Unas cuantas semillas, unas macetas, rayos brillantes del sol, eso es todo lo que hace falta para ser agricultores en la ciudad. ¿Por qué conformarse sólo con el filodendro y la enredadera cuando podemos cultivar en un piso frutas y hortalizas que nos alimentarán?
Textos: Redacción de Integral, con informaciones de Alice Skelsey.
Los horticultores han desarrollado variedades especialmente adaptadas para crecer en envases diminutos, variedades de mata baja, que requieren un espacio y una atención mínimos. Una tierna zanahoria sabe de forma muy parecida a la comprada en la tienda, pero las fresas, comidas minutos después de haberlas recogido con la satisfacción de haberlas cultivado, tienen definitivamente un sabor más dulce. Tomates, pimientos y lechugas nos darán un suplemento para las ensaladas, y sobre todo un bello espectáculo a lo largo de su crecimiento en el balcón. La agricultura también es posible para el habitante de un apartamento o para cualquiera que tenga un pequeño jardín.
LA OTRA RENTABILIDAD
La rentabilidad del cultivo en macetas puede ser dudosa en algunos casos (tomates, pimientos verdes y pepinos), pero, ¿quién podría comparar su valor monetario con el placer de ver crecer día a día las propias plantas? Nada puede ser tan beneficioso como traer el campo a casa para alegrar el ánimo de los urbanitas de ciudad. Y tanto si se es un veterano como un inexperto, el cultivo en casa supone una experiencia gratificante y deliciosa.
Hay tantas variedades que podréis hacer mil ensayos y os darán diversión cada nueva temporada. ¿Puedes reconocer las bellas hojas gris verde y las flores de lavanda de las berenjenas? ¿Recuerdas el sabor de un tomate recién cogido? Un patio, un balcón, unas macetas en las escaleras o en las ventanas y sol durante parte del día permitirán que los cultivos crezcan casi sin límites. Así que díles a tus flores que cedan algo de espacio y siembra algunos cultivos cuando les llegue su época.
LOS RECIPIENTES
Para aprovechar más la tierra, es importante adecuar los recipientes. Deberán ser lo suficientemente grandes como para mantener a la planta y sus frutos cuando maduren. Pero las bolsas de semillas no suelen indicar qué altura alcanzará la planta. Una lechuga, por ejemplo, aunque surge de la más pequeña de las semillas y emerge como el más frágil de los retoños, puede crecer y sobrepasar un recipiente de 4 litros. Una berenjena necesitará un recipiente grande, de unos 15 litros, no tanto para la mata en sí, sino para el fruto, que es grande y pesado.
Sin embargo, para otras plantas no son buenos los recipientes grandes, pues parecen preferirlos pequeños en relación con su tamaño cuando están en su madurez. Una tomatera grande puede prosperar en un envase de 10 litros bien equilibrados, que no se desnivele cuando la planta sea alta y pesada, y una tomatera pequeña puede cultivarse en una maceta de 20 a 25 cm.
Ya que las decisiones sobre las medidas de los envases no pueden tomarse juzgando por anticipado sobre la planta ya adulta y sus frutos, habrá que aprender por observación propia los hábitos de crecimiento de cada planta. Este tipo de conocimiento por tanteo de la horticultura exige un poco de esfuerzo adicional o un gasto extra para adaptar los cultivos a los envases de año en año, a medida que se gana experiencia.
¿De qué material?
Muchos tipos de recipientes están a mano en cada hogar: botellas de agua o de leche, cartones de leche o de zumos, latas de aceite o de pintura, etc. Muchos jardineros prefieren las macetas de barro cocido; miden de 5 hasta 35 cm. de diámetro (interior de la parte de arriba) y pueden ponérseles sus platos correspondientes para recoger el agua drenada. Son fáciles de conseguir, decorativas y relativamente baratas e ideales para la mayoría de las plantas.
Los precios variarán según las diferentes localidades y el tipo de tienda (las de mate- riales de construcción y albañilería frecuentemente ofrecen los precios más bajos, pero no siempre la gama mayor de medidas y formas). Las latas vacías, tan fáciles de encontrar, pueden servir perfectamente si se les practican orificios con un punzón por los lados, cerca del fondo, para que pueda salir el agua.
Los recipientes para árboles han de ser lo suficientemente grandes para que duren un sinnúmero de años y no haya que renovarlos en cada estación. Algunos árboles, como los naranjos, limoneros y limeros, crecen bien en envases pequeños. Un recipiente de 4 litros durará por lo menos de 3 a 4 años. otros árboles frutales, como es el caso de los melocotoneros enanos, tienen un sistema de raíces grandes, igual o mayor que la parte aérea de la planta cuando la compramos. Por eso los árboles de este tipo deben empezar a crecer en un recipiente lo suficientemente espacioso como para acomodar sus grandes raíces.
La madera
Los recipientes de madera son bellísimos, pero cuestan demasiado dinero. Las maderas de teca o de ciprés son muy resistentes a la descomposición y la tierra puede ponerse directamente en ellas, pero en los de madera de pino o de roble, por el contrario, la parte interior tiene que ser revestida con creosota, una pintura asfáltica u otra sustancia que prevenga la podredumbre.
Debido a que los envases de madera que sobrepasen los 30 cm. de diámetro pueden resultar muy pesados (un barril de más de 45 cm. de diámetro lleno de tierra puede llegar a pesar más de 70 kg.), podemos ponerles debajo una plataforma con ruedas (puede hacerse con una sencilla una tabla de 2,5 cm. de grosor). Conviene dedicar los barriles a los arbustos frutales.
CAMA ELEVADA
Los agricultores urbanos que cuenten con algunos metros cuadrados o con una azotea pueden construir una cama elevada para hacer una preciosa huerta. Por precaución, conviene preguntarle al dueño de la casa o al portero del edificio antes de empezar a comprar cosas, porque el peso de la tierra mojada del contenedor puede ser considerable. Una caja de 90 cm. de ancho y 180 de largo, llena con tierra hasta 25 cm. de altura, puede pesar más de 400 kg. Las tablas serían de 5 cm. de grosor x 30 cm. de altura y conviene reforzarlas en las esquinas.
Aunque el largo de la cama depende, cómo no, del espacio disponible, el ancho debe ser por lo menos de 90 cm. para acomodar 2 o 3 líneas de rábanos, lechugas o cebollas. Es una especie de minihuerta. Si las camas se ponen en un balcón, unas ruedas permitirán moverlas para aprovechar el sol.
Un balcón de cemento o una azotea revestida de asfalto refleja gran cantidad de calor en verano, por eso va bien colocar debajo del recipiente un plástico oscuro que absorba la luz u otro material impermeable.
Si los envases que se tienen a mano no son muy decorativos, hay que buscar otro envase que los disimule, como una cesta de mimbre con el fondo forrado de turba. Cualquier bolsa de plástico grande sirve también con mucho éxito. Las plantas pueden permanecer en las bolsas desde su germinación hasta el momento de la cosecha. Para ello se llenan con tierra de mezcla (más adelante la describiremos), dejando espacio suficiente para que su parte de arriba pueda ser retorcida y amarrada o doblada plana y asegurada con grapas. A continuación se le hacen orificios laterales por donde se ponen las semillas (y a través de los cuales han de brotar), y otros en el fondo para el drenaje.
Quien no tenga ningún espacio exterior no debe desesperarse: también sirven las ventanas, cuya su superficie puede aumentarse con un saliente cerrado, a modo de invernadero. Hay asimismo pequeñas jardineras de ventanas, y uno mismo puede ampliar la base de la ventana añadiéndole un estante sostenido por ángulos o tirantes asegurados a la pared.
Cestas colgantes
Para complementar aún más los antepechos de la ventana, unas cestas colgantes en interiores o exteriores podrían ser buenas para las tomateras pequeñas. Las cestas de alambre que sirven para lavar las verduras para hacer ensalada son prácticas y decorativas. Estas rejillas se forran con turba empapada en agua, bien comprimida y emparejada en el fondo y los lados, por lo menos con 3 cm. de grosor. Luego se añade la tierra y se siembra. La parte de arriba de la tierra se cubre con otra capa de musgo o turba, que ayudará a la cesta a mantener la humedad más tiempo.
En otros tipos de recipientes pueden taladrarse orificios para colgarlos de cadenas, o si son de cerámica suspenderlos con un cordel o con macramé (ver Integral n.º 44).
Los recipientes y las plantas contribuirán a realzar la decoración de un balcón, de un patio o de unos escalones. Se puede ser vanguardista o tradicional según la propia imaginación, pero siempre conviene que las plantas sean el centro del escenario. Macetas, baldes y cubos son prácticos y fáciles de cuidar. ¡Tampoco·es cosa de hacer crecer un filodendro en un molinillo de café!
¿Dónde?
Las tiendas de segunda mano, «rastros» chatarrerías, traperías, ferreterías y los bazares con artículos para el hogar son buenos lugares para encontrar recipientes baratos, algunos de ellos con excelentes diseños. Ensaladeras, poncheras y cestas, cacerolas, potes y baldes… ¿Qué tal un colador para algo un poco diferente? Forrado por dentro con plástico, con unos pocos agujeros en el fondo, lleno con una capa de arena o grava y la tierra y una planta de perejil, será algo bonito y práctico, sin pretensiones y perfectamente útil.
POROSIDAD Y DRENAJE
Para que las plantas puedan obtener el aire y el agua –que es con lo que viven– las raíces tienen que estar alternativamente secas y húmedas. Los extremos, claro está, afectan adversamente a la salud de las plantas. La arcilla, la madera, el plástico, el metal y casi todos los restantes materiales pueden emplearse una vez hechos los orificios adecuados para el drenaje. Las diferencias principales entre los distintos tipos de recipientes vienen dadas por su capacidad para el drenaje y la porosidad del material en que están confeccionados. Estos dos factores determinan sobre todo la cantidad y la frecuencia del riego.
Si el recipiente posee menos de 25 cm. de diámetro, un orificio de 1 cm. de sección es suficiente. Recipientes con más de 25 cm. de diámetro, que no sean de arcilla, deberían tener tres o cuatro orificios de 1 cm., pero si fueran porosos, el aire y el agua pueden pasar a través de ellos y se necesitan menos orificios para el drenaje. La arcilla cocida es porosa, permite que el aire y el agua la atraviesen, y los orificios que llevan los recipientes hechos con ella son adecuados en número y medidas.
Los recipientes de madera son menos porosos que los anteriores y frecuentemente vienen sin orificios en el fondo, en cuyo caso, antes de añadir la tierra debe practicarse y colocar en el fondo una capa de 5 cm. de arena común o de perlita (un material que se puede conseguir en las tiendas de jardinería, ferretería o para la agricultura. La montmorillonita y la vermiculita se utilizan también para dar estructura a la tierra).
Los recipientes de plástico no son del todo porosos. Requieren menos riego, lo que puede ser una ventaja si uno sale a menudo los fines de semana. Los recipientes de estiropor o corcho blanco son permeables al aire pero no al agua; necesitan menos frecuencia de riego en comparación con los de arcilla.
Las bolsas de plástico no son porosas para el aire ni para el agua. Como no hay prácticamente evaporación en ellas, necesitan un riego menos frecuente.
En las camas elevadas, por su extensa superficie, la porosidad de la tierra es un factor más importante que en los recipientes pequeños. Para un buen drenaje y una buena circulación del aire hay que colocar una capa de 5 cm. de arena común en el fondo antes de añadir la tierra; o una capa de 5 cm. de perlita o montmorillonita, o piedra pómez si el peso es un factor crítico, como en el caso de una azotea. Materiales para empaquetar, incluso de corcho blanco en bolitas, también pueden emplearse para drenajes. De las camas elevadas se evapora mucha agua y por consiguiente es necesario regarlas cada día.
Las cestas colgantes se secan muy rápidamente y por eso también deberán regarse día a día y estar colgadas donde fácilmente se las puede regar, aunque la mejor forma es sumergirlas en un cubo hasta cubrirlas del todo; se dejan así durante unos minutos y luego se sacan y se ponen a desaguar durante otros más antes de volverlas a poner en su lugar.
Entre los potes para colgar pueden hallarse artilugios muy buenos para recoger el agua, pero suelen secarse bastante rápido y requieren riego diario. Conviene dejar en ellos algunos cm. entre la superficie de la tierra y el borde del recipiente para que al regarlos el agua no se desborde antes de que la tierra la absorba completamente.
Y ahora, manos a la obra. Pero cuidado: si en vuestra ciudad hay mucha contaminación. será mejor que no os comáis las verduras. Tomaros el cultivo como una forma de entrenamiento para cuando… deis el salto.
Además de flores que alegren la vista y el ánimo, en los balcones de las ciudades no muy contaminadas pueden cultivarse hortalizas para el propio consumo.
Los agricultores urbanos que dispongan de una azotea o de unos metros cuadrados libres pueden construir una cama elevada para hacer una preciosa huerta.
Con algo de imaginación, rastros, chatarreros, traperías o ferreterías que vendan artículos para el hogar pueden suministrar macetas baratas y bastante originales.