La destrucción y el enterramiento de una masa de vegetación más o menos grande, tanto si se trata de un abono verde como del residuo del cultivo precedente, plantea al agricultor un problema delicado que es muchas veces causa de errores técnicos graves. Veremos que las soluciones deben hallarse dentro de un estricto respecto a las leyes de la vida del suelo por un lado, y por el otro en las distintas técnicas del trabajo del mismo.
EL «ENTERRAMIENTO» CLÁSICO
Es el medio simplista por el cual el agricultor o el horticultor se desembaraza de una masa de vegetación que «obstruye» su suelo y le molesta para efectuar las próximas sementeras o plantaciones. Se compone, como máximo, de dos o tres fases:
- en el mejor de los casos se tritura previamente la vegetación mediante el empleo de la fresa común o del rotavator;
- acto seguido se entierra el abono verde sobre el terreno, mediante una labor o una cava profunda volteando la tierra, con el fin de hacer desaparecer toda la materia verde;
- nueva labor y pasadas superficiales ulteriores con el fin de preparar la tierra para la sementera.
Esta manera de proceder es totalmente antibiológica en la mayoría de casos, ya que acarrea los errores y las enojosas consecuencias siguientes:
- el enterramiento de las semillas de las malas hierbas recientes (que dormitarán en el suelo) mientras que, por el contrario, las viejas semillas, presentes en gran cantidad en todos los suelos, son remontadas a la superficie;
- la creación de una dura suela de la labor en profundidad, originada por el arado;
- la mezcla o «dilución» del humus en toda la profundidad labrada puede ser una ventaja, pero la arcilla y la tierra caliza estéril pueden ser remontadas a la superficie;
- la destrucción de la estructura si se efectúan los trabajos con un suelo demasiado húmedo o se labra con demasiada violencia (como lo hace la fresa o el rotavator); • finalmente, los materiales verdes son enterrados antes de su desecamiento y descomposición en superficie, por lo cual hay peligro de fermentaciones anaerobias, toxicidad para las raíces del cultivo siguiente, desarrollo de plagas tales como el alacrán cebollero y el gusano gris, enfermedades como la podredumbre, etc.
APLICACIÓN DE LAS «LABORES INVERTIDAS» EN LA HUERTA
La famosa técnica de las labores invertidas, así bautizada y desarrollada por Jean-Marie Roger en sus escritos, es perfecta para realizar las distintas operaciones necesarias con el fin de destruir racionalmente un abono verde o una masa de vegetación.
ss=»CuerpoA»>El sistema de las labores invertidas, en lugar de basarlo todo en una labor inicial más o menos profunda y que voltea la tierra, reúne labores superficiales con labores profundas, pero nunca invierte las diferentes capas del suelo arable.
Habrá que ir profundizando las labores partiendo de la superficie del suelo y no al revés. No se enterrarán ni siquiera superficialmente los materiales orgánicos como abonos verdes o estiércol que no hayan sufrido antes una suficiente descomposición en superficie.
Las herramientas a emplear para la destrucción de un abono verde en estas labores invertidas dependen de lo equipados y mecanizados que estemos, y son las siguientes:
• para la trituración y siega del abono verde, una segadora-trituradora de eje horizontal (como una especie de fresa aérea) efectúa el mejor de los trabajos; en su defecto puede servir una segadora
clásica de eje vertical y aspa bipala horizontal, pero de tipo segadora-desbrozadora.
• El hortelano que no posee maquinaria puede segar el abono verde con guadaña o con hoz, pero debemos tener presente que las plantas cortadas quedarán enteras, sin desgarrar, y por lo tanto tardarán más tiempo en descomponerse.
Nos podemos acercar a una trituración si segamos progresivamente a diversos niveles, empezando por la parte superior (para ello la guadaña ha de estar muy afilada).
• para las labores profundas de remover la tierra sin voltearla, la herramienta manual ideal es la horca de doble mango, herramienta notable para trabajar el suelo hasta los 20-25 cm. sin voltearlo.
En los grandes huertos «mecanizados», bastaría una pequeña grada tipo «canadiense » o un pequeño cultivador arrastrados por un motocultor potente, pero esta solución se emplea poco.
• para las labores superficiales y la incorporación al suelo del abono verde descompuesto, podemos emplear un motocultor con fresa a velocidad reducida o en su defecto un apero manual con dientes curvados, semejante al garfio para estiércol y muy práctico en el huerto biológico.
En el próximo número veremos las cinco fases esenciales para el aprovechamiento de los abonos verdes según este texto de Max Crouau. Encontraréis abundantes tutoriales en Internet.