Los huesos son como los cimientos de una casa, sostienen y dan estructura al cuerpo, pero también son como los tesoros enterrados en la tierra, guardando la historia y la fortaleza de nuestra existencia.
Textos: Patricia Restrepo
Consultora macrobiótica y directora del Instituto Macrobiótico de España
Como el bambú
Cuando los huesos del cuerpo son frágiles, es como si fueran cristales delicados en un jarrón antiguo, susceptibles de romperse con el más mínimo impacto. Por otro lado, cuando los huesos son demasiado duros y se rompen, es como si fueran rocas inamovibles golpeadas por la fuerza del tiempo, pero finalmente ceden ante la presión.
Hay una creencia que deben ser fuertes para que no se rompan, pero en realidad deben ser como el bambú, flexibles y firmes.
Al proporcionarles los nutrientes esenciales y la luz del sol, permitimos que sus ramas se flexionen con gracia con el viento, manteniéndolos fuertes y resistente a las tormentas de la vida. En realidad son la reserva más grande de minerales que tiene el organismo.
Cuando los huesos se debilitan
Si nuestros huesos se apolillan, el resultado más habitual lo llamamos osteoporosis. La osteoporosis es el debilitamiento de los huesos causado por un desequilibrio entre la formación y destrucción de los huesos —osteoclastos y osteoblastos—. Los osteoblastos construyen y los osteoclastos limpian. Los osteoblastos se insertan en el colágeno —el hueso es un tejido vivo que está en constante renovación y movimiento—. El osteoclasto limpia el tejido muerto e intoxicado y, una vez se ha limpiado, el osteoblasto construye.
Es una enfermedad ósea caracterizada por una disminución de la densidad mineral (ósea) y un deterioro de la micro arquitectura del tejido óseo, lo que conlleva a un aumento del riesgo de fracturas.
Pero hemos de estar muy conscientes de la diferencia entre osteoporosis y osteopenia. A partir de los 45 años comienza una disminución de la densidad ósea propia de la edad —es lo que se conoce como osteopenia—. Es un hecho fisiológico y natural, ya que al disminuir la producción de estrógenos o testosterona, también lo hace la masa ósea.
«Es la edad»… ¿o lo que ingerimos?
Otra cosa bien distinta es la osteoporosis, que representa una pérdida de masa ósea superior a la esperada para la edad, y que en la actualidad tiene carácter epidémico; se considera que la osteoporosis es una consecuencia de la menopausia, cuando en realidad, es el resultado de haber consumido un exceso de carne, azúcar, tabaco, café, productos lácteos (que aportan un exceso de calcio no biodisponible en la dieta). Es decir, una dieta rica en productos animales, alimentos refinados, exceso de pescado, alimentos ricos en oxalatos, solanáceas y otros más, donde el balance metabólico es altamente acidificante y por tanto, desmineralizador.
El papel del calcio
El calcio es en gran medida lo que constituye nuestros huesos, pero además es necesario para otras muchas funciones vitales. Es indispensable para la contracción muscular, para la coagulación de la sangre, para el buen funcionamiento del ritmo cardiaco, para mantener la tonicidad de la piel, las uñas, el cabello, los dientes y los huesos.
El cuerpo necesita calcio para que los músculos se muevan y los nervios transmitan mensajes desde el cerebro hasta las distintas partes del cuerpo. El calcio juega un papel en la mediación de la constricción y relajación de los vasos sanguíneos —vasoconstricción y vasodilatación—, la transmisión del impulso nervioso, la contracción muscular y la secreción de hormonas, como la insulina.
La disminución de calcio provoca la temida flacidez, al no contar los tejidos subcutáneos con la tasa de calcio necesaria para cohesionar sus células y permitir su correcta alineación y espesor.
Así que podemos concluir que el calcio contribuye al buen desarrollo de los huesos, ayuda a la salud dental, forma el esmalte y previene las caries, es un tranquilizante natural, ayuda a inducir el sueño, disminuye la tensión arterial y el colesterol, estimula la producción de colágeno y la producción de lípidos intercelulares e impide que se formen las enzimas responsables de la degradación de fibras elásticas.
La calcitonina se produce en las células parafoliculares de la glándula tiroides, y tiene el efecto opuesto a la hormona PTH (paratiroidea). Reduce los niveles de calcio en la sangre inhibiendo la liberación de calcio de los huesos y aumentando la excreción de calcio en los riñones.
Vitamina D
La forma activa de la vitamina D3, conocida como calcitriol, desempeña un papel crucial en el metabolismo del calcio al aumentar la absorción de calcio en el intestino, lo que contribuye a mantener un nivel adecuado de calcio en el organismo. Estas hormonas trabajan en conjunto para regular los niveles de calcio y mantener el equilibrio del metabolismo del calcio. Cualquier desequilibrio en estas hormonas puede conducir a trastornos del metabolismo del calcio, como la hipercalcemia —niveles altos de calcio en la sangre— o la hipocalcemia —niveles bajos de calcio en la sangre*.
Lo que comemos
Existen alimentos que nos ayudan a formar un hueso saludable y otros que roban calcio a nuestros huesos.
- El primero es la sal, es uno de los mayores ladrones de calcio. Se relaciona con la función renal, cuanta más sal se toma más calcio se pierde a través de la orina. La sal es un cristal que hay que vegetalizar en las cocciones, y se debe utilizar en muy poca cantidad. No solo es importante controlar la cantidad, sino también, la calidad de la sal —la sal gris o del Himalaya no son adecuadas para un consumo oral diario—, también la sal de las algas, de los condimentos salados y la sal industrial de los productos procesados industrialmente.
- Cuanta más sal tomas, más calcio pierdes por la orina. Y no hablamos sólo de la sal que utilizas para cocinar, sino de la que se encuentra en la mayoría de los alimentos procesados, independientemente sean ecológico o no.
- De la misma manera el azúcar en todas sus versiones (C12H22O11), cuyo efecto es altamente acidificante, no solo impacta en los riñones también en el hígado, órganos esenciales para la asimilación del calcio de manera que el organismo utiliza el calcio de los huesos para equilibrar la acidificación generalizada que se produce
- Además, sustancias como el café, alcohol, las bebidas carbonatadas, tabaco y vinagres hacen que perdamos calcio por la orina.
- El exceso de líquidos, frutas tropicales y una alimentación basada en crudos contribuyen a la perdida de calcio.
- Los oxalatos presentes en espinacas, acelgas remolachas, inhiben la absorción del calcio dando lugar a las piedras en riñón.
- Los taninos presentes en el vino o café también inhiben la correcta absorción del calcio.
- El ácido fítico, presente en el salvado aislado que a su vez está presente en el supuesto pan integral que compramos en los hornos de barrio o supermercado.
- Entre la comunidad macrobiótica el uso continuado de las ciruelas de umeboshi, el miso, el gomasio continuado muy cargado de sal, el abuso del tamari y los fermentos muy salados.
Fósforo
No solo somos lo que comemos, sino lo que asimilamos y podemos metabolizar bien. Para que haya una correcta asimilación del calcio, debe estar en proporción con el fósforo, pues este compite o interfiere en la correcta asimilación. La proporción correcta es dos medidas de calcio biodisponible por una de fósforo (Ca/P = 2/1).
Si el fósforo es demasiado abundante en un alimento, interfiere en la absorción de calcio porque favorece la formación de fosfatos de calcio insolubles que muchas veces se van a eliminar por vía intestinal en forma de fecalitos.
Alimentos desequilibrados en la relación sodio/potasio, Na/K como cítricos, tomates, patatas, berenjenas, pimientos, plátanos, fruta tropical, aditivos como fosfatos y las bebidas gaseosas, también interfieren en la absorción del calcio
Otro aspecto a tener en cuenta son las grasas en exceso o los alimentos que contraen y dañan el hígado, pues la vitamina D3 activa se metaboliza en el hígado y sin vitamina D3 el calcio no se metaboliza.
Reducir la pérdida de calcio
En resumen, si estás comiendo cereales integrales y hortalizas, pero consumes habitualmente harinas horneadas —como galletas, pasteles, rosquilletas, panes secos, exceso de fruta, zumos de o fruta con las comidas, pasteles de crema de tofu y amazake—, puedes no conseguir tu objetivo de frenar el desgaste y pérdida de calcio. Incluso bollería o un postre azucarado por semana puede tener un efecto perjudicial sobre los dientes y los huesos. Y si tu alimentación es de tenor salado, con muchos picles y condimentos salados, te será muy difícil evitar los dulces.
La proporción de calcio y fósforo en la leche es más o menos 1×1, lo que impide que asimilemos el calcio. La proporción en las semillas de sésamo es 2×1, en el alga kombu la proporción es 5×1 y en las algas hijiki es de 23×1, es decir, calcio biodisponible y asimilable por el organismo.
Por eso la elección de según qué alimentos y estilo de vida dan lugar a la pérdida masiva de calcio y en consecuencia a la osteoporosis:
- Los lácteos, las pastillas de calcio, incluso un exceso de alimentos ricos en calcio y que son biodisponibles. Pues cuando hay un exceso de calcio en la sangre, la paratohormona da la señal a los riñones y la calcitonina entra en acción eliminando calcio por la orina y/o se migra con el calcio a zonas no deseadas.
- También todas las inas, como cafeína, teobromina, teína o malteína; porque suben el cortisol y destruyen el hueso.
- Los fármacos antiácidos, ya que para absorber el calcio se necesita un nivel suficiente de ácido en el estómago y los antiácidos lo eliminan.
- El miedo y el estrés, en realidad la prueba de la densitometría —que no tiene ninguna función real— lo único que genera es miedo… que está conectado con riñones y es lo que más calcio hace que se pierda.
- Una mala salud intestinal por la ingesta de refinados, pues la vitamina K1 entra al organismo a través de los intestinos, igual que la B12 y se convierte en K2 por medio de una bacteria. La vitamina K2 es neurálgica para la absorción del calcio.
- Fosfatos que vienen como aditivos en los E-338, E-339, E-442, E-341, E-450. Estos aditivos aparecen especialmente en embutidos y comidas procesadas.
- Una vida sedentaria, o muchas horas sin luz solar en contacto con ordenadores, o relaciones tóxicas que nos hacen vivir en el miedo.
Pero nuestros huesos reaccionan positivamente a un trato amable y responsable, así como cuando utilizamos la sabiduría empírica y científica de lo que es adecuado para ellos. Es indispensable poner el calcio en su lugar y comprender la salud ósea desde una perspectiva más amplia.
Y veremos que para la fijación del calcio trabajan de forma coordinada las vitaminas C, magnesio, boro, sílice y las vitaminas D3, K y K2.
La vitamina K es de nuevo necesaria para el funcionamiento de proteínas como la osteocalcina, que se encargan de que el calcio pueda incorporarse al hueso.
* Es interesante conseguir un buen aporte de vitamina D3, y de calcio asimilable por el organismo, con las ortigas (ver, entre otros: Integral 466, 498 y 509). Existe también en comprimidos (Urticalcín, de A. Vogel).
* Sobre osteoporosis, ver Integral 228, 389 (Dr. Berdonces), 422, 455, 461 (trébol rojo) y, en Int. 434, 471 y 482 los artículos de Patricia sobre este tema.
En el próximo número: «Cómo descubrir la salud real de tus huesos», con más sobre la vitamina K2 y la osteocalcina, y mucho más para que nuestros huesos se mantengan sanos y flexibles.