Completar el tratamiento con movimientos coordinados con la respiración.
Una buena ayuda contra el cáncer
¿Podemos complementar el tratamiento del cáncer con movimientos lentos, coordinados con la respiración? Si en China el milenario Chi Kung (Qi Gong) ya es una parte más de la medicina, en Occidente gana cada vez más reconocimiento como ayuda a los tratamientos convencionales, hasta el punto de que ya se está empezando a hablar de una «medicina del futuro».
Textos: Redacción de Integral, con informaciones de Emmanuel Duquoc y Laura Torres.
“Marchas contra el cáncer”
En Aspet, una población situada a los pies de los Pirineos, unas sesenta personas se entregan durante una mañana de verano a una marcha acompasada: «Hi, hi, huu-hi, hi, huu…». Dos inspiraciones rápidas seguidas de una espiración más larga , todo ello coordinado con un movimiento equilibrado de piernas y brazos y de gestos con las manos. «Hi, hi, huu-hi, hi, huu…». Los rostros muestran concentración.
El ritual continúa durante quince minutos. A la señal del instructor, el doctor Liu Dong, los alumnos permanecen inmóviles. Con una profunda inspiración levantan las manos hacia el cielo. Espiran para volver a bajarlas lentamente, hasta el pecho primero y hasta el vientre después. Así se cierra la primera de las cinco «marchas contra el cáncer». Tras la marcha de purificación del pulmón se realizan otras cuatro (corazón, bazo, riñón e hígado). El objetivo es oxigenar los cinco órganos principales de la medicina china. ¿La duración? Entre 50 y 75 minutos. ¿La frecuencia? A diario. Ese es el «coste» de los resultados a largo plazo.
Conocidas como Xi Xi Hu en China, donde son muy populares desde los años 70, las marchas contra el cáncer fueron desarrolladas por Madame Guo Lin. Esta artista, nacida en 1909, estaba enferma de cáncer con metástasis y se acordó del Chi Kung (o Qi Gong, es lo mismo) que cuando era niña le había enseñado su abuelo.
Una medicina tradicional… muy actual
El Qi Gong (ver Integral 212 y 300) forma parte de la medicina tradicional china junto a la acupuntura, el Tui Na (masaje) o la farmacopea. Es una gimnasia energética orientada al bienestar y la longevidad. Ya sabéis, “Chi” o “Qi” se refiere a la energía natural del universo y “Gong” significa «práctica», «dominio». Es decir, la «disciplina de la energía».
Sin cáncer, cuando estaba previsto que muriera
Sintiéndose demasiado débil para practicarla a la manera clásica, Madame Guo Lin decidió idear una variante gestual de esta gimnasia, adaptándola a su estado. A pesar de que los médicos le auguraban sólo seis meses de vida, ella practicaba su Qi Gong personal durante dos horas al día.
Con el ejercicio saturaba los tejidos de oxígeno, privando al cáncer de su medio favorable, los tejidos suboxigenados. Seis meses más tarde, en la fecha prevista de su muerte, sus lesiones cancerosas habían desaparecido.
Guo Lin dedicó los veinte años siguientes a transmitir el Xi Xi Hu y, tras la muerte de Mao Tsé-Tung, el «nuevo Qi Gong» atrajo la atención de los medios de comunicación chinos.
Pronto acudieron cada día varios centenares de personas para iniciarse en la práctica de esta superviviente en los jardines públicos de Pekín. En 1984 ya eran más de un millón las personas que lo practicaban, a veces junto al Tai-chi, tanto en jardines públicos como en hospitales, escuelas y asociaciones.
Hoy en día este arte ancestral es una de las prácticas de referencia de los pacientes afectados de distintas patologías, entre ellas el cáncer. Y no sólo en China, donde los médicos prescriben a sus pacientes movimientos específicos para su enfermedad, sino también en Occidente.
“Asistimos a un entusiasmo creciente hacia el Qi Gong por parte de la medicina”.
Autor de numerosas publicaciones y libros divulgativos sobre medicina tradicional china, acupuntura y Chi Kung (Qi Gong), Yves Réquéna es también profesor y fundador del Instituto Europeo y del Instituto Internacional de Qi Gong.
—¿Qué podemos esperar de esta práctica ante el cáncer?
—En primer lugar, su prevención. No sólo contra el cáncer, sino contra cualquier enfermedad en general. Si estamos enfermos, el Qi Gong nos aporta una mejor resistencia al estrés psíquico y a los efectos secundarios de los tratamientos. Existen infinidad de pruebas en torno a la eficacia del Qi Gong para combatir la angustia y la depresión que amenazan a los enfermos, disminuir su cansancio y estimular su sistema inmunitario. Después de practicarlo, una vez constatados los efectos positivos, el Qi Gong suele convertirse en un modo de vida.
—Entonces, ¿pronto veremos su reconocimiento oficial?
—En China, la oncología integrada está a la orden del día. En caso de cáncer, lo habitual es que se proponga un tratamiento clásico acompañado de remedios naturales de la farmacopea china y de la práctica del Qi Gong. En mi opinión, eso es lo que nos depara el futuro. En Alemania y en Suiza el Qi Gong está en proceso de ser aprobado para su práctica en hospitales.
—¿Cómo debemos elegir entre las numerosas variantes de Qi Gong?
—Existen 18.000 Qi Gong distintos. Algunos están más adaptados a personas de edad avanzada, otros a niños, a deportistas, a enfermos, etc. Cada escuela tiene sus métodos pero, aunque la forma sea distinta, el principio es el mismo. Un buen profesor debe interpretar las posibles reacciones a una práctica intensiva y adaptar el Qi Gong en función del estado de salud de quien lo practica. Nunca se debe incitar a los alumnos a abandonar los tratamientos médicos.
—¿Cómo podemos sacarle el máximo partido?
—Practicándolo con regularidad, incluso a diario, durante un mínimo de 30 a 60 minutos. Cada uno debe elegir un programa y dedicarse a él varios meses, sin cambiarlo. Así es como el Qi Gong nos ofrecerá el máximo beneficio. El resultado es independiente de la habilidad de quien lo práctica.
—¿Por qué hay que mantener siempre el mismo programa?
—Repetir el mismo Qi Gong crea una asociación en el cerebro y abre rutas energéticas que permiten la puesta en circulación del Qi (la energía vital) en el cuerpo. Repetir los mismos movimientos durante al menos seis meses puede tener efectos espectaculares.
Ex enfermos enseñan qi gong terapéutico
Entre las personas que se han beneficiado de los sorprendentes resultados del Qi Gong se encuentra Catherine Schollaert, de 46 años, superviviente de un cáncer de mama y autora del libro Face a l’ennemi invisible (Hacer frente al enemigo invisible), en el que relata su proceso de curación.
¿Salvada por el Qi Gong? «En parte», admite esta profesora de piano a la que en 2008 diagnosticaron un cáncer. Tras rechazar inicialmente el protocolo convencional, basado en la asociación de quimioterapia y radioterapia, decidió apostarlo todo a las artes internas que conocía. Pero en noviembre de 2009, unas nuevas pruebas confirmaron que «el cáncer volvía a estar ahí, en esta ocasión en estadio tres». Se decidió entonces por el tratamiento convencional , confiando en que le ayudaría a superarlo. Sin embargo, para poner todas las probabilidades de su lado, emprendió su formación en Qi Gong terapéutico. Este doble enfoque fue el ganador.
Schollaert respondió especialmente bien al tratamiento —a pesar de sus fuertes efectos secundarios— y, sobre todo, consiguió mantener un nivel de energía sorprendentemente alto. Demostraba, por ejemplo, una resistencia excepcional a las infecciones invernales. Ya curada, actualmente se dedica a transmitir el fruto de su experiencia.
En otros países, incluido España, son muchos los ex enfermos que también se dedican a enseñar distintas formas de Qi Gong después de haberse beneficiado de ellas mientras combatían su enfermedad.
Cada vez más recomendado para combatir el cáncer
Tras haber sido objeto de numerosos estudios médicos en la década de 1980 en China, el Qi Gong empezó a despertar el interés de los investigadores occidentales. Un estudio de 2003 liderado por el Dr. David Spiegel, de la Universidad de Stanford, llegó a la conclusión de que el Qi Gong aumenta la energía del 58°/o de los enfermos de cáncer que lo practican.
También disminuye el estrés en un 78% y el dolor en el 22%, además
de favorecer un sueño de mejor calidad en el 43% de los casos.
Varios estudios confirman que una actividad física regular de resistencia permite reducir de forma duradera la inflamación y el estrés oxidativo, conocido como uno de los factores que favorecen el cáncer. Uno de ellos demuestra incluso que las citoquinas producidas por el ejercicio muscular inhiben el crecimiento de las células cancerosas en el cáncer de mama: ”La actividad física tendría también cierta influencia positiva en la reducción del IGF1, un factor de crecimiento favorable al cáncer”.
Muchos de esos beneficios son comunes al Qj Gong, que ofrece además la ventaja de ser accesible para las personas más débiles o debilitadas. En la mayoría de países occidentales la incitación a su práctica en el contexto hospitalario no es sistemática, pero sí se recomienda cada vez más en centros de lucha contra el cáncer.
La postura del «abrazo al árbol», por Yves Réquéna
- De pie, separando ligeramente los pies hasta sentirse cómodo y con la pelvis relajada, ralentice la respiración y tome conciencia de su cuerpo.
- Flexione las rodillas para llevar la rótula hasta el eje vertical de los dedos de los pies.
- Levante los brazos a la altura del pecho con las palmas dirigidas hacia sí mismo.
- Los brazos deben formar un círculo, con las palmas mirando hacia el pecho.
- El cuerpo debe dibujar un perfecto eje vertical. La columna vertebral debe estar recta (puede mirarse en un espejo de perfil para comprobarlo).
- Relájese y deje caer el peso del cuerpo. Un 70% de ese peso debe recaer sobre la pelvis. Con el poder de la mente imagine cómo las raíces se entierran en el suelo desde sus pies anclándose con firmeza. Estas raíces llegarán todo lo profundo que permita su imaginación.
- Concéntrese en la idea de estar sosteniendo una gran bola de energía entre sus brazos y una más pequeña entre sus manos.
- Su cuerpo debe estar relajado. Debe tocar el paladar con la lengua.
- A ser posible mantenga la posición durante 10 minutos. Acerque a continuación el pie izquierdo al pie derecho y lleve las manos hacia el plexo solar —justo en la zona de la boca del estómago— imaginándose que está sujetando la energía acumulada.
Hágalo primero con la mano derecha, con la otra por encima. Las mujeres deben realizado al revés.
Dos libros para iniciarse
Gimnasia de la eterna juventud: guía fácil de Qi Gong. Libro de iniciación que incluye las nociones básicas del Qi Gong terapéutico. De Yves Réquéna. Ediciones Robinbook, 2010.
El elixir del Chi Kung. Creación de la píldora terrenal dorada. Mantak Chia. Ed. Neo Person, 2016.