En su libro Quiero aprender a gestionar mi estrés (Desclée de Brouwer), Elena Mendoza de la Fuente y Carmen Castro Torres, formadas ambas en ámbitos de coaching, PNL, Tapping, Inteligencia Emocional y Mindfulness, comparten muchas de las herramientas con las que llevan años acompañando a particulares y empresas en la implantación de hábitos saludables.
Recogemos la entrevista que le concedieron a Edurne Sagasti, por cortesía de la Agencia de comunicación Bibiana Ripoll.
De entrada, ellas mismas señalan que es imposible vivir sin estrés. Lo que sí podemos es aprender y conocer aquellos factores internos y externos que desencadenan esta respuesta de lucha-huida para que no se sostenga en el tiempo.
Según su mirada como expertas, qué es el estrés y cómo podemos identificarlo para así tratarlo?
El estrés es un mecanismo psico-fisiológico que nos ayuda a reaccionar adecuadamente ante situaciones que pueden ser una amenaza, y también a afrontar circunstancias de nuestro entorno que son más exigentes de lo normal. Si la activación es la adecuada, conseguimos ser «nuestra mejor imagen». Nuestro cerebro pone en marcha nuestras fortalezas y competencias para sortear con éxito esa situación. Por tanto, si aprendemos a gestionarlo adecuadamente, puede ser un gran aliado.
Son muchos los síntomas tanto físicos como psicológicos que nos pueden dar pistas. Es muy importante desarrollar nuestra capacidad de autoobservación para detectarlos lo antes posible y empezar a trabajar sobre ello.
El problema es que vivimos muy desconectados del cuerpo, que es «un gran chivato sincero», y los síntomas nos pasan desapercibidos. Cuando vivimos momentos de estrés negativo es muy habitual que podamos tener problemas gastrointestinales, dolores musculares, de cabeza, fatiga, falta de calidad del sueño, dermatitis, eccemas, entre otros; y con respecto a la mente, seguramente la sensación habitual será el de una mente divagante con proliferación de pensamientos, muchos de ellos negativos, que nos dificultan estar en el presente.
¿Nuestra propia es determinante sobre mi nivel de estrés?
Por supuesto que sí. Nuestro cerebro, cuando decide poner en marcha el mecanismo del estrés, hace dos valoraciones previas. En primer lugar, si lo que está ocurriendo para mí es positivo, negativo o neutro. Cuando lo considera negativo o amenazante, de alguna manera, va preparando la puesta en marcha. Lo siguiente es evaluar mis recursos y capacidades para calibrar el disparo. Evidentemente, si mi autoconcepto es muy pobre, si no reconozco mis habilidades y cualidades y, además, no tengo presentes mis logros vitales, probablemente mi cerebro entienda que voy a tener muchas dificultades para superar la situación
Una de las consecuencias del estrés es la falta de sueño, lo que nos hace entrar en un círculo vicioso, ¿cómo romperlo?
No solo la falta de sueño, sino también la baja calidad del que podamos tener. Para mejorar el sueño necesitamos bajar el nivel de activación que hemos venido manteniendo durante el día.
¿Cómo afrontarlo?
Podemos agendarnos pequeñas paradas cada dos horas de actividad para equilibrar los niveles de estrés, lo que llamamos “pausas activas”, en las que podemos introducir, por ejemplo, algún ejercicio respiratorio o de atención plena. En estos momentos de incertidumbre que vivimos, los problemas de sueño han aumentado. Por eso, es necesario tomar conciencia de la trascendencia del problema que, sostenido en el tiempo, cuando se cronifica, va a tener como consecuencia enfermedades importantes.
¿Qué podemos encontrar en el libro y para qué nos puede ser útil?
En el libro todo lo que vas a encontrar tiene utilidad. Nuestra intención, y esperamos haberlo conseguido, es que el libro sea una guía de fácil lectura y con una amplia propuesta de herramientas que te van a ayudar a gestionar tu estrés de una forma más saludable. Algunas técnicas están orientadas a la relajación del cuerpo, otras a la gestión de nuestros pensamientos y otras, a comprender y equilibrar las emociones que sentimos. Un valor añadido del libro es que algunos de los ejercicios se pueden encontrar en formato audio (están colgados en la web de ZENWorking) y a través de un enlace se pueden hacer mientras se están leyendo.
Como profesionales, trabajan las técnicas del Mindfulness y el Tapping o EFT en su día a día. ¿En qué consisten estas dos disciplinas, qué aportan y cómo se complementan para combatir el estado de estrés?
EFT (Emotional Freedom Techniques) también conocido como Tapping es una técnica de regulación emocional. Consiste en la estimulación de determinados puntos con acupuntura china y con la yema de los dedos, mientras permanecemos enfocados en la emoción que queremos liberar. EFT se sustenta en la premisa básica de que toda emoción o creencia limitante es previamente un desequilibrio en nuestro sistema energético. Cuando eliminamos el desequilibrio, la emoción y la percepción que tenemos del problema cambian, siendo más capaces de conectar con emociones positivas y creencias potenciadoras. Con el Tapping conseguimos relajar la respuesta emocional y calmar el sistema nervioso. Como se comenta en el libro, podemos bajar la intensidad de cualquier emoción que estamos sintiendo con una intensidad desadaptativa. Ahora, si trabajamos los miedos y el enfado, que son las dos emociones asociadas a la respuesta de lucha-huida del propio mecanismo, estaremos sin duda reduciendo nuestros niveles de estrés. El mindfulness o atención plena es la capacidad de estar en el presente de manera consciente, atentos a lo que hacemos en cada momento. Fundamentalmente esta capacidad se desarrolla mediante la práctica de ejercicios meditativos.
¿Consideran que estas prácticas se pueden usar de forma habitual, incluso sin sentir que estamos padeciendo síntomas evidentes de estrés?
Por supuesto, ambas se pueden utilizar para regular los niveles de estrés preventivamente. Esto nos ayudará a encontrarnos habitualmente mucho más tranquilos y serenos, y conseguiremos que la reactividad ante cualquier acontecimiento sea mucho más reducida y, por lo tanto, más equilibrada y manejable.
Hemos de tener en cuenta que si lo que queremos es desarrollar unas competencias permanentes, la práctica tiene que ser habitual, sintamos que estamos o no estresados. Es habitual escuchar la palabra “estrés” en todos lados.
¿Creen que la gente tiende a utilizar esta palabra demasiado y muy a la ligera?
Sí, y la razón es porque la palabra estrés la hemos asociado a la sensación que nos generan algunos de los síntomas del estrés, cuando el “estrés” realmente es el mecanismo fisiológico en sí. Esta confusión es la que nos lleva a decir cosas como “quiero vivir sin estrés”, y esto es imposible. Lo que sí podemos es aprender y conocer todos aquellos factores internos y externos que desencadenan esta respuesta de lucha-huida para que ocurra en los momentos en los que verdaderamente la necesitamos y que no se sostenga en el tiempo.
¿El estrés entiende de edades? ¿Puede ser la gestión del estrés en los/las jóvenes la misma que en los adultos/as?
La experiencia, se dice, que es un grado, y a lo largo de nuestra vida vamos desarrollando competencias que, probablemente, nos ayuden a verla de otra manera. Puesto que el estrés tiene mucho que ver con la forma en que percibimos la realidad, posiblemente, cuando somos mayores somos capaces de verla con mayor serenidad y aceptación, y esto podemos asociarlo a una menor reactividad del mecanismo.