.