CUIDA TU CHI
Einar Nord ha publicado recientemente D.T. Suzuki y el Zen*, sobre la obra del gran traductor y erudito japonés. Es gracias a él que hoy podemos practicarlo en occidente. El libro es breve, pero contiene abundantes anécdotas de la cultura Zen, incluido el relato de Los 10 bueyes Zen (ver Integral 394) y el delicado asunto del satori (iluminación). Con este motivo vamos a refrescar un poco «qué es eso del Zen».
El budismo Zen forma parte de la tradición budista Mahayana y por tanto puede considerarse como una religión, pero sobre todo es una forma de ser. Dicho de otro modo, el Zen va más allá de las formas que rigen las religiones y filosofías: su objetivo es conseguir despertar a la verdadera naturaleza de las cosas, con la ayuda de los recursos propios de la persona. También se considera como algo que no se adquiere mediante el estudio de textos ni de especulaciones intelectuales.
Los principios Zen son aplicables a cualquier vida, en cualquier parte del mundo. Enseña el dominio del Ser y, a través de esta enseñanza, nos muestra cómo podemos mejorar de forma sustancial la calidad de nuestra vida hacia un mayor equilibrio y la armonía.
La palabra Zen es la pronunciación en japonés de la palabra china Chan, que a su vez deriva de la palabra sánscrita Dhyāna, que significa meditación.

«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional»
La sabiduría Zen es simple, pero profunda, y cuando se aplica a la vida de hoy puede cambiar de forma drástica nuestras percepciones y experiencias, incluso en las tareas más mundanas. Sobre todo si tenemos en cuenta que la complejidad de la vida actual es poco profunda. En medio de la habitual agitación vivimos sumergidos en una rutina de tareas y actividades que nos dejan poco tiempo para disfrutar de lo que realmente importa. En contraste, la vida Zen es una aventura llena de maravilla y descubrimientos.
En general, el budismo no reconoce ningún Dios o deidad suprema, sino que se centra en acabar con el sufrimiento y en lograr la iluminación espiritual, es decir, el estado de satori, a través del cual el ser humano accede a la paz y sabiduría infinitas.
Los tres gatos del samurai
«Un samurai tenía problemas a causa de un ratón que había decidido compartir su habitación. Alguien le dijo: “Necesitas un gato”. Buscó uno en el vecindario y lo encontró: era un gato impresionante, hermoso y fuerte. Pero el ratón era más listo que el gato y se burlaba de su fuerza.
El samurai adoptó un segundo gato, muy astuto. Desconfiado, el ratón solo aparecía cuando aquel se dormía.
Finalmente le trajeron al samurai el gato de un templo zen.
Tenía aspecto distraído, era mediocre y parecía siempre soñoliento. El samurai pensó: no será este el que me librará del ratón.
Sin embargo, el gato, siempre soñoliento e indiferente, pronto dejó de inspirar precauciones al ratón, que pasaba junto a él sin apenas hacerle caso. Un día, súbitamente, de un zarpazo, lo atrapó.»
Tradicional Zen

Un relato de Taisen Deshimaru
Generalmente, en todas las sesshines hay un tiempo dedicado al mondo. Mondo significa liberalmente pregunta-respuesta y toda persona puede exponer en el dojo cualquier duda o problema relativos a la práctica.
En uno de estos mondos, después de hacer sampai ante el maestro, un monje declaró:
—Maestro, he estado totalmente concentrado en zazen. El dolor de las rodillas era muy fuerte, estuve en el infierno, pero después la pared se abrió y apareció el paraíso.
Algunos monjes comenzaron a murmurar y a reír en voz baja, pero el maestro los calló a todos cuando después de hacer gassho dijo:
—Gran satori.
Al año siguiente, este mismo monje y en el mondo, comenzó diciendo:
—Maestro, el satori que tuve el año pasado…
El Maestro le cortó bruscamente.
—Usted es un idiota y nunca ha tenido un satori. Vaya a sentarse.
El monje comprendió.

La seguridad del molusco
«Un molusco estaba muy orgulloso de su caparazón. Le decía a un pez:
―Si señor; el mío es un castillo muy fuerte. Cuando lo cierro, nadie puede hacer más que apuntarme con el dedo.
Así, mientras estaban hablando, se sintió un chapoteo. El pez huyó prestamente, mientras que el otro se encerró en su envoltorio. Pasó un buen rato y el molusco empezó a preguntarse qué había sucedido. Como todo parecía muy tranquilo, abrió sus valvas para indagar y notó que ya no se hallaba en su medio habitual. Efectivamente, estaba junto a cientos de otros animales semejantes a él, en un puesto de mercado, debajo de un cartel que decía: “1000 el kilo”.»
Tradicional Zen

Atención
«Un discípulo preguntó a su maestro:
―¿Cuál es el camino más corto para llegar al satori?
El maestro contestó:
―Atención
El discípulo de nuevo:
―¿Además de esto, ¿qué se necesita?
―Atención, atención.
―Ya sé que es lo más importante, sí, pero, ¿cuál es lo último, lo que viene después?
―Atención, atención, atención.»
Tradicional Zen
«Un monje preguntó al maestro:
―¿Qué es el zen?
El maestro contestó:
―Entra.
―Todavía no logro entenderlo.
―Sal.»
Tradicional Zen
Einard Nord, D.T. Suzuki y el Zen. Redbook Ediciones.