Si dejamos de lado la equinácea europea (Echinacea purpurea), prácticamente todas las sustancias adaptógenas que conocemos y que se utilizan como tales nos vienen de Asia. La fascinante historia de los adaptógenos (ver Integral 481) y sus propiedades no ha terminado de escribirse.
Textos: Redacción de Integral*
La dieta mediterránea cuenta con una gran variedad de alimentos ricos en nutrientes y sustancias que regulan la respuesta del organismo a las diferentes situaciones estresantes. Vale la pena tenerlos en cuenta, son más cercanos e importantes para reducir el cortisol y fortalecer el organismo ante el estrés.
Veamos algunos de estos alimentos adaptógenos mediterráneos.
Los adaptógenos
En el ajetreado mundo en el que vivimos, encontrar maneras de mantener nuestro bienestar físico y mental es más importante que nunca. Aquí es donde entran en juego los adaptógenos, una gama de alimentos que nos ayudan a manejar mejor el estrés y mejoran la resiliencia de nuestro sistema inmunitario.
¿Qué son exactamente los adaptógenos y cómo pueden integrarse en nuestra dieta diaria? Se trata de una categoría singular y excepcional de alimentos, mayormente compuesta por plantas y hongos dotados de propiedades terapéuticas.
Cómo actúan
Los adaptógenos podrían considerarse como un director de orquesta en el sinfónico concierto de tu bienestar. Al igual que un director armoniza los distintos instrumentos para crear una melodía equilibrada y cautivadora, los adaptógenos orquestan las respuestas de tu cuerpo a los agentes estresores, tanto externos como internos. En momentos de estrés, como cuando la sección de cuerdas domina el conjunto, el sistema inmunitario puede desequilibrarse, ya sea en una hiperactividad frenética o en una calma demasiado silenciosa. Aquí, los adaptógenos actúan con maestría para calmar estridencias o para dar un impulso vital a las notas más tenues. Este efecto modulador, sutil pero poderoso, mantiene la armonía en el cuerpo, permitiéndonos enfrentar las partituras de la vida con resistencia y equilibrio renovados.
Beneficios de los adaptógenos para el organismo
Los expertos nos dicen que los adaptógenos actúan sobre el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, crucial en la respuesta del organismo al estrés.
- Vuelta a la estabilidad. Los adaptógenos activan los mecanismos de la alostasis, que es el proceso a través del cual el organismo, sometido a un determinado nivel de exigencia, logra recuperar su estabilidad. Son útiles tanto en la prevención de situaciones de estrés, como en el tratamiento de una variedad de procesos patológicos o prepatológicos.
- Armonía vital. El cortisol. A través de su acción a nivel celular, los alimentos adaptógenos modulan los receptores de cortisol y ajustan con delicadeza la respuesta de nuestro organismo al estrés.
- Protección celular. Los adaptógenos estimulan la expresión de proteínas denominadas de «choque térmico» y de las enzimas antioxidantes, protegiendo nuestras células como si fueran un escudo invisible frente a los rigores del estrés diario.
- Claridad mental. Estos compuestos apoyan la función cognitiva al interactuar positivamente con factores neurotróficos derivados del cerebro (BDNF). Iluminan la mente y fortalecen nuestra capacidad de rendimiento intelectual.
- Gestión más eficiente del estrés. A diferencia de los nootrópicos, que son principios activos que se enfocan intensamente sobre el fortalecimiento de la función cognitiva, los adaptógenos son como consejeros sabios que nos guían hacia una gestión más eficiente del estrés, la fatiga y la inmunidad.
- Regulación adaptativa. Esta combinación de acciones ejerce una regulación adaptativa, ya que los adaptógenos bailan al ritmo de los sistemas biológicos, fortaleciendo nuestra resistencia al estrés.
En resumen, los adaptógenos contribuyen significativamente a mejorar nuestra resistencia al estrés y apoyan nuestro bienestar general. Son un aliado excelente para nuestra salud y equilibrio.
Adaptógenos en la cocina de cada día
Si nos hablan de adaptógenos clásicos pensaremos en plantas y hongos más o menos exóticos como la ashwagandha, la rodiola o el cordyceps. Sin embargo, estas mismas propiedades también las podemos encontrar en alimentos más accesibles que se pueden adquirir en cualquier mercado. En un recorrido por la cocina española veremos que los adaptógenos no están en frascos, sino en las ollas que hierven a fuego lento.
En casa. Estos alimentos característicos de la dieta mediterránea tienen el potencial de ayudar al cuerpo a manejar el estrés, equilibrar funciones fisiológicas y mejorar la resiliencia del sistema inmunitario sin causar daño o efectos secundarios significativos.
Ajo. Aporta manganeso, vitamina B6, fructanos, alicina y S-alil-cisteína. La alicina es conocida por sus propiedades potenciadoras del sistema inmunitario, y la S-alil-cisteína ayuda en la protección cardiovascular y la reducción del estrés.
Aceite de oliva. Una excelente fuente de grasas monoinsaturadas y más de 300 compuestos antioxidantes, entre los cuales destacan la oleuropeína y el hidroxitirosol, conocidos por sus beneficios cardiovasculares, sus efectos antiinflamatorios y su capacidad para regular la función mitocondrial, es decir, la producción de energía en cada célula.
Azafrán. Rico en manganeso y vitamina C, y una fuente excepcional de compuestos como la crocina y el safranal. Estos polifenoles poseen propiedades protectoras contra el estrés oxidativo y han sido estudiados por su potencial en el tratamiento de trastornos del estado de ánimo.
Pimiento. Los pimientos rojos crudos pueden contener hasta casi el triple de vitamina C que las naranjas. También contienen vitamina E, ligninas y una multitud de compuestos antioxidantes. Entre ellos, la capsantina, un polifenol con potenciales beneficios antiinflamatorios, y la quercetina, que ayuda en la reducción de la presión arterial y la inflamación en el organismo.
Chocolate negro. El chocolate con un contenido de cacao mínimo de un 70% es una fuente de magnesio, hierro y flavanoles como la epicatequina. Los flavanoles mejoran el flujo sanguíneo al cerebro y favorecen un buen estado de ánimo al aumentar los niveles de serotonina.
Bayas. Son ricas en vitaminas C y K, además de pectina y celulosa, que proveen de nutrientes a las bacterias intestinales productoras de ácidos grasos de cadena corta. Además, las bayas son una fuente de antocianinas y quercetina. Las antocianinas protegen contra el daño celular y mejoran la función cerebral, mientras que la quercetina es antiinflamatoria.
Canela. Aparte de calcio y manganeso, la canela proporciona mucílago, que beneficia al microbioma, y polifenoles como el cinamaldehído y las proantocianidinas, con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que ayudan a reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Almendras. Excelente fuente de vitamina E, magnesio, pectina, celulosa y hemicelulosa, y de algunos betaglucanos diferentes a los proporcionados por las setas. Sus flavonoides benefician al corazón y reducen el estrés oxidativo.
¡Y sin efectos secundarios!
Para que lo sea, un adaptógeno debe ayudar al cuerpo a adaptarse a varios tipos de tensiones, clima caliente, frío, esfuerzo, trauma, falta de sueño, exposición tóxica, radiación, infección o estrés psicológico… sin efectos secundarios nocivos ni alteraciones fisiológicas.
En doble dirección. Un adaptógeno es útil en el tratamiento de una gran variedad de enfermedades y es «bidireccional», es decir, tiende a que el organismo regrese hacia el equilibrio (en vez de alterar variables en una dirección fija). Por ejemplo, reduce la glucosa del suero cuando está alta, y la elevará si está baja.
El ejercicio regular probablemente es el ejemplo más claro de un tratamiento adaptogénico.
A través del metabolismo. Los adaptógenos actúan a través del metabolismo. Poseen un efecto tónico, estabilizador y regulador, independientemente de los problemas de salud que se presenten.
Los adaptógenos son un aliado formidable, pero no son una panacea universal. En nuestra salud aparecen otros factores vitales, como las emociones, el trabajo, las relaciones con los demás, la economía, lo que comemos… Son factores que tienen un impacto más profundo y duradero en nuestra salud y armonía interna que cualquier suplemento.
* Con informaciones de Miguel Toribio Mateas, doctor en neurociencia y microbiología.